Dimensiones de la educación..
Enviado por Ninoka • 13 de Abril de 2018 • 7.665 Palabras (31 Páginas) • 272 Visitas
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Responder a la exigencia conceptual sobre el ser de la sociedad implica ver en ello el origen de la acción e interacción humana bajo diversas formas de poder y sujeta a permanentes conflictos. La sociedad no es un concepto abstracto, ni mucho menos la afirmación positivista de la unión de individuos por nexos comunes y asociaciones mecánicas. Desde que la sociedad se dividió en clases antagónicas, predominando en ella relaciones de dominio y subordinación sobre las clases dominadas, ello se reflejo en la acción educativa, diferenciada para éstos en caso de haber tenido acceso a ella, y en otros casos enajenados de ésta, ya que el interés se ha centrado en formar a las clases dominantes o a sus adeptos o servidores (Fornaca, 1985).
La sociedad es el contexto de relaciones en que los hombres, divididos en clases, se ven coaccionado y cohesionados a la convivencia, aún con todas sus diferencias. Y es en esta situación sobre la cual se ejerce la acción humana, en términos de satisfacer necesidades naturales o creadas: los hombres, concebidos como sujetos, por ser capaces de sujetar su vida a condiciones recibidas y modificadas, son actores en cuanto su trabajo y toda actividad que los conduce a realizar su capacidad intelectiva - traducida en riqueza y cultura - está llena de intencionalidad. Con ello sus actos son trascendentes y permiten alcanzan niveles de organización que institucionaliza para sistematizar el desarrollo de la vida social.
La sociedad se ha establecido sobre bases materiales que conforman su economía, consistente en un inicio en la producción de bienes para la supervivencia, traduciéndose luego en medio de producción de capital y en fuente de conflictos originados de la explotación humana. La sociedad ha logrado desarrollar un legado de manifestaciones como el arte, la ciencia, la tecnología, las creencias, tradiciones, costumbres y organizaciones que permiten la comunicación y continuidad entre generaciones (Durkheim, 1980; Azevedo, 1988) de modo que no desaparezca la esencia civilizatoria de la acción humana. He ahí la función de la sociedad, convertir al sujeto social a través de la educación en ciudadano, ser social, trabajador, etc. a partir de la cultura heredada y su permanente ampliación o reconstrucción. La producción o reproducción de la sociedad así lo ameritan y lo implican, no sólo como hecho de socialización sino también de culturización.
La dimensión social de la educación como acción se traduce teóricamente en la continuidad e inserción socio-cultural, en cuanto toda sociedad, a través de sus organizaciones – y entre estas, la escuela – prepara y predispone el contexto en que se ha de alcanzar prospectivamente su desarrollo, de acuerdo con su génesis y evolución, subordinadas a la hegemonía de clases. Por ello, todo sujeto a insertar en tal contexto es un actor cuyas acciones son subordinadas a las orientaciones sociales, aún cuando tenga cierta flexibilidad para la adaptación y subordinación – que no son otra cosa que formas de control – para adquirir un conjunto de competencias en función de su desempeño, presente o futuro, en términos de lo que le exige la sociedad y lo que se exige a sí mismo. El no cumplimiento de ello es una forma de disociarlo. Un actor asociado, o en proceso de asociación, es aquel que a través de su acción inicia y asimila socio-culturalmente los valores, haceres, saberes y sentires para una actuación pertinente.
En la perspectiva genético – estructural de Goldman (1981) conocer la sociedad como contextualidad físico, espacial y cultural en que ocurre la educación implica considerar su constitución a partir de las acciones humanas en todos los lugares en la medida que “… han tenido o tienen, ahora, importancia o influencia en la existencia y la estructura de un grupo humano; e implícitamente, a través del grupo humano, esa influencia e importancia en la existencia y estructura de la comunidad humana” (Goldman, 1981, p. 16).
Las sociedades se consolidan y transforman, están dirigidas a influir; y ese influir se manifiesta en su educación, como marco de tendencia de dicha influencia cultural. En este contexto, Brocoli (1980) destaca que el hombre como actor es el proceso de sus acciones, el cual comprende si tiene su grado de conciencia del marco de intencionalidades que le condicionan y del suyo propio, derivado de su formación. Tal grado de conciencia está asociado a su situación dentro de las relaciones sociales, por cuanto los hombres se definen y dividen “… por su función en la producción: relaciones con los miembros de otras clases y la conciencia posible que es una visión del mundo” (Goldman, 1981, p. 92).
Por ser estas relaciones contradictorias y antagónicas se identifican en el marco de la acción social de la acción social de la educación conflictos y desigualdades sociales, prácticas sociales de dominio, tipo de sociedad y agrupaciones humanas, delimitación clasista de la sociedad, aspiraciones de clase, modelo de sociedad y relaciones establecidas en el marco social. Si además de acción, la educación es una función social, en esta se manifiestan los rasgos del modelo de sociedad, con todas sus contradicciones radicales fundamentales, heredadas de la función en la producción y la conciencia social. En sociedades cerradas – afirma Freire (1977) – la participación de las clases dominadas en educación es restringida, porque el Estado, organizado y dirigido por una clase hegemónica, limitan su acceso a las escuelas; en tanto que en las sociedades abiertas, o en proceso de cambio, las clases e intereses transformadores que asumen el poder la orientan hacia la democratización de éstas. En este contexto es pertinente acotar los señalamientos de Alfieri (2005), relativos a la prevalencia de las tiranías, asociadas a ignorancia a que son sometidos los pueblos, sin consecuencia de su condición y sus posibilidades de construir unas relaciones sociales diferentes en libertad; teniendo como oposición a ellos una masa de ilustrados que conociendo el valor de la libertad también los dominan al ser indiferentes o cómplices del orden tiránico.
Los problemas de la sociedad se transfieren a la educación y viceversa. La escuela reproduce las condiciones en que una sociedad con profundas inequidades pretende perpetuarse. Son conocidas las tesis de Althusser (1979), Labarca (1980), Snyders (1982) y Baudelaut y Establet (1981) sobre el papel segregacionista y diversionista de la ideología burguesa dominante y la formación de mano de obra para el aparato productivo capitalista; y que dicha misión se realiza a través de redes escolares que separan a los estudiantes en función de su origen social. En igual término, resulta evidente la estratificación social
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