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Ensayo sobre la etica profesional

Enviado por   •  13 de Abril de 2018  •  2.711 Palabras (11 Páginas)  •  1.080 Visitas

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La cultura moderna asumió ciertas actividades como "profesiones", actividades seculares, mundanas, sin relación con la religión. De esa manera, nuevas actividades pasaron a ser profesiones, como ingeniero (de distintas especies), economistas, contadores, etc. Además, se incluyó en esta denominación medios de vida anteriores como médico, abogado, profesor, etc Max Weber, en su obra clásica La ética protestante y el espíritu del capitalismo, definía la profesión del siguiente modo:

“la actividad especializada y permanente de un hombre que, normalmente, constituye para él una fuente de ingresos y, por tanto, un fundamento económico seguro de su existencia.” (Weber 1985)

Esta definición acentúa dos características de las profesiones: su carácter individual y económico. Las profesiones son un medio de subsistencia de los individuos. Eso hace de las profesiones un “instrumento individual” de ganar dinero. Sin embargo, como lo han señalado otros autores, este enfoque resulta muy limitado, porque olvida los fines y la actividad social de las profesiones

Adela Cortina, filósofa española, hace tres observaciones a esta definición:

- La finalidad de la profesión no se limita a la “fuente de ingresos”, es decir, a una finalidad subjetiva, sino que la profesión misma tiene su finalidad. El logro de dicha finalidad es lo que le da sentido y legitimidad social a la profesión, por ello la misma sociedad puede reclamarle que lo realice así como reclamar su calidad.

b) La profesión, además de ser una actividad individual, es una actividad colectiva, que expresa una cierta comunidad profesional que tienen los mismos fines, utilizan un lenguaje común, con métodos semejantes y con un ethos propio. Es decir, así como hay un ethos (carácter, modo de ser) personal, también existe un ethos de la profesión.

c) Por lo anterior, “el ingreso en una actividad y en una comunidad profesional determinadas dota al profesional de una peculiar identidad y genera en él un peculiar sentido de pertenencia” (Cortina 2000). Esto tiene que ver con que la profesión es una forma de afirmación de la sociedad civil frente al poder político, así como una afirmación de un espacio público frente a otros como el económico o religioso.

A partir de esta definición podemos darnos cuenta del sentido de una profesión. En primer lugar, una profesión busca realizar un bien o finalidad, la cual es indispensable para la vida social. Pero su realización exige el cultivo de hábitos o excelencias por parte del sujeto y de la acción que realiza. Finalmente, la actividad profesional no es una actividad aislada sino comunitaria, la cual le da una identidad profesional Entonces, la profesión no es una simple actividad u ocupación, sino que ésta debe estar orientada hacia un fin noble, es decir, el servicio a los demás: el curar, el enseñar, el informar, la convivencia justa, etc., las profesiones no tienen sentido en sí mismas sino por los bienes internos que contienen. Por eso, no se puede entender lo que es una profesión si no se entiende que ésta tiene en su interior una función social: el bienestar común. De esa manera, el profesional es aquel hombre

Así, una ética profesional requiere reconocer el bien interno que busca realizar determinada profesión, de lo contrario la actividad no tendrá sentido y legitimidad social. Esta forma de entender las acciones se enmarca en la tradición aristotélica. Para el estagirita, toda actividad tiene una finalidad, la cual constituye su bien. Sin embargo, no todos los fines son iguales. Hay fines que son internos a las actividades, es decir, en la realización de la actividad se encuentra la realización de la finalidad. Es a esto que Aristóteles denomina praxis.

MacIntyre reconoce que existen también bienes externos legítimos que se obtienen de las prácticas, como el dinero, el reconocimiento, etc., pero ellos no son el sentido de la actividad. Justamente la corrupción de una actividad se produce cuando se reemplazan los bienes internos por los externos.

Entonces tenemos que el profesor ya no enseña bien porque le pagan poco, el comisionado no cumple los reglamentos porque aprovecha su cargo para realizar sus intereses personales, el policía ya no protege a la ciudadanía y prefiere la coima, el abogado ya no sirve a la justicia sino a quien paga más, el político ya no le interesa el bien común sino los negocios de grupos e intereses partidarios, etc. Los bienes externos son legítimos, pero en tanto sean subordinados a los bienes internos, de lo contrario la actividad profesional deja de tener sentido y legitimidad social.

Sin embargo, las exigencias sociales y los cambios científicos y tecnológicos, muchas veces nos obligan a redefinir los bienes internos de nuestras actividades profesionales. Por ejemplo, los avances de la medicina y las necesidades sociales hacen que la medicina ya no tenga sólo como finalidad el curar, sino que ahora agrega la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades. Y es que el concepto mismo de salud ha sido redefinido, más de acuerdo con una visión humana integral. Por otro lado, la globalización y el internet hacen que los profesionales bibliotecarios también requieran redefinir sus finalidades. Cuando esto sucede, se abre un necesario periodo de debate y reflexión, en los cuales también deberían participar los afectados de las actividades profesionales.

La virtud no es un asunto privado, íntimo, cualidad que algunas personas conservadoras o bienintencionadas tienen. Es un asunto personal e interpersonal, subjetivo e intersubjetivo, individual y colectivo. Y ese nexo se encuentra en las acciones, en las prácticas, en las cuales nos encontramos con otros para realizar los bienes internos.

Existe pues, en la definición de virtud de MacIntyre una indesligable relación entre virtudes y bienes internos. Sin virtudes no es posible la realización de los bienes internos de las actividades, así como sin realización de los bienes internos no es posible virtud alguna. Aveces perdemos de vista el fin que perseguimos, y cuando la tenemos en cuenta tendemos a diferenciarlos de las virtudes y creemos que éstas son simples medios. Pero las virtudes no son simples medios para lograr algo. La práctica de las virtudes implica ya la realización de la "finalidad" de la profesión. El fin de una profesión no es algo subjetivo y alejado en un futuro incierto, sino está contenido en la práctica correcta de la profesión. Cuando los fines y los medios lo pone la sociedad y su economía, no permite la correcta práctica de una profesión. Por ejemplo, al médico se le exige productividad

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