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PRÁCTICA PROFESIONAL SUPERVISADA

Enviado por   •  18 de Noviembre de 2018  •  3.969 Palabras (16 Páginas)  •  359 Visitas

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Nos explican el contenido y nos dan un plazo para conseguir un lugar físico para realizar la pasantía. Desde ese momento fue un sinfín de sensaciones, arrancando por incertidumbre ¿no saber por dónde comenzar?, ¿con quién hablar? Y es ahí cuando recordé a los arquitectos con los cuales tenía más confianza en la época que trabajaba en la última inmobiliaria y no dude en enviarles un correo a dos arquitectos, que más confianza y paciencia me tuvieron en ese momento. Recuerdo que cuando no sabía interpretar el código o tenía dudas sobre el perfil edificable, no dudaba en llamarlos y hacerles las consultas, creo que esta pasión en parte se las debo a ellos. Les envié un correo a ambos, contándoles mi hazaña y necesidades. Uno de ellos no respondió, tiempo después me di cuenta que tenía mal el correo, pero si me contesto Gabriela y coordine una entrevista con ella, en su estudio.

Antes de contarles la primera entrevista, les comento que por la cabeza me pasaron millones de cuestiones, pero la más relevante fue el empezar a entender que uno va hacer un profesional. En ese momento, no entendía bien que significaba eso, pero sé que era algo que me daba mucho miedo, hasta que leí el texto del profesional reflexivo de Donald Schön y rescate el siguiente párrafo que me aclaro totalmente por qué sentía tanto respeto por esa palabra.

“Las profesiones se han hecho esenciales para el funcionamiento mismo de nuestra sociedad. Conducimos las principales empresas de la sociedad a través de profesionales especialmente formados para llevarlas a cabo, tanto si se trata de hacer la guerra y defender la nación, como si se trata de educar a nuestros hijos, diagnosticar y curar la enfermedad, juzgar y castigar a aquellos que violan las leyes, resolver conflictos, gestionar la industria y los negocios, diseñar y construir edificios, o ayudar a aquellos que por una u otra razón son incapaces de defenderse a sí mismos.”[1]

Y es ahí cuando entendí mi miedo a ser profesional, es verdad, no es más ni menos que estar al servicio de la sociedad, no solo porque corres el riesgo mayor, que el día de mañana se te puede caer un edificio, sino también porque uno es responsable por la gente con la que uno se relaciona, me pongo a pensar que el día de mañana alguien me va a contratar para llevar a cabo el sueño de su vida, que puede ser su casa y que van a dejar en mi esa responsabilidad, ese sueño, el cual no solo implica un montón de responsabilidades, sino ser consiente y coherente.

Esto hizo que mis miedos fueran peores, y con todos ellos afronte mi primera entrevista como futuro arquitecto. La arquitecta Gabriela en la actualidad es socia de un estudio y empresa constructora, generalmente diseñan y construyen sus propios negocios y emprendimientos.

Recuerdo que, en la charla con la arquitecta, me pregunto que me gustaba dentro de la profesión, y les soy sincero a lo primero no entendía bien a que se refería. Arranque hablando de todo, lo que me gustaba y lo que no, pero ella me interrumpió y me dijo te la voy hacer más fácil, ¿te gusta el estudio o la obra?

Ni dude en decirle la obra, sin saber si me gustaría, creo que fue por tener el concepto o la idea que en un estudio es más teórico que practico y este es un tema muy importante para mí. Consideraba que ya tenía demasiada teoría y nada de práctica y la realidad no tenía práctica en nada, ni en obra, ni en estudio, luego entendí que necesitaba ver cosas que había aprendido, como bien describe Barbieri, el saber-hacer.

[...] “En la personalidad la identidad diferencia tres tipos de componentes: los componentes de representación, como por ejemplo los saberes; los componentes operativos, como por ejemplo las habilidades, el saber-hacer, el dominio práctico; los componentes afectivos que implican en compromiso con la práctica, en este caso se habla de gusto, deseo, disposición, interés, que son generadores de práctica.”[2]

A lo largo de la carrera entendí que uno tiene que tener un gran compromiso, interés y responsabilidad. Es una carrera muy sacrificada y demandante, pero para poder entender y aprender esta profesión uno tiene que ver las cosas hacerlas tangibles. Es fundamental poder complementar esta carrera con una experiencia práctica.

Es por ello que no dude en decidir ir a la obra, quizás es por como veo mi futuro, siempre me imagine teniendo mi propio estudio y constructora, por eso considere arrancar por la obra. También aprendí que con el tiempo uno tiene que pasar por todas las aéreas que mas pueda en esta profesión, porque son totalmente complementarias, pero si hay algo que me dejo esta experiencia es que comprendí que cada uno se va a especializar en la parte que más le gusta dentro de la carrera, o bien que uno va hacer mejor un trabajo si le gusta.

“[...] las prácticas profesionales desarrolladas durante la formación de grado constituyen una instancia privilegiada de socialización profesional. Ellas operan como un espacio de transición en el que el estudiante ratifica, renueva o revoca una serie de acuerdos sobre los rasgos que caracterizan al “ser” y al “deber ser” profesional. El pasaje por la experiencia de práctica “marca” y en algún sentido “inaugura” la trayectoria profesional de cada sujeto”.[3]

Y es así como lo viví, recuerdo el primer día en obra. Mi jefa me hizo coordinar con su socio para encontrarme en la obra de Eva, así es como se la conocía en la empresa, se trata de un edificio en construcción sobre un terreno de doble frente, con subsuelo, planta baja y 9 plantas, se encontraba en la etapa de contrapisos e instalaciones.

Recorrí con la toda la obra contándome el estado y como seguirían los trabajos. Recuerdo que la sensación fue de miedo, de no entender nada, pero a la vez me sentía muy feliz, me daba cuenta que me gustaba lo que veía, la realidad es que por primera vez tenía una mirada distinta, observaba con más detalles, como eran realmente las instalaciones, como estaban distribuidas las unidades, y se me cruzaban un millón de recuerdo de cada materia de construcciones, creo que ese fue mi primera impresión de la obra. Recordé que cada plano de instalación que hacía por primera vez en la universidad, tardaba muchísimo para entender, saber medidas, porque los caños van a 40 cm, cuanto se le deja y ahora lo veía ahí, y entendía el porqué.

“Para volverse en profesional reflexivo hay que aprender haciendo.”[4]

“Un punto crítico de mayor recurrencia es la distancia entre la formación académica y la práctica profesional.”[5]

Uno no ve con esta profundidad

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