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MATERIA: PROBLEMÁTICAS Y PERSPECTIVAS PEDAGOGICAS.

Enviado por   •  9 de Marzo de 2018  •  1.704 Palabras (7 Páginas)  •  287 Visitas

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- Las cualidades con las que se tipifica a los estudiantes, nunca pueden ser tratados como atributos en si, por el contrario, su carácter relacional es el que permite examinarlas en su dimensión socio-histórica de construcción. La lucha simbólica por estas divisiones entre los alumnos hacen interpretarlas como fuertemente sedimentadas a la vez que contingentes. Pensar a la escuela como un espacio de lo posible, adjudicarle la capacidad de torcer distintos destinos que se presentan como inevitables, presume superar las funciones que tradicionalmente se le ha adjudicado. Ello no significa pararse en una posición optimista pedagógica, sino asumir que junto a las funciones mas estudiadas de reproducción social. La escuela tiene un papel de transformación.

El alumno pobre puede escapar a su destino, ya que la condición económica es uno de los tantos aspectos que hacen al sujeto, con perseverancia y constancia todo objetivo es posible.

- Si nos detenemos en el sentido práctico que adquiere el constructo de "inteligente" en el ámbito de la institución educativa, vemos que el docente no sabe, es decir no reconoce constantemente que su sentido común define a la inteligencia del alumno a los fines de dar un veredicto sobre su rendimiento de mayor o menor excelencia y en función de la exigencias escolares más o menos implícitas. Las hipótesis surgidas del análisis de las entrevistas aplicadas a docentes en diversas investigaciones impulsaron el análisis centrado en el atributo frecuente con el que se califica a los alumnos: El de la inteligencia. Cuando el docente atribuye al alumno la característica de "inteligente" o "no inteligente" ¿La significa como una propiedad inmodificable, innata, o bien se refiere a una cualidad modificable, construida? De acuerdo con la respuesta a este interrogante será diferente el lugar que se le asigna a la escuela en la producción de experiencias y trayectorias.

En las sociedades tenemos creencias sociales, que son aquellas como esas afirmaciones que aparecen como verdaderas que nadie cuestiona, son ideas que la sociedad ha ido construyendo a lo largo de la historia que hay una parte de la ciencia que lo avala. El individuo, la causa de su fracaso y, entonces lo colocan en el orden de lo biológico, en la herencia familiar. Pero desde el punto de vista de la creencia social funciona. La gente termina reproduciendo ese discurso. Por lo tanto, es lógico, en una lógica social que es la de la desigualdad, que termine convencido de que no nació para el estudio.

El fracaso tiene como opuesto el éxito. O sea, son pares sociales que se han contenido en el discurso. Entre el éxito y el fracaso. Se debería primero igualar las condiciones y después ver el mérito.

Algunos maestros han correlacionado a la inteligencia interpreta como un talento, un don innato, con el rendimiento escolar. La lógica de estas creencias se aplica a los fracasados y es análogo a la visión del niño "genio" o "dotado" para el cual ofertan escuelas especiales, son las escuelas destinadas a la educación de los "talentosos". La ideología del don naturaliza las condiciones sociales de producción de niños y jóvenes "competentes" escolarmente.

Los docentes muchas veces apelando a metáforas, describen y anticipan los límites y posibilidades de escolarización de los diversos individuos y grupos.

- Tener en cuenta que la medida de la inteligencia es históricamente contingente significa romper con la hipótesis del supuesto de que las desigualdades sociales y educativas son debidas a una supuesta naturaleza sustancial. Considerada esta como universal y a histórica, por tanto como esencial. La teoría de la inteligencia innata explicitada por los determinantes biologicistas, lleva más de un siglo intentando imponer la visión de la contradicción entre la igualdad que se firma en los sistemas políticos democráticos y la desigualdad en su funcionamiento y estructura de la vida cotidiana es una contradicción inevitable por ser del orden de lo natural.

Por este motivo es que nos embarcamos en el intento de legitimiza otras miradas teóricas y con base empírica que problematiza sobre el vínculo entre capacidad intelectual naturalizada y el éxito o fracaso social y escolar.

Si la inteligencia es el modo de operacionalizar el racismo propio de la clase dominante en el capitalismo, cabe preguntarse qué sucede cuando se propone garantizar la continuidad en la escuela de aquellos que supuestamente no poseen el mérito de la inteligencia sino la condición social de la pobreza. La pobreza no es marca de inferioridad del alumno, sino de la condiciones de producción de su trayectoria.

La tesis de la inferioridad está presente a lo largo de la historia en las explicaciones que predican la existencia de una naturaleza humana a histórica y recobra fuerza en la actualidad, de manera muy nítida en los postulados de la ideología neoliberal que ha intentado imponerse como teoría fuerte del campo social y educativo.

La diversidad de aptitud que muestran los sujetos en el desarrollo de las tareas escolares se correspondería con las inevitables diferencias inscriptas en una supuesta naturaleza humana, siendo esta última la fuente y origen de la desigualdad y distribución del éxito escolar y social entre las clases, sexo y etnias.

Sostener una ideología que disocia el éxito y fracaso escolar de sus condiciones sociales de posibilidad requiere sin dudas, de la exaltación de supuestas honrosas excepciones. Para el caso de los fracasos escolares, las desigualdades en las condiciones sociales para aprender se transforman, por una suerte de alquimia individual (muchas veces identificado como inteligencia o déficit familiar).

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