En América Latina en los últimos años ha venido sucediendo los procesos nacionalistas, populares democráticos, que hasta cierto grado, han roto con los esquemas más ortodoxos de pensamiento y arquitectura económica-social y política
Enviado por poland6525 • 12 de Abril de 2018 • 1.423 Palabras (6 Páginas) • 494 Visitas
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Las décadas de neoliberalismo en América Latina dejaron secuelas a diferentes niveles. De ahí la desigualdad: El paso del neoliberalismo por América Latina dejó a la región como la más desigual del planeta. En el período entre 1975 y 1995 el 83,9% de la población latinoamericana residía en países en los que la desigualdad se acentuó. En 2001, AL sufría el peor nivel de desigualdad desde que éste se calcula (CEPAL, 2001). A la transferencia de riqueza Sur-Norte, se le añade la transferencia entre clases sociales, con una pérdida sostenida de ingresos y poder adquisitivo de las clases medias y medias bajas (los salarios en el Producto Bruto disminuyeron 10 puntos en estas dos décadas).
Por consiguiente aparece el desempleo y precarización del trabajo. El desempleo ha sido otra de las duras manifestaciones de las políticas neoliberales en Latinoamérica. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2002 la tasa de desempleo en la región fue la más alta de las últimas dos décadas. Los jóvenes y mayores de 50 años fueron entonces especialmente castigados por aquel mercado de trabajo.
A la falta de empleo se le sumaba la precarización y el rápido retroceso de conquistas y derechos adquiridos por décadas de lucha sindical y obrera. La mentada “flexibilización laboral” conllevó una importante reducción de la seguridad en el trabajo, con “contratos basura” y despidos más fáciles y baratos. A la inseguridad laboral se le añadía el miedo de los trabajadores a perder el empleo: en 2004 el 76% de las personas empleadas en la región consideraba que podía estar desempleada durante el siguiente año. Lo que quiere decir que, se acentuó la desregulación laboral mediante la reducción de los costos de mano de obra, las contrataciones de corta duración, la reducción de las indemnizaciones por despido y del derecho de huelga, entre otras cosas. Esta precariedad, por supuesto, se vinculó con menores remuneraciones, mayor vulnerabilidad y pobreza.
Provocando de esta manera más empobrecimiento entre 1990 y 1999 once millones de personas se incorporaron a las bolsas de pobreza de América Latina. En los albores del Siglo XXI, el 43,8% de la población latinoamericana vivía en condiciones de pobreza y un 18,5% en condiciones de indigencia (CEPAL, 2001). Este deterioro de las condiciones de vida de las mayorías supone una movilidad social descendente: una parte significativa de las clases medias se incorporan a la creciente “nueva pobreza” que va dejando tras de sí el neoliberalismo.
Así como un profundo deterioro de la capacidad de negociación de los gobiernos y países con las grandes empresas transnacionales y los organismos financieros y monetarios, que por lo menos atenuara la reforzada dependencia estructural de las importaciones y de lo que queda de la "sustitución" de las mismas.
Una reforzada dependencia en todos los órdenes (comercial, financiero, tecnológico y científico) que implica la cesión de soberanía en favor del capital y los inversionistas privados nacionales y extranjeros.
Asimismo la incapacidad estructural y política que se deriva de la lógica del patrón capitalista dependiente neoliberal "primario-exportador" para generar "políticas de desarrollo" y de bienestar social, en la medida en que su proceso de obtención de ganancias radica fundamentalmente en el exterior, es decir, en la dinámica de los mercados internacionales y depende también del lugar que cada país de América Latina ocupe en la división internacional del trabajo.
Conclusión
Para concluir consideramos que los problemas sociales, económicos y políticos de América Latina presentan hoy niveles nunca antes alcanzados. La aplicación de la Globalización Neoliberal no es la solución para resolver el panorama latinoamericano y las economías latinoamericanas son hoy más dependientes.
Por tal razón la humanidad tiene que tener fe y es necesario invocar la posibilidad de un cambio que dé lugar a la construcción de una sociedad distinta, capaz de establecer equilibrios sensatos y justos en la convivencia entre seres humanos y sociedades, así como una forma radicalmente renovada de relación con la naturaleza. Con seguridad ese cambio solo se dará en un período muy largo. Pero ello exigirá resolver contradicciones de tremenda magnitud, cuya complejidad abre amplios espacios de incertidumbre y hasta posibilidades de oscilación.
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