Trabajo práctico integrador Semiotica General UNA
Enviado por Sara • 27 de Diciembre de 2018 • 1.269 Palabras (6 Páginas) • 676 Visitas
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Tomando en cuenta los tres mensajes uno podría decir que el espacio de las fotos es el mismo, pero treinta años después. La misma habitación, pero ya no con la familia, sino que solamente con aquella bebé que hoy es una mujer de treinta años. Las ausencias mostradas en el pie de la segunda imagen refuerzan las ausencias expuestas en la segunda imagen: los padres, desaparecidos. Y ella, hoy, nos interroga con su mirada. Nos pide por favor que no olvidemos esas ausencias.
En la segunda imagen elegida, no hay mensajes lingüísticos presentes. El mensaje icónico denotado muestra el juego de una metaimagen: una imagen dentro de otra imagen. Allí, vemos a una muchacha sonriente y, sobre esta, proyectada la imagen de una mujer, también sonriente, con un bebé en brazos. Esta imagen proyectada parece haber sido sacada de un álbum familiar. El juego de superposición hace que casi la imagen del bebé sea proyectada sobre el rostro de la muchacha. Físicamente ambas son parecidas. Dentro del mensaje icónico connotado podemos tomar los parecidos físicos entre ambas y leerlo como la existencia de una relación parental; de la misma manera que el hecho que se proyecte al bebe casi sobre el rostro de la muchacha sea señal que aquel bebé es actualmente la muchacha. Además del parecido físico podemos marcar un connotador de pose que nos lleva a asemejar a la mujer con la muchacha.
Tomando en cuenta estos mensajes uno podría decir que no hay quien haga desaparecer a la familia, esas huellas quedan en nosotros impresas en nuestros cuerpos, esas huellas nos revelan como familiares.
Schaeffer tensiona a la imagen fotográfica señalándola como un ícono indicial o índice icónico[2]. Las dimensiones semióticas que se ponen en juego en ambas fotografías son el pasado y el presente. Dentro de las dinámicas receptivas propuestas como clasificación por la autora, ambos proyectos juegan entre el recuerdo y el testimonio. No por nada ambas tienen como foto base o primera una foto familiar del pasado; y la segunda, desde hoy, actualiza la primera. El recuerdo de lo que fue y podría haber sido, versus la denuncia de lo que es realmente.
Tomando ahora el texto de Eco, uno puede señalar todos estos connotadores mencionados y tomarlos como deícticos o huellas de la narración[3]. Los autores le ponen un nombre al proyecto (“Ausencias” en el caso de la primera foto; “Arqueología de la ausencia” en el segundo), sitúan un ahora (año 2006 en el caso de la primera foto; 1999 en el segundo), deciden construir su texto fotográfico con dos imágenes (como un díptico en el primer proyecto, como superposición o metaimagen en el segundo). Nos van trazando con ellos un recorrido para que, como receptores, vayamos andando el camino con el fin de la interpretación. Recíprocamente, esto también genera una imagen de Autor Modelo que pergenió este recorrido como estrategia de significación. A estos Autores Modelos les interesa la denuncia de la ausencia, pretenden remarcarla y ponerla en evidencia.
Ambos proyectos cuentan con la superposición de dos imágenes para generar una tercera: los proyectos. Estos proyectos podrían ser tomados como el concepto de metáfora ricoeuriana en tanto predicados impertinentes[4]. Esa superposición que da origina al proyecto forma una relación, en ambos casos, ideológica. Ideológica en tanto su apoyo en el imaginario social y generadora de empatía e identificación, y también accionable. La propia acción de la concreción del proyecto muestra, valga la redundancia, su posibilidad de acción; no pudiendo asociarse con la utopía (la que se encuentra en el plano del no lugar). Ambos proyectos nos muestran una postura, una decisión tomada, un plan de acción de denuncia de lo no dicho, de lo que ya no está porque nos fue robado. Por todo esto es que la relación entre la imagen y la ficción no puede ser utópica.
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