Recorrido por armenia

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Luego de Inglaterra fuimos en tren hasta la ciudad de París, Francia. Aquí tampoco tuvimos mucho tiempo pero pudimos visitar dos veces la Torre Eiffel, de la cual me enamoré. Fuimos también a la hermosa Catedral de Notre Dame, es un edificio enorme y muy lindo con representaciones de religión en vidrio y otros materiales. También dimos un paseo por el Sena, a través del cual pasamos por debajo de 12 puentes. Entramos al museo del Louvre, el cual no pudimos disfrutar mucho ya que para llegar a ver a la Gioconda había que caminar mucho y sólo teníamos 45 minutos.

Ese fue nuestro último destino, el viaje en algunos momentos parecía pasarse rápido, en otros momentos parecía tardar una eternidad, pero fue algo hermoso que no se va a repetir y el recuerdo queda en todos nosotros como algo muy lindo e inolvidable.

Uno de los lugares que más me gustó en Armenia fue Cascade, cinco pisos con muchísimos escalones entre ellos, distribuidos como una cascada, y en cada piso, distintas e impresionantes obras de arte, ya sean hechas con elementos artificiales (como porcelana, plástico, metal, etc) o naturales (como pasto y flores). Este gran monumento tenía dos formas de ser observado, una era subiendo por las escaleras mecánicas y la otra caminando, yo subí junto a dos compañeras caminando y fue muy emocionante llegar a la cima de esta estructura habiendo subido así. Luego del último piso hay más escaleras que llevan a una Ópera y la vista de la ciudad desde ese punto (al cual también subimos) era hermosa, se veía todo Yereván, incluyendo el Dzidzernagapert y el monte Ararat se veía en el fondo como si hubiese sido pintado con acuarelas, la vista es una imagen que, aun habiendo llegado a Buenos Aires, no se va de mi cabeza.

En la ciudad de Yereván, que es en mayor parte nueva, casi todos los edificios son públicos, es decir, el centro, la plaza de la república, la ópera. Kaskade es un edificio nuevo también pero este es privado, fuera de la ciudad se encontraba la Biblioteca y Tumo. Eran antiguos el aeropuerto de Zvarnots, el hotel Aní Plaza, el monumento a Saradabad, el monumento del Dzidzernagapert, la mayoría de las iglesias (algunas con remodelaciones) y las ruinas.

En Armenia yo pude hablar solamente en inglés ya que no entiendo casi nada del idioma armenio y allá casi nadie habla español. En el Mercado de Frutos y en el Vernisage pude entender algunos de los precios que decían los vendedores, pero no sabía responder más allá de un sí o un no (ha/che). Y cuando intentaba prestar atención, y ver los gestos que hacía la gente al hablar, podía entender algunas palabras. Recuerdo que en el aeropuerto Zvarnots un hombre que estaba haciendo el tax-free dijo mi fecha de cumpleaños y pude reconocerla y saber que hablaban de eso.