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EL PODER DEL PENSAMIENTO FLEXIBLE.

Enviado por   •  18 de Enero de 2018  •  2.923 Palabras (12 Páginas)  •  534 Visitas

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El temor por lo nuevo, por lo dinámico, la resistencia al cambio, el autocontrol excesivo y el perfeccionismo desmedido, son principalmente los referentes distintivos de una persona con pensamiento rígido, las mismas que viven encapsuladas en sí mismas y sin permitirse el más mínimo cambio tanto en su personalidad, como hacia cualquier manifestación de alegría o buen humor, y mucho menos, la posibilidad a equivocarse; no obstante, tanta presión resulta en la mayoría de los casos siendo la que le conlleve a rotundos y constantes fracasos y reveces.

Las mentes rígidas procuran imponerse ante el resto de personas, resultan ser altamente predominantes o por lo menos luchan por establecerse de esta forma en los grupos, emprende constantemente acciones tóxicas para alcanzar tal fin, por ejemplo: pretenden dar a entender que para ellos todo es importante y serio, esto en razón de mantener la solemnidad e inflexibilidad que tanto les mantiene en su zona de confort; generalizan de forma arbitraria, estas personas sustentan sus opiniones interpersonales sobre la base de su inferencia y “acomodación crítica”. En contraste con esto, una persona de mente flexible reconoce la importancia de expresar de forma abierta y franca los sentimientos, de brindarse la oportunidad de ser asertivo o equivocarse en el intento, de ser expresivo y fácilmente claro con sí mismo y los demás, en pocas palabras, de ser realmente él y no la presentación de sus paradigmas adquiridos. Sin lugar a la duda el desarrollo y flexibilidad del individuo hacia el pensamiento lúdico se constituye como una alternativa tanto saludable como enriquecedora de forma integral, resulta ser una expresión sabia de los ideales, conocimientos y acciones cognitivas con la dinámica y vulnerabilidad humana.

Uno de los cambios de estructura que se establecen las personas con mente flexibles es el hecho de romper con el conformismo; le resulta sorprendente el hábito de las mentes rígidas por mantenerse dentro de sus propios límites, el autor describe que para estas personas “mantenerse firme y no torcer el rumbo, pase lo que pase” es su prioridad (p.105); el apego a la norma preestablecida, al desarrollo de acciones desde limitantes impuestas en razón de su estructura de pensamiento y la necesidad intrínseca de regirse por ellas le permiten sentirse dentro de una zona de resguardo y seguridad. No obstante, la inflexibilidad no le permite recrearse y reinventarse a través de procesos fundamentales como la experiencia intensa e inquietante de actuar de forma espontánea, respondiendo a sus gustos y anhelos aún sin que estos impliquen romper con su propio orden moral y el socialmente aceptado.

En el mismo orden de ideas, el apego a la norma y el conformismo cognitivo son tan sólo algunos de los parámetros comportamentales de las mentes rígidas, a estos pueden aunárseles la dificultad que se le presenta de tomar decisiones por sí mismas cuando los patrones que se he preestablecido no coinciden a su tasa de respuesta, así mismo la práctica de comportamientos que rompan con el esquema de las buenas costumbres le son imposibles y de hecho llegan a cuestionar profundamente a quienes los hacen, las mentes rígidas se anclan en el pasado bajo tres características nocivas de este el arrepentimiento de no haber hecho o alcanzado algo y que aún en el “hoy” sigue marcando dolor y tristeza, la culpa por los errores cometidos y, el orden absoluto de seguir haciendo aquello que por tradición me ha dado resultado en determinadas circunstancias así las del “ahora” demanden otras características.

Existen argumentos simplistas pero altamente referenciados en las personas de mente rígida en cuanto a su renuencia al cambio, alteración o dinámica de los procesos y situaciones que vive, entre ellos el autor destaca: a) la falsa idea de que nada va a cambiar así se establezcan cambios, por tanto resulta más conveniente desarrollar siempre todo de la misma forma; b) una expectativa apocalíptica y armagedónica de los cambios, que generalmente le inclinan a seguir sumergido en la rutina; c) el reconocimiento de su incapacidad para adaptarse al cambio, por miedo, ignorancia o simple gusto la persona rígida suele reconocer no ser suficiente para el cambio que se demanda; y d) la creencia de que la autoridad establece la norma y que esta no se cuestiona o varia, cuando en realidad las relaciones interpersonales y los procesos cualquiera que estos sean deben ser desarrollados sobre la base de la norma, del interés y bienestar común, pero con la flexibilidad necesaria como para que todas las partes se sientan por lo menos tomadas en cuenta.

Por otra parte, Riso expone que “Las emociones negativas que acompañan el prejuicio están relacionadas con sentimientos de frustración, resentimiento, odio, ira desplazada e intolerancia” (p.126). El hombre con mente rígida resulta altamente prejuicioso, y esto obedece conforme a la cita expuesta a la exteriorización de sus propios resentimientos, límites y factores limitantes, así como con la probable proyección que de él hace en los demás.

El prejuicio se enfoca desde tres perspectivas claras, en primer término la generalización estigmática de los individuos, estableciendo de antemano rasgos generales para una determinada población, los cuales a su vez dentro de una mente rígida van a responder generalmente a características que “atentan” en contra de la persona, las buenas costumbres y el “equilibrio” que brinda lo rutinario. En relación a esto se despierta un sentimiento de rechazo y hostilidad frente al grupo que se ha prejuiciado, aspecto que se constituye aún más nocivo en la mente rígida. Y por último, se es manifestado todo este caudal en la acción discriminatoria de igualdad y derechos de los grupos o personas que son objeto del prejuicio.

Aspectos degenerativos de la condición humana como el racismo, que pretende defender la suposición de una raza pura o superior cuando todos los indicadores y niveles de medición científica dan como resultado la igualdad de las mismas; el sexismo que resulta una variante de la primera pero que hace referencia a la naturaleza sexual del ser; la separación por clases y le pretensión del establecimiento de alguna de ellas por sobre las otras, y que sin duda alguna representa para la mente inflexible patrones de comportamientos que le alejan no sólo de su inserción operativa en la sociedad, sino también de las más recientes acciones por equilibran una sociedad interpersonalmente deteriorada.

El prejuicio se encuentra inmerso en cada hombre y mujer, de hecho la intensión de libros de textos como el que ha sido leído procura que su lector reconozca cuáles son algunas de sus acciones de este orden, no obstante, es fundamental

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