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ESTRUCTURA DE UN ARGUMENTO ACADÉMICO

Enviado por   •  7 de Diciembre de 2017  •  23.095 Palabras (93 Páginas)  •  399 Visitas

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En la retórica clásica se denominaba auditorio a la masa que se pretendía persuadir oralmente en la plaza y los tribunales públicos; en la nueva retórica o moderna teoría de la argumentación, el concepto de auditorio —también denominado audiencia— se extiende al discurso escrito para referirse a aquellos lectores competentes y razonables a los cuales se desea convencer mediante este recurso. En el caso de la escritura, el auditorio es una construcción del escritor sobre un tipo de lector con el cual no coincide en el tiempo y el espacio, pero que podría aceptar los argumentos que le va a proponer. Esta aclaración nos permite utilizar en adelante términos "auditorio", "destinatario" y "lector" como sinónimos en este trabajo.

El hombre moderno vive sumido en un permanente universo argumentativo donde los argumentos se originan en desacuerdos, confusiones o ignorancia sobre temas que es necesario dilucidar de una manera convincente y racional entre los integrantes de grupos sociales. Por ello, en la mayor parte de las interacciones discursivas subyace una intención por convencer al interlocutor para que modifique sus percepciones mediante procesos judiciales, decisiones políticas, artículos de opinión, políticas económicas, proyectos de investigación, etc.

Incluso, muchas discusiones cotidianas sobre temas generales como deportes, reinados de belleza, educación, costo de vida, conflictos laborales, separaciones matrimoniales, etc., se basan en argumentos persuasivos, aunque emotivos, espontáneos, triviales e informales, la mayoría de las veces. Su resolución es fácil y generalmente no exige mayor documentación ni conocimientos especializados de los participantes en el debate o conversación.

- Convencer auditorios

- Establecer acuerdos para resolver una diferencia de opinión

- Controvertir argumentos

- Justificar acciones, actitudes y convicciones

- Provocar relaciones intelectuales

Propósitos de una argumentación

- Modificar la actitud de auditorios neutrales

- Defender un puto de vista

- Disuadir al auditorio

- Reforzar una adhesión

- Reducir una hostilidad

- Poner en entredicho un punto de vista

- Influir en las opiniones del auditorio

Figura 7.1 Propósitos de la argumentación

Fuente: elaboración propia a partir de van Eemeren y Grootendorst, 2002.

La persuasión es una forma de control social con la que se busca manipular comportamientos y actitudes de los grupos sociales apelando a sus emociones, sentimientos, temores, prejuicios, deseos, afectos y hasta a la amenaza velada. El propósito de la fuente de persuasión consiste en lograr una acción o una es necesaria, el persuasor recurre, en ocasiones, a la mentira, al engaño, a razonamientos falaces. La publicidad, la propaganda, la política, los casos de estafas ofrecen innumerables ejemplos Una persuasión es deshonesta cuando mediante el engaño o la coacción el persuasor procura obtener beneficios abusando de la ignorancia o de los temores del destinatario.

De hecho, un argumento es una forma de persuasión, pues quien escribe, además de raciocinio, también tiene sentimientos, y quien no se entusiasma ante lo que escribe, difícilmente puede entusiasmar a su lector. No se puede ignorar que existen situaciones discursivas en las cuales la frontera entre una persuasión y una argumentación resulta borrosa, pues en su afán por reforzar el convencimiento, además de razones y evidencias, la fuente en casos justificados apela a prejuicios, emociones y sentimientos de su interlocutor.

Pero de todos modos, los mejores argumentos se caracterizan por un predominio de lo razonable sobre lo emotivo. Un buen argumento no es resultado de la casualidad. Su elaboración demanda tiempo y esfuerzo crítico. De ahí que la estructura y los contenidos de los argumentos académicos, ya sea bajo la forma de ensayos académicos o periodísticos, editoriales, artículos de opinión, reseñas críticas, sentencias o ponencias, exigen mayor rigurosidad crítica, retórica y lingüística en la organización y expresión de las ideas. Por estas razones, ejercitar al alumno para que analice y escriba argumentos debería ser la principal meta de cualquier curso de escritura académica.

La estructura básica de un argumento contiene una posición frente a una cuestión polémica, basada en razones respaldadas con casos ilustrativos. Para apreciar críticamente la relación lógica entre estos elementos es necesario desglosar los argumentos y analizarlos pieza por pieza. El modelo tradicionalmente más popularizado para tal efecto es el de carácter silogístico, propio de la lógica aristotélica, conformado por dos premisas y una conclusión, de modo que quien acepta la verdad de las dos premisas, se ve obligado a aceptar su conclusión. Por ejemplo:

Los escritores consagrados son, además, lectores críticos (premisa mayor).

Mario Vargas Llosa es un escritor consagrado (premisa menor).

Luego, Mario Vargas Llosa es un lector crítico (conclusión).

Pero este modelo de argumento resulta demasiado artificial e incompleto teniendo en cuenta el procedimiento discursivo mediante el cual una persona crítica construye y analiza argumentos convincentes y razonables, mucho más complejos y extensos de los que se podrían realizar con un silogismo en las distintas áreas del conocimiento. Por ejemplo, una conclusión como: "Es inocultable el peligro que encarnan en América Latina ciertos líderes políticos poderosos, demagogos, engreídos y populares, tanto de izquierda como de derecha, que puedan resultar reelegidos democráticamente", no se puede sustentar con una premisa mayor y una menor. Una de las mayores limitaciones de la lógica formal como modelo argumentativo radica en que el objeto de estudio de esta disciplina es la validez formal de los argumentos y no si es razonable plantearlos. Tampoco tiene en cuenta un elemento primordial de toda argumentación: su destinatario. Y quien pretenda persuadir un destinatario, ya sea un lector o un

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