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La construcción de la figura femenina en la narrativa gótica

Enviado por   •  13 de Diciembre de 2018  •  3.996 Palabras (16 Páginas)  •  308 Visitas

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La era victoriana constituye una época de sumo interés para los estudiosos, que nunca deja de ser retomada y tratada en distintos ámbitos debido a todos los cambios que tuvieron lugar en el mundo en esta época que toma su nombre en referencia al reinado de Victoria I, en Inglaterra. En estos tiempos comienza a asentarse la sociedad conmovida por los fuertes cambios que trajo consigo la Revolución Industrial en el mundo entero. A partir de este fenómeno, la burguesía alcanza una altísima prosperidad material que la coloca en la cima de la sociedad y, en efecto, los valores éticos de esta clase dominante se convierten en la única escala de valores vigente. Esta escala de valores representa una fuerte presión de la sociedad para adaptarse a las reglas de la vida que se consideran aceptables. Pero todos estos “sanos” comportamientos y esta moral aparente esconden otra moral oculta, que busca desacatar las reglas de la “sociedad perfecta” porque no hay un espacio para saciar los deseos. Entonces aparece la hipocresía, y todo aquello que se esconde bajo la alfombra. Los matrimonios en apariencia perfectos que puertas adentro luchan por mantenerse en pie, el amor que ya no existe o jamás existió, los temas sexuales completamente vedados, la perversión y los deseos oscuros que se ocultan en muchas mentes humanas, el poder de la Iglesia para gobernar las decisiones de las personas, cuando muchas veces tras esta imagen de amor cristiano se esconden los actos más atroces. En esta sociedad de doble moral y plena hipocresía la mujer en una de las principales víctimas. Si es atrapada en una relación extramatrimonial jamás volverá a ser respetada, si no cumple con sus labores maritales y hogareñas lo mismo, es atacada y evitada por la sociedad. Su papel es éste y no otro, la mujer que no entra en los estándares no es respetable y es digna de ser juzgada gravemente por la Iglesia y la sociedad en general.

No es casual que en estos tiempos surja el psicoanálisis y llegue a su auge el diagnóstico de trastornos tales como la histeria femenina, afección mental perteneciente al grupo de las neurosis. El ideal de la mujer victoriana es aquella ama de casa, esposa y madre perfecta. La pasión femenina está desvalorizada y mal vista, el ideal es la mujer desapasionada, la que piensa en frio y sólo mantiene relaciones sexuales para asegurar su reproducción. Esta opresión lleva a que muchas mujeres se sientan aprisionadas e insatisfechas en muchos aspectos de sus vidas, incluyendo el sexo, y acaban por padecer este tipo de trastornos que llega a su auge en esta época. Muchas mujeres eran diagnosticadas con histeria, diagnóstico que se daba a raíz de un conjunto de síntomas entre los que se hallaban los desfallecimientos, el insomnio, los dolores de cabeza, la falta de apetito, los espasmos musculares y crisis nerviosas que las llevaban a causar ciertos problemas o a tener sentimientos de melancolía y pensamientos de muerte.

Todas estas características de la mujer victoriana se ven reflejadas en la narrativa gótica femenina de la época. La Catherine de Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë es un claro ejemplo de mujer victoriana. Es una mujer problemática y ambivalente, con tendencia a ponerse en víctima y a llamar la atención mediante un dramatismo exagerado; sus crisis de nervios y desfallecimientos son claros síntomas de lo que en la época constituía la histeria femenina. Pero los síntomas que presenta Catherine no son caprichosos, son producto de una lucha interna que es central en la conformación de las heroínas góticas, está atrapada entre la espada y la pared, una pasión desesperada por Heathcliff —el amor de su vida— y el amor aceptado, pero efímero, que siente por Linton, el joven que la corteja. Catherine acaba por casarse con aquel que, reconoce, es el candidato aceptado socialmente. Es una mujer de sociedad, y debe conservar su status, que perderá de manera humillante si accede a contraer matrimonio con el hombre que ama, pero que es un hombre que no vive en buena ley y no proviene de una buena familia. Catherine vive atormentada luego por su elección y estos ataques que ya tiene de niña se hacen cada vez más graves hasta acabar con su vida.

La literatura gótica constituye una catarsis de todo aquello que las mujeres viven en su vida real y expresa sentimientos que en la realidad son suprimidos por los valores sociales predominantes. Es un espacio donde se liberan los tormentos y el corazón habla sin ataduras. Por esto las historias desgarradoras de muerte, pasiones que torturan la carne, amores enfermizos que someten a los personajes, fantasmas que van y vienen para recordar los errores que se cometieron en vida, accesos de locura, angustia y deseos de partir, inmortalidad tortuosa, y aquel ambiente desolado y triste que recrean los escenarios grises por los que deambulan los personajes arrastrados por sus demonios, demonios que no son en realidad monstruos fantásticos sino tormentos internos que nacen por presiones sociales y también individuales que llevan a los desdichados hacia su propio abismo.

Pero la pregunta es: ¿Por qué el género gótico continúa vigente hoy en día? ¿Por qué se reelaboran una y otra vez las historias como Drácula o Carmilla? Numerosas reelaboraciones en todos sus formas: series, libros, películas siguen apareciendo año tras año con el mismo éxito arrasador. Y es que el género es inagotable y hoy en día ha mutado y mucho, pero conserva su esencia intacta.

Tomando Drácula podemos decir que éste es uno de los más claro ejemplos: Tenemos varias versiones cinematográficas y también series de televisión que retoman la historia escrita por Bram Stoker. Además, no se traslada a Drácula a la sociedad actual, sino que se lo sigue representando en su propia época; y los personajes que conforman la historia continúan siendo estereotipos de la época victoriana. Entonces ¿qué es lo nuevo? Lo nuevo es la mirada actual. Nunca será igual la mirada que tiene el autor de la sociedad de la época que la que tiene un observador de unos dos siglos más tarde. Hoy en día tenemos una concepción más compleja de esos personajes, y los representamos en toda su realización. Tal vez en la época en la que fueron creados aún no conformaban estereotipos, pero lo son ante nuestros ojos. Mina, la inocente joven atormentada por el vampiro manipulador, que la convierte en su presa. Ya convertida a la condición de vampiresa, siente culpa por tener que alimentarse de la sangre de otros, ha sido víctima del vampiro, ha sido corrompida por él, y esto es una metáfora de la moral de la época: Mina no pudo elegir, pero ya no es una mujer honrada, es adúltera, es inmoral y atenta contra el orden establecido al atacar a la comunidad por la necesidad de alimentarse. Lucy, por su

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