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La Evolución del Conocimiento. La aplicación de conocimientos

Enviado por   •  7 de Diciembre de 2018  •  1.965 Palabras (8 Páginas)  •  314 Visitas

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Si entendemos por bienes y servicios como todo aquello que es apto para satisfacer directa o indirectamente una necesidad humana; el buscar, el querer satisfacer nuestro conocimiento, el entendimiento de la realidad en términos muy básicos, o querer construir una base teórica de conocimientos que sustenten y apoyen a la ciencia aplicada, ¿no es el usar la ciencia básica para satisfacer nuestras necesidades y obtener bienes o servicios? ¿Dónde encontramos la línea que separa la ciencia básica de la ciencia aplicada, si según la intención que se le quiera entregar ambas son capaces perseguir un fin similar? Hasta la necesidad más básica de una persona puede ser satisfecha, tal vez no en su totalidad, pero si parcialmente por un conocimiento que no necesariamente sea de carácter científico y, que según lo que hemos explicado, puede ser considerado como “vulgar”. ¿Podemos considerar el uso de conocimientos sin discriminar su tipo como tecnología siempre que este logre satisfacer las necesidades de una persona?

Dejando de lado nuestra interrogante sobre la utilización de la ciencia, encontramos que ésta la podemos clasificar en dos tipos según su objeto de estudio, las ciencias formales y las ciencias fácticas, esto indiferentemente de si estamos hablando de ciencias básicas o ciencias aplicadas, pero como propusimos hace un rato, todas las ciencias se pueden considerar como aplicables según la necesidad e intención de los sujetos.

Acertadamente la ciencia es capaz tanto de abordar conocimientos ideales como de conocimientos tangibles. La primera clasificación, las ciencias “formales”, como los son la lógica y las matemáticas son conceptos que solo se encuentran en la mente humana. A un lógico y a un matemático nunca se les entregará un objeto de estudio, sino que estos construirán sus propios objetos inspirados o no, en abstracción de objetos reales. Los conceptos facticos no pueden existir fuera de nuestros cerebros, son representaciones ideales de conceptos que utilizamos para describir y comprender la realidad. Como por ejemplo los números, nacidos de la representación mental de conjuntos u objetos reducidos a un signo o símbolo para poder ser explicados. Sin embargo en la realidad nada es un número.

Algo que toda forma de adquisición de conocimiento tiene en sus inicios, es el empleo del método científico, el conjunto de pasos, técnicas y procedimientos empleados para formular y resolver problemas mediante la prueba o verificación de hipótesis. Este no necesariamente debe quedarse en la obtención del conocimiento científico o especializado, valga la redundancia. Si bien, entre los pasos que éste contempla encontramos la formulación de una hipótesis, la verificación de los datos y el análisis de estos, no son procedimientos que estén muy alejados de la realidad cotidiana.

El cuestionarnos el por qué de los fenómenos cotidianos simples, plantearnos una idea como respuesta anticipada que nos permita explicarnos y dejarnos tranquilos frente a nuestra inquietud y posteriormente mediante el ensayo y el error manejando los factores ambientales para que sean favorables a nuestro propósito es un método científico homologado a la vida cotidiana. El preguntarnos e investigar, por ejemplo, por qué nuestra mascota prefiere un alimento y no otro, puede llegar a tener una respuesta que podríamos clasificar como de un conocimiento vulgar, sin embargo nos permitirá aplicarla a nuestra próxima elección al momento de comprar y así satisfacer una necesidad, pero no estaremos haciendo tecnología.

El conocimiento lo podemos encontrar proveniente de una cantidad inimaginable de temas, siendo buscado por un gigantesco número de personas con características propias e impulsadas por una cantidad de intensiones tan diferentes como ellas mismas, mientras más factores comencemos a considerar mayor y mejor será nuestro entendimiento sobre la obtención e integración del conocimiento. Si bien este puede ser de un carácter vulgar o científico, podemos encontrar que la información más simple, carente de una complejidad de obtención en relación a aquellos más especializados, puede llegar a ser aplicada a nuestra vida cotidiana sin necesariamente considerarse “ciencia aplicada” y mucho menos entrar en la clasificación para poder llamarse una “tecnología”, pero sin embargo, nos puede estar permitiendo satisfacer alguna necesidad que nos esté aquejando sin tener que ser considerada como un bien o un servicio. Si consideramos al ambiente, que nos puede otorgar condiciones favorables o desfavorables determinándonos como sujetos y que condicionara la intención que nos impulsará a la obtención de conocimiento sobre un tópico en específico, podemos entender el uso o función que este tendrá. El uso que le demos al conocimiento es lo que finalmente marcará su carácter de aplicable o no. Ahora si bien este cumple con la totalidad de las características para poder llamarse “tecnología” no se podrá negar. Pero mientras esto no suceda, todo conocimiento puede entenderse desde distintos puntos de vista considerando lo dicho anteriormente.

En este artículo hemos considerado el método científico casi como un tema, al igual que las clasificaciones y evoluciones del conocimiento. Considerando además la cantidad de factores que debemos tener en cuenta para poder emitir una clasificación tajante, este es aplicable para alcanzar todo tipo de información y su aplicación tanto cotidiana y simple, como científica y compleja.

Referencias

- Acevedo-Díaz, J. A., Vázquez-Alonso, Á., Acevedo-Romero, P., & Manassero-Mas, M. A. (2005). Evaluación de creencias sobre ciencia, tecnología y sus relaciones mutuas. Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad, 2(6), 73-99.

- Alonso, Á. V., & Mas, M. A. M. (1999). Características del conocimiento científico: creencias de los estudiantes. Enseñanza de las ciencias: revista de investigación y experiencias didácticas, 17(3), 377-395.

- Bunge, M. (1979). La ciencia. Su método y su filosofía. Buenos Aires: Siglo Veinte.

- Sampieri, R. H., Collado, C. F., Lucio, P. B., & Pérez, M. D. L. L. C. (1998). Metodología de la investigación (Vol. 1). México: Mcgraw-hill.

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