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FEMME FATALE

Enviado por   •  5 de Marzo de 2018  •  3.834 Palabras (16 Páginas)  •  252 Visitas

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-¿Y usted es…? –interrogó la rubia

-Adrián Venturo para servirlo señorita, detective privado. Quería tener una charla con usted por encargo de su padre. Es acerca de su hermana Rocío, ¿qué sabe usted de ella? –preguntó Adrián.

-¿De Maggie? No mucho, sé que se está quedando en Canta, alojada en casa de unos amigos, viviendo la vida loca, ¿Le sucede algo a mi hermanita? –preguntó sin mucha convicción.

-Pensé que usted me ayudaría a saber de ella, el viejo está muy angustiado, ¿no le apena a ustedes preocuparle a su edad? –intentó resondrar Venturo.

-¿Mi padre angustiado? ¿Preocupado? ¿Qué historia le ha contado ese rufián? ¿Ahora quiere pasar por buen padre? Mire detective o quien sea que sea usted, todo está normal por aquí si se excluye el hecho de compartir esta casa con aquel viejo crápula –refunfuño la mujer.

-Ayudará mucho si me da el teléfono y la dirección del dueño de la casa en Canta, querida. No te alejes mucho de casa que volveremos a conversar pronto –refutó Adrián queriendo pasar por galán. A la mujer le gustó su aspecto rústico mal disimulado por su traje recién comprado en la tienda Él. Le alcanzó escrito en un papel la dirección de Tanta de Miraflores con la siguiente indicación: “Necesitamos hablar, hoy a las 17:00 en Tanta de 28 de Julio”. El detective se despidió de ella escoltado a la salida por la criada negra quien no disimulaba una triste expresión en su rostro.

En Tanta, Adrián releía una novela de Chandler que extrajo de su biblioteca para impresionar a la rubia. Estaba intrigado con la reunión. Cualquier cosa importante sobre el paradero de su hermana podría haberlo dicho en la casa de Jesús María, ¿qué sucedía en esa casa realmente? Rocío llegó puntual con un traje de noche negro, esta vez tenía un rostro sombrío, preocupado, con los ojos enrojecidos, la mujer había llorado.

-Se la llevó a Canta, Santibáñez, un sujeto que trabaja para mi padre, un hombre peligroso, mejor tome precauciones Adrián –advirtió la joven extendiéndole la mano, buscando apoyo y consuelo. El detective se conmovió, acarició el dorso de su mano, le gustó que le tuteara.

-Pierde cuidado nena, te traeré a tu hermanita sana y a salva –le tranquilizó Adrián. La joven le contó entonces que sospechaba del canteño y Mariano. Las hermanas contaban con una póliza de seguros millonaria y Mariano seguía con sus pensamientos delirantes de reflotar el último negocio: la empresa pesquera. Algo no cuadra aquí, pensó el detective quien había investigado la empresa de Mariano en registros públicos, el viejo era socio minoritario, ninguna póliza millonaria alcanza para reflotar una empresa pesquera de la dimensión de PESCANORTE. Esta empresa tenía dos jugadores más grandes. Se olvidó de los modales y le pidió explicaciones a la mujer de manera hosca.

-Álvarez y Da Silva, exempleados y actualmente socios en PESCANORTE, un par de ambiciosos, los conozco muy bien –relató la mujer - Da Silva ha venido muy seguido a la casa las últimas semanas. A Álvarez no lo he visto desde el accidente del viejo –concluyó Rocío. La mujer se refería al accidente que confino a Mariano a una silla de ruedas, en una inspección al PERSEO, la embarcación más importante de la empresa, acompañado de sus socios.

-Bien nena, necesito los teléfonos de Álvarez y Da Silva y la dirección de Santibáñez. En Canta amanezco mañana pero debo hablar con ellos antes de viajar. La rubia dejo anotada las referencias solicitadas e insistió en la peligrosidad de Santibáñez. El detective voló hacia el local de PESCANORTE donde los socios se encontraban en una junta de emergencia.

-¿Tardarán mucho los señores, linda? Usted me dijo al teléfono, a las 19:00 horas y ya son las 20:00 ¿Puedes preguntar de nuevo? –reclamaba impaciente Adrián.

-Le dije al teléfono que la junta podría demorar señor –contestó enojada una mujer mayor de cabello teñido donde podías distinguir el negro natural en las raíces del tinte rojo decolorado que lucía el resto del pelo.

Adrián aprovechó un descuido de la secretaria para apurar el paso e ingresar a los estrechos pasillos que conducían hacia las oficinas de la empresa. Abría y cerraba puertas preguntando por los socios. Un hombre joven de cabello largo y sujetado como cola de caballo le señaló la sala de conferencias. Avanzó unos pasos hacia el lugar, tocó la puerta, giró la manija e ingresó sin pedir permiso. Encontró a Álvarez y Da Silva discutiendo acaloradamente.

-Bueeenas nocheeees –anunció, con voz estentórea, su entrada Adrián para llamar la atención de los beligerantes.

-¿Qué buscas aquí? ¿Quién te permitió el ingreso, hombre? Esto no es una feria –reclamó enfadado Da Silva.

-¿No ves que estamos ocupados? Salga y coordine con la secretaria cualquier cosa que haya venido hacer aquí –reforzó Álvarez.

-Deténganse allí señores, no vine de excursión desde tan lejos. Vengo por especial encargo de Don Mariano. Su hija Margot que anda perdida ya hace dos semanas.

-¿Eres policía? –preguntaron al unísono los socios con expresión de preocupación.

Mejor para ustedes que no lo sea. Por ahora don Mariano quiere dejar el asunto en el ámbito privado antes de hacer la denuncia a las autoridades pero igual me reclama resultados para mañana. Así que espero puedan colaborarme con la investigación –argumentó Adrián alardeando, dueño de la situación.

El detective pudo percibir el nerviosismo de los socios. Da Silva no supo explicar la frecuencia de las visitas a la casa de la familia González de Orbegoso.

-Es un buen amigo al que visito para tratar temas societarios, no discuto de eso con extraños-dijo por toda explicación Da Silva.

Álvarez se mostró más bien “cooperativo” y le alcanzó una ruma enorme de estudios contables que no podrían ser descifrados por el perito contable más diestro con el escaso tiempo del que disponía. Se trataba de una estratagema evasiva, Álvarez tampoco quería hablar. El detective llamó a su oficina y le pidió a su asistente que investigue el record migratorio de los socios y los pormenores del accidente de don Mariano.

Durante el viaje se quedó pensando en la mirada triste de la robusta criada negra de la familia González de Orbegoso, esa mujer debe conocer mucho a las hermanas. Al llegar temprano en la mañana a Canta su

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