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Paradigmas de la medicina

Enviado por   •  25 de Octubre de 2018  •  2.609 Palabras (11 Páginas)  •  405 Visitas

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Como consecuencia directa de esto, el médico hubo de convertirse en moralista, en alguien capacitado para decidir qué es bueno y qué es malo para el enfermo, en un padre obligado a tomar decisiones en su lugar, porque él es como un niño pequeño incapacitado para hacerlo, en una madre que le hace más grata la enfermedad y en un sacerdote de la naturaleza que tiene poder sobre la vida y la muerte y actúa como mediador con el mundo divino. Estas actitudes, que de modo natural correspondió asumir al médico, han recibido en la literatura la denominación genérica de paternalismo infantil. Así nacería la difundida práctica de no brindar información al paciente sobre el diagnóstico, tratamiento y pronóstico de su enfermedad.

En resumen, se configuró, de modo natural, una situación en que el enfermo era considerado, no sólo un desvalido físico, sino también moral, correspondiendo al médico moralmente virtuoso la función de férreo director espiritual de éste, que no sólo aconseja, sino que decide en su nombre, le impone pautas de comportamiento y exige obediencia (Gracia D, 1989). Todo ello, inspirado en el Juramento Hipocrático que establece los principios éticos de procurar el máximo bien posible para el paciente (Beneficencia) y de evitar causarle daños (No - Maleficencia).

La Ética Médica en el Medioevo. El paternalismo Hipocrático transcendió sin dificultad alguna a la época medieval. Solo que ahora, por sobre el “orden natural”, se alzaría el “orden sobrenatural” como criterio supremo de moralidad. El “Juramento de Asaph” y la “Plegaria del Médico” de Maimónides constituyen testimonios de ello. La novedad de la ética médica medieval se reduce, básicamente, al tono marcadamente místico de la misma, expresión del dominio del credo monoteísta cristiano en la vida espiritual de la época.

El ajustamiento al orden natural conservaría su vigencia, pero sólo en calidad de criterio de moralidad supeditado a un criterio superior: el ajustamiento al orden divino. Así, el paradigma médico - filosófico propio de la Antigüedad sería subsumido en el paradigma médico - teológico típico de la época medieval. El cristianismo sería considerado “religión de enfermos” o “religión médica”. Su divisa sería: “curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre”. En correspondencia, se reconocerían dos ciencias: la Teología, para la salvación del alma, y la Medicina, para la salvación del cuerpo. El pecado, sería concebido como “enfermedad del alma”, y la enfermedad, como “pecado del cuerpo” (Minetti JA, 1989).

El rol sacerdotal del médico se potenciaría al máximo. La figura del médico - sacerdote, con su prédica de filantropía y ascetismo místicos tipificaría la atención de salud en la época. El Juramento Hipocrático sería cristianizado, pero sin alterarlo en su esencia. Así, el cristianismo otorgaría universalidad a la ética hipocrática, garantizando su vigencia a lo largo de muchos siglos.

Conforme a la ética cristiana, los deberes del médico medieval se resumían en la obligación moral de asistencia gratuita a los pobres, el compromiso de atender las necesidades religiosas del paciente, el cumplimiento de sus responsabilidades civiles establecidas en la legislación relativa al ejercicio de la profesión y el acatamiento de las normas de etiqueta profesional.

Es menester precisar, que la Medicina iría alcanzando el rango de profesión, sólo durante el período final de la época, dejando de estar, paulatinamente, en manos de clérigos, para comenzar a ser ejercida por laicos ilustrados, conscientes, no obstante, de su rol sacerdotal.

Los profesionales de la Medicina no conformaban aún un grupo social independiente, autorregulada, con facultad para determinar quién pertenece al mismo y cómo debe comportarse, tal y como acontecería en el mundo moderno.

La Ética Médica en el mundo moderno. El llamado mundo moderno nació con el capitalismo. Su advenimiento trajo aparejadas significativas transformaciones en la sociedad de la época y, consecuentemente, en su vida política y espiritual. El Estado se separaría de la Iglesia. Esta y la religión irían perdiendo su posición dominante. La Filosofía y las Ciencias Naturales se liberarían progresivamente de la Teología. El hombre, y no Dios, sería considerado el auténtico creador de un orden moral, moldeado según su razón y su voluntad, mediante su libre actividad en todas las esferas de la vida. El liberalismo burgués constituiría la ideología inspiradora de tan transcendentales cambios.

La Ética se haría antropocéntrica (pondría al hombre en el centro de sus reflexiones). La moral dejaría de ser concebida como heterónoma, es decir, determinada por algún ente (naturaleza, Dios) distinto al propio hombre, para ser asumida como autónoma y fundada únicamente en la racionalidad científica. Sobre esta base, la Ética se constituiría en disciplina científica independiente y se desarrollarían las éticas profesionales como deontologías o doctrinas del deber profesional.

Con el surgimiento de los colegios médicos, la Ética Médica dejaría de ser cuestión personal del profesional, para transformarse en cuestión institucional. Estos cuerpos profesionales se controlarían a sí mismos valiéndose de un código de ética o deontológico de carácter interno. Así, la Ética Médica se desplegaría y consolidaría como Deontología Médica.

Entre los siglos XVI y XVIII se publicarían varios tratados deontológicos que sirvieron de antecedente a la obra clásica de la Deontología Médica: La Ética Médica, del inglés Thomas Percival, publicada a inicios del siglo XIX. En ella, adquirió expresión acabada el “orden médico”, como orden normativo interno propio de la profesión. Las normas de etiqueta, que exigen del médico comportarse como un perfecto “gentleman”, constituyen su núcleo fundamental.

El código deontológico de Percival constituiría la expresión ilustrada e institucionalizada del paternalismo hipocrático. Sus objetivos fundamentales eran, por un lado, la defensa de los intereses profesionales del cuerpo médico y la salvaguarda de la calidad, dignidad y prestigio de la práctica médica, y por otro, garantizar que la acción médica se realice en interés del hombre y la sociedad, buscando siempre el máximo bien posible para ambos (principio de beneficencia).

El paternalismo propio del código de Percival sería criticado desde las posiciones del liberalismo burgués extremo dominante en la época. Quizás esto explique la atenuación de éste, expresada en la idea de decir siempre la verdad al enfermo, excepto en aquellas enfermedades de curso

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