El presente análisis, hace referencia a un artículo publicado por Daniel Goleman, cuya temática tratada es la “Inteligencia Emocional” en el trabajo.

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Si nuestros padres son empáticos, de seguro nuestros hijos también lo serán, se predica con el ejemplo. En síntesis puedo manifestar que: Los líderes no solo nacen, también se hacen.

- La inteligencia emocional, incluye la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales.

Según lo anterior, estos cinco factores son imprescindibles para tener inteligencia emocional en el trabajo, ya que cada uno cumple un rol fundamental, pero ¿somos capaces de llevarlo a la práctica? Para algunos resultaría fácil, ya que cuentan con estas características intrínsecas, pero para otros sería difícil y deberían trabajar para poder desarrollarlas.

Si de verdad deseamos ser líderes, y queremos conseguir el éxito, debemos comenzar por conocernos a sí mismos, de esta forma sabremos cómo actuar respecto a situaciones y emociones. Si no nos conocemos, difícilmente podremos tener la confianza de nuestros colaboradores, elemento primordial a la hora de trabajar en equipo por un bien común.

Si tenemos al mando a un líder cuyo auto control, no es el adecuado y no sabe actuar eficazmente en distintas circunstancias, obviamente ocasionará que los colaboradores no lo sigan, se desanimen o que quieran dejar el trabajo, por ello resulta importantísimo que el líder sea capaz de controlarse y no se deje llevar por las emociones que ello implique.

Obviamente, para ser líderes debe existir motivación, empatía, y habilidades sociales, factores claves para que la comunicación, cercanía y confianza con nuestros colaboradores sea óptima.

Reafirmando mi visión, gracias a estos cinco factores podríamos desarrollar aquellas competencias “blandas” que no tengamos y que si logramos obtener, tendremos éxito y seremos grandes líderes.

Después de haber realizado un análisis del estudio “inteligencia emocional”, puedo concluir que, si bien las personas poseen capacidades altamente calificadas y que se preparan técnicamente, no siempre serán capaces de alcanzar el éxito en el trabajo, es decir, no basta con reunir una serie de atributos, si en la práctica no somos capaces de lidiar en las distintas ocasiones o temáticas que tengamos en el día a día.

Un líder que no es capaz de llegar a sus colaboradores, no triunfará, un buen líder es capaz de comprometer a un equipo y trabajar conjuntamente en la obtención de objetivos. Si el líder demuestra confianza, los colaboradores no dudarán y creerán en él, por lo mismo realizarán de mejor manera sus labores.