LA DIDACTICA Y EL ANÁLISIS HISTORICO DEL CURRICULUM
Enviado por Antonio • 2 de Mayo de 2018 • 1.822 Palabras (8 Páginas) • 404 Visitas
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Desde el punto de vista de Bobbit y Charters la organización escolar se instala más a su forma de gobierno que a los aspectos formales y materiales que hacia los sujetos que habitan. Con la aparición del conductismo, la ciencia podía reformar la educación en general y el funcionamiento de los centros escolares en particular.
En 1962 Callahan ya había explicado la influencia que tuvieron los negocios y la industria desde comienzo del siglo XX debido a los logros, desde allí surge la idea de que los negocios sirven para conseguir los objetivos que se propusieron.
El análisis del trabajo llegó a ser la base para el nuevo curriculum escolar y Federick Taylor con su “management científico” se convirtió en su referente que pretendía hacer de la escuela una empresa productiva del desarrollo curricular programado.
A partir de aquí las escuelas se nutrieron del conocimiento científico y dejando la responsabilidad de su elaboración a los expertos quienes son los que escriben sobre el curriculum, tarea que en ningún caso corresponde a los profesores.
Con el carácter científico que se le dá al diseño curricular pasó a ser una obra de ingeniería inspirado en las propuestas de trabajo de Taylor quién junto a Carters, Bobbit, Torndike, Skiner, Tyler fueron los iniciadores del nuevo campo del curriculum; su propuestas abarcaban el aprendizaje programado, objetivos conductuales, o también llamado operativos, medición del tiempo en todas las tareas. En su base reside una ideología de transmisión cultural según la cual el conocimiento se adquiere por repetición y objetivación.
Las primeras propuestas curriculares desde este enfoque se centraba en la educación como tecnología y que no tenía nada que ver con la formación de los sujetos sino más bien con el adoctrinamiento, con la instrucción, con otra forma de interpretar la enseñanza y el aprendizaje ajustado a los intereses bélicos, se buscaba resultados inmediatos no interesaban los procesos, en síntesis importaba el como más que el porqué. Se trataba de un contexto militar de la instrucción prevaleciendo interese formativos. Kliebard sostenía que la escuela era una “…maquinaria burocrática que transforma la materia prima cruda de la infancia en un producto socialmente útil” (Álvarez Mendez pág. 240).
Con la tecnificación del proceso didáctico, de corte conductista, se reduce el aprendizaje a conductas observables las que podían ser evaluadas y corregidas, lo que hace esto es convertir a los sujetos en “máquinas”. Con esta el taylorismo imponía una prescripción completa de las tareas del profesor, sin ningún margen de que pudiera experimentar otras formas de concebir otras formas de enseñanza. Se esperaba que los profesores cumplan sus tareas de un programa decidido por los expertos quienes están por encima de él.
A fines de la década del 60 se comenzó a descubrir nuevas formas de percibir el currículum, surge así las propuestas de los reconceptualistas. Son representantes de esta, teóricos como Kliebard, Hueber, Pinar, Phenix y Jackson. Estos autores comparten las distintas posiciones reconceptualistas y tienen entre sus objetivos prioritario la función liberadora que la educación puede desempeñar. Se trata de lograr su emancipación a través de la apropiación del saber y el acceso a la cultura. Sus principales críticas, se centraban en el rechazo de la teoría como aplicación de meras técnicas.
Una de las tareas que propone los reconceptualistas es pensar el curriculum de un modo diferente, más enriquecedor, más próximo a la práctica. Lo que se pone en juego aquí es la capacidad de los profesores para interpretar el curriculum y llevarlo a las aulas y que a la vez le sirva a él perfeccionar su propia práctica docente.
Acá el docente es una guía, alguien que ayuda a descubrir a aquel que aprende, debe problematizar los contenidos y los componentes del desarrollo curricular. Se tarta de provocar la reflexión y la toma de una postura que propicie la investigación y autonomía de aquel que aprende.
Para que esto suceda el profesor debe indagar a través de preguntas “inteligentes” para que exijan a los alumnos a justificar sus respuestas y desde qué postura realizan esta intervención. Pero también el profesor debe contrastar o repensar sus propias ideas en la práctica dentro del aula, que a esta altura se convierten en laboratorio en donde las ideas se convalidan constantemente. Con esto el curriculum supone un orientador de las prácticas de la enseñanza, en las que se comprueban las ideas antes de aceptarlas.
Una teoría del curriculum debe contribuir a identificar los aspectos del orden social preexistente, no lo podemos entender fuera del contexto en el que se configura, por lo tanto es curriculum es u objeto social e histórico.
Podemos decir que el curriculum es objeto de regulación económica y política concebido como ordenador social y económico de la sociedad.
La política curricular establece la incidencia de cada uno de los subsistemas que intervienen en un momento histórico determinado al establecer un mínimo de contenidos y códigos para todo el sistema educativo y que cumplen diferentes funciones dentro del mismo.
Desde el punto de vista social el sistema educativo atiende a un sinnúmero de diferentes tipos de alumnos, por lo tanto los curriculum deben expresar una cultura que se considere válida para todos, buscando la igualdad de oportunidades para cada uno de ellos y que ese “mínimo” marque la calidad de conocimiento y aprendizajes básicos para todo el sistema que precisa una política compensatoria para los más desfavorecidos.
“La definición de “mínimo” para la enseñanza obligatoria no es, pues un problema puramente técnico o de regulación burocrática del curriculum, sino que adquiere una profunda significación cultural y social, expresando una importante opción política.” (AMES MEJIA Jessica, pag. 5).
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