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Introducción a la abogacia

Enviado por   •  8 de Octubre de 2017  •  3.350 Palabras (14 Páginas)  •  289 Visitas

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Había tres categorías de abogados, los que eran asesores de la corte “consiliarii”, los litigantes “advocati” y los “novi” que eran los pasantes que escuchaban a los mayores en silencio para adquirir experiencia en los litigios.

Existe una especie de código de la abogacía “honor profesional” con el principal elemento que es la probidad, moralidad, integridad y honradez en las acciones, porque las personas ponen su confianza en nosotros y debemos crear una confianza ilimitada pues él nos revelara sus secretos y debemos cumplirla con honor para con nuestros clientes, quedamos obligados a guardar silencio, esto es un pesar muy grande que el abogado tiene que cargar porque podemos saber que la corte a condenado a un inocente y nosotros sabemos perfectamente que nuestro cliente es el verdadero culpable, y estará una persona inocente en lugar de un malvado sin remordimientos que quedara en libertad, siento que se contradice extremamente la abogacía, porque que el abogado no debe ser justo ante todo, y aun que lo veo como gajes del oficio y la profesión lo exige, a un no sé si pueda aguantar esto en mi corazón.

El abogado es libre no depende de nadie, ejerce su propia función, debemos hablar siempre de igual a igual, no pretendemos ser inferiores ni superiores, sin esclavo y sin amo así es el, debe ser su propio amo tener su autoridad moral e intelectual jamás permitir ceder ante lo que le quieran imponer, y no debe aceptar funciones que impliquen subordinación, debe presentarse con la frente en alto y sin sospechas, tener un completo dominio de la palabra porque la palabra es una acción.

La tradición y origen del abogado era no recibir una remuneración, ni salario de los clientes pues la caridad era uno de los más principales deberes de la profesión, el desinterés era signo divino de la profesión, eran caballeros de ley que solo aspiraban al reconocimiento, y muchos de ellos estaban en una situación mediocre. En un decreto reglamentario el 13 de junio de 1899 el foro de París declara que el abogado tiene derecho de obtener una legitima remuneración de su trabajo y esfuerzo, Por esto al abogado le es muy delicado la fijación y percepción de honorarios, pues no ejercemos nuestra profesión con el interés de estafar a las personas, la práctica de la codicia está prohibida para nosotros y aunque no siempre recibamos lo justo en proporción por nuestros méritos llevan el título del “honor” lo que les da su valor justo, con el simple hecho de tener un gran interés por los demás, hay un cierto olvido de sí mismo y eso a mi punto de vista te quita lo egoísta y eso es bueno. En esta profesión se debe ganar por medios limpios y legítimos, si actuamos de otro modo estamos convirtiendo una buena causa en mala.

El abogado no debe estar por encima del debate, no hacer un pleito ajeno nuestro, evitar excesos del lenguaje no ofender a nadie, evitar circunloquios y solo sostener lo que le parezca justo. No hay profesión más digna de respeto que la de asumir ante la justicia la defensa de otros hombres se entrega el carácter, la conciencia y el corazón. Para que el abogado pueda ser digno de la abogacía la tradición, yo lo llamo código del verdadero abogado le impone estrictas disciplinas que le otorgan grandeza, no tener más querella que el derecho, mas toque de atención que el honor y más pasión que la justicia, el mejor abogado es el más escuchado.

Con la llegada de la imprenta, en la edad media pudieron multiplicar nuevas vías de inspiración para los abogados.

Un abogado debe argumentar de manera lógica, animada y conveniente porque siempre ha sido y será su propósito convencer al juez, conocer y estudiar la causa a defender, dominarla por completo y tener la cabeza llena de ideas. Procurar que nuestro propio cliente nos instruya de su asunto, escuchar con paciencia, y vamos a desempeñar 3 papeles el de adversario, defendido y el de juez, evitemos que el cliente se pierda en detalles inútiles, porque es indispensable destacar el “hecho” ya reunida y clasificada la documentación recibida del cliente, es el tiempo de MEDITAR, el método para lograrlo es dividiendo mediante un análisis, pasar de lo simple a lo complejo, desmenuzar los elementos de un problema, y solo será fructífero si entregamos el espíritu libre de prejuicios y una mente fría y despierta. Ya reunidos todos los materiales debemos destacar el punto que debatiremos, esto requiere de investigación doctrinal y jurisprudencial, aun el abogado con experiencia anualmente debe de volver a leer los códigos (civiles, de procedimientos, etc.)

Se tiene que observar las maneras de presentar el asunto y de desarrollo de la argumentación, conocer todos los elementos de la causa, precisar la cuestión para que respóndalo más pronto al juez lo que espera para q no se vea obligado a que el juez lo busque, hay que ser breves y claros en la exposición de los hechos, evitar los abusos de retórica, “es malo hablar obscuramente de las cosas claras y es bueno hablar claramente de las cosas obscuras.” Todos alegaran a su modo según sus dotes naturales, sus medios de expresión y habla.

Después de concluir el estudio de lo que vamos a alegar, lo más importante es buscar como decirlo, nos conviene instruirnos en el arte de escribir antes que en de hablar para poder expresar nuestras ideas con claridad. Escribiendo el plan y las ideas principales de nuestra argumentación, podremos así dar el orden lógico, claro y la fuerza de impulso para tener la atención del juez y obtener la convicción. Cada quien hace sus notas a su modo, no hay que leerlas, si lo hacemos quebrara el contacto que hay entre el que alega y el que escucha, solo consultarlas, son nuestra guía poner ideas o frases que con tan solo un vistazo podamos recordar y dar la idea principal. Las notas al crearlas se nos quedaran grabadas y nos darán más seguridad. Cuando se tiene plenos dominio del tema las palabras vienen por si solas como un proceso natural, pensar, sentir y surgimiento del verbo ese es la verdadera improvisación. A partir de que empieza el desacuerdo inicia el debate, hay que estar atentos, analizar, escuchar y comprender al adversario, para poder combatirlo.

Otro valioso consejo que sale de este libro es que los jueces se dejan fácilmente persuadir por la boca de quien tienen por hombre de bien que sabe hablar… el juez se forma una opinión del que alega y da más valor a su palabra si es una persona que habla bien, esta es la “influencia” que a veces los abogados tienen, son el talento y la conciencia profesional que da el privilegio de una atención especial al escucharlo.

La voz y el ademan, transmiten nuestros sentimientos, pues uno se gana

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