“LIBROS DE TEXTO” SEGÚN KUHN
Enviado por Albert • 30 de Mayo de 2018 • 3.025 Palabras (13 Páginas) • 386 Visitas
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al escritor de libros de texto el poder de reconstruir el campo de un científico y justificar sus conceptos ya cuando dio por sentado un paradigma, lo que nos lleva a pensar que en este capítulo los libros de texto son el compendio de lo que acepta una determinada comunidad científica lo que ayuda a la institucionalización de la ciencia.
En el capítulo 5, “Prioridad de los paradigmas”, Kuhn dice:
Una investigación histórica profunda de una especialidad dada, en un momento dado, revela un conjunto de ilustraciones recurrentes y casi normalizadas de diversas teorías en sus aplicaciones conceptuales, instrumentales y de observación. Ésos son los paradigmas de la comunidad revelados en sus libros de texto, sus conferencias y sus ejercicios de laboratorio. Estudiándolos y haciendo prácticas con ellos es como aprenden su profesión los miembros de la comunidad correspondiente. (p. 80)
Aquí el autor les confiere a los libros de texto la función de que son un legado para las futuras generaciones de científicos miembros de una comunidad. Esto se reafirma en la siguiente mención de la palabra en cuestión:
Una nueva teoría se anuncia siempre junto con aplicaciones a cierto rango concreto de fenómenos naturales; sin ellas, ni siquiera podría esperar ser aceptada. Después de su aceptación, esas mismas aplicaciones u otras acompañarán a la teoría en los libros de texto de donde aprenderán su profesión los futuros científicos. (p. 85)
En capítulo 11, titulado “La invisibilidad de las Revoluciones” Kuhn refiere que “…tanto los científicos como los profanos toman gran parte de la imagen que tienen de las actividades científicas creadoras, de una fuente de autoridad que disimula sistemáticamente la existencia y la significación de las revoluciones científicas.” (Kuhn, 2004, p. 212)
Aquí el autor menciona una ‘autoridad’ y en el siguiente párrafo nos aclara lo siguiente:
Como fuente de autoridad, acuden a mi imaginación, sobre todo, los libros de texto científicos junto con las divulgaciones y las obras filosóficas moldeadas sobre ellos. Estas tres categorías —hasta hace poco tiempo no se disponía de otras fuentes importantes de información sobre la ciencia, excepto la práctica de la investigación— tienen una cosa en común. Se dirigen a un cuerpo ya articulado de problemas, datos y teorías, con mayor frecuencia que al conjunto particular de paradigmas aceptado por la comunidad científica en el momento en que dichos libros, fueron escritos. Los libros de texto mismos tienen como meta el comunicar el vocabulario y la sintaxis de un lenguaje científico contemporáneo. Las obras de divulgación tratan de describir las mismas aplicaciones, en un lenguaje que se acerca más al de la vida cotidiana. (p. 213)
Con esto, podemos advertir que Kuhn le confiere a los libros de texto la autoridad de ocultar con astucia y de manera organizada las revoluciones científicas, ya que solo comunican el vocabulario y la sintaxis de un lenguaje científico, pero no la revolución en sí. En este mismo capítulo más adelante Kuhn (2004) menciona que:
…registran los resultados estables de revoluciones pasadas y, en esa forma, muestran las bases de la tradición corriente de la ciencia normal. Para cumplir con su función, no necesitan proporcionar informes auténticos sobre el modo en que dichas bases fueron reconocidas por primera vez y más tarde adoptadas por la profesión. En el caso de los libros de texto, por lo menos, existen incluso razones poderosas por las que, en esos temas, deban ser sistemáticamente engañosos. (p. 213)
Aquí el autor vuelve a referirse a lo que él llama la ‘disimulación sistemática’ pero en esta ocasión como engañosa ya que según él no proporcionan informes auténticos de las bases científicas del tema que se trate. Más adelante sustenta sus aseveraciones haciendo una diferencia en cuanto a los libros de texto:
“En la sección II señalamos que con el surgimiento de un primer paradigma en cualquier campo de la ciencia, existía una invariable concomitancia respecto a una seguridad creciente en los libros de texto o en sus equivalentes. En la última sección de este ensayo sostendremos cómo el dominio por dichos libros de texto de una ciencia madura, diferencia de manera importante su patrón de desarrollo del de otros campos. Por el momento, demos por sentado que, hasta un punto sin precedente en otros campos, tanto los conocimientos científicos de los profesionales como los de los profanos se basan en libros de texto y en unos cuantos tipos más, de literatura derivada de ellos. Sin embargo, puesto que los libros de texto son vehículos pedagógicos para la perpetuación de la ciencia normal, siempre que cambien el lenguaje, la estructura de problemas o las normas de la ciencia normal, tienen, íntegramente o en parte, que volver a escribirse. (p. 214)
Aquí es donde Kuhn (2004) cambia el sentido que le venía dando a los libros de texto, al señalar que deben reescribirse al existir un cambio, esto es, una revolución científica, lo cual reafirma en la siguiente frase, pero la matiza al señalar que no dejan de tener su función ‘disimuladora’:
…deben volverse a escribir inmediatamente después de cada revolución científica y, una vez escritos de nuevo, inevitablemente disimulan no sólo el papel desempeñado sino también la existencia misma de las revoluciones que los produjeron. A menos que personalmente haya experimentado una revolución durante su propia vida, el sentido histórico del científico activo o el del lector profano de los libros de texto sólo se extenderá a los resultados más recientes de las revoluciones en el campo. Así pues, los libros de texto comienzan truncando el sentido de los científicos sobre la historia de su propia disciplina y, a continuación, proporcionan un substituto para lo que han eliminado. Es característico que los libros de texto de ciencia contengan sólo un poco de historia, ya sea en un capítulo de introducción o, con mayor frecuencia, en dispersas referencias a los grandes héroes de una época anterior. Por medio de esas referencias, tanto los estudiantes como los profesionales llegan a sentirse participantes de una extensa tradición histórica. Sin embargo, la tradición derivada de los libros de texto, en la que los científicos llegan a sentirse participantes, nunca existió efectivamente. Por razones que son obvias y muy funcionales, los libros de texto científicos (y demasiadas historias antiguas de la ciencia) se refieren sólo a las partes del trabajo de científicos del pasado que pueden verse fácilmente como contribuciones al enunciado y a la solución de los problemas paradigmáticos de los libros de texto. (p. 214)
Pareciera
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