Reporte de lectura: DE LA PRÁCTICA REFLEXIVA LA TRABAJO SOBRE EL HABITUS.

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En cualquier circunstancia, trabajar sobre la diferencia entre lo que hacemos y lo que desearíamos hacer significa, a fin de cuentas, trabajar sobre uno mismo, ya sea para aumentar el propio rendimiento o para transformar una relación desgraciada o poco hábil con el mundo y los demás. No obstante, el propio cambio es lo que cuesta más, aunque lo deseemos: trabajar sobre uno mismo a veces obliga a convertirse en otro. La competencia de un experto consiste en hacer las cosas bien incluso cuando las condiciones de la práctica no son las mejores.

Hablando de práctica y el trabajo en el aula, se tiene que ampliar el margen de visión porque la práctica también consiste en el trabajo entre bastidores, solitario o en equipo, en el aula, la sala de profesores, el centro de documentación o en casa, e incluso en el bar o en el autobús. Lo que está en juego fuera de la clase influye en lo que pasa y forma parte de la práctica. Por lo tanto, no hay ningún motivo para excluir a este continente oscuro del análisis. No obstante, tendemos a dar privilegio a los momentos más interactivos y, entre los períodos de preparación, si se habla de ello, las tareas más objetivables.

La orquestación de los habitus obliga al que cambia, no solamente a un trabajo sobre sí mismo, lo que no resulta fácil, sino también a una nueva negociación de los compromisos y las costumbres que rigen sus relaciones con los demás. Por tales motivos, necesitamos hacer hincapié en el reconocimiento de un inconsciente práctico en el ámbito profesional y en el interés de ampliar la práctica reflexiva en este sentido.

La práctica docente es un campo minado donde se debe tener un cuidado meticuloso a la hora de estudiarle en la acción. Ya sea entre el colectivo o de manera auto inducida debido a las altas posibilidades de pre juzgar las múltiples situaciones y posibilidades que se encuentran adheridas al contexto o que emanan de el mismo. Se maneja burdamente la expresión “campo minado” porque realmente funge ese papel en cuestión de las emociones. Donde se espera entrar con un ánimo objetivo y transparente, se es recibido con sensaciones encontradas de defensa y negación.

La misma desinformación lo propicia, la pre-autocrítica lo da por manifiesto, es difícil abrir las puertas de un espacio donde se ponen en juego multitud de aspectos de los que, la mayoría de las veces, no se tiene una noción clara de su origen o de su frecuencia. De los intentos que se puedan constatar queda visible un enfoque objetivista y unilateral donde se privilegia una dicotomía de SI y NO, hace esto o no lo hace, presenta esto o no lo presenta, etc. y si bien son características interesantes de recuperar, faltan aspectos más complejos pero sustanciales que dan luz de lo que ocurre durante el proceso de acción educativa.

Partir de una reflexión y adentrarse hasta una revisión del ser inconsciente y natural para descubrir los móviles que llevan al sujeto a actuar es, sin dudas, una exposición a una alta gama de oportunidades que dan por sentado un pequeño pero significativo avance.

Existe una tendencia hacia la rigurosidad de la evaluación hacia el docente, revisar más sus conocimientos, limitar sus espacios y oportunidades de expresión frente al grupo aumentando la carga de trabajo y la información que debe procesar; esto es más bien una caza mediática desmedida.

Partiendo de la información empírica de campo, la realidad docente se vive como un secreto a voces, profesores que tienen problemas para procesar el estrés, para dirigir un grupo, para dominar los contenidos, para comprometerse con su labor ética y profesional, etc. si se quisiera, sólo bastaría con un barrido de campo y se etiquetaría a un GRAN porcentaje docente como “no idóneo” pero, las autoridades, de forma consiente o inconsciente dejan pasar esto porque saben que sería o es, de forma latente, un arma de doble filo.

Observando desde otra perspectiva, dichas carencias mencionadas líneas arriba, debería ser el principal factor de trabajo en los colectivos, actualmente desde el enfoque de las reuniones de CTE; y antes de caer en un debate de si somos homo sapiens sapiens u homo emotivus, se puede decir que es de primera instancia un compromiso efímero, hasta que, del inconsciente colectivo surja un interés direccionado sobre criterios humanísticos congruentes así como una reestructuración profunda de los principios e intereses que rigen la política nacional.