La familia Pérez tenía una granja muy próspera a las afueras de la ciudad

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Andrés López, un niño al que le gustaba mucho llamar la atención hizo un comentario despectivo sobre su vestimenta, su maestro le llamo la atención pero de una manera muy leve, Pedro solamente pasó a ocupar el asiento que se le había sido asignado.

Con el paso de los días a Pedro lo discriminaban con comentarios aún más despectivos, tanto que a veces llegaba a renegar de su pueblo y sus tradiciones, muchos de sus compañeros lo golpeaban o lanzaban papeles, recibiendo los mismos siempre un leve llamado de atención por parte de su maestro, al que en realidad solamente le importaba terminar su clase e irse.

Pedro vivió amargas experiencias en su salón de clases, era culpado por todo lo que pasaba, si se perdía incluso un borrador por el despiste de algunos de sus compañeros, él era inmediatamente señalado, a pesar de no ser el culpable, sus compañeros eran muy prejuiciosos y los discriminaban haciéndole sentir muy inferior a ellos.

La situación que se vivía en ese salón de clases llegó a oídos de la Directora y por lo tanto de los padres de Pedro, que muy preocupados tomaron medidas para que el sufrimiento por el que estaba atravesando se terminara, los Compañeros de Pedro, el mismo Pedro, los padres de los estudiantes y los maestros empezaron a recibir talleres para acabar con la discriminación y los prejuicios que existían en el salón de clases, poco a poco Pedro fue encajando con sus compañeros ya que estos se dieron cuenta de que no por vestir diferente o tener otras costumbres y tradiciones se lo debe tratar de manera diferente y hacerlo sentir que era inferior a ellos. Estos talleres fueron extendidos a todo el colegio para que todos pongan su granito de arena para acabar con los prejuicios y la discriminación que existía.