Trayectoria escolar y el contexto
Enviado por Helena • 1 de Agosto de 2018 • 10.201 Palabras (41 Páginas) • 939 Visitas
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En la historia de vida que voy a desarrollar (mi historia) tendrá más que ver con la edad escolar de la primaria, la adolescencia y la relación con el trabajo, las necesidades familiares, hasta llegar a la experiencia de la educación a larga distancia que se concreta cerca de la edad media, como también el ingreso a la Universidad, su recorrido, hacer las practicas docentes sin dejar de lado las huellas de mi biografía que, de alguna manera, pudieron ser la base de dicha práctica.
Nací a fines de la década del 60, mi padre en 1967 tenía 21 años y se casa con mi madre de tan solo 16, ambos de familias muy humildes, trabajaban de pequeños.
Comencé la primaria en un Colegio parroquial en 1973, cuando estaba en segundo grado, un día de mucho frio estaba formando para decir la oración a la bandera cuando suben la insignia patria y la vuelven a bajar para ponerla en media asta. Lo que me llama la atención, salgo de la fila al ver que venía el sacerdote hacia el patio para preguntarle porque hicieron eso con la bandera. Me toma de la mano y me cuenta que había fallecido Perón el presidente de la Nación. Efectivamente, la muerte del líder justicialista se produjo el 1 de Julio de 1974 lo que lleva a su esposa, María Estela Martínez, a convertirse en su sucesora hasta 1976, cuando la destituye un golpe militar. Comienza una de las etapas más oscuras de nuestra historia. La represión que pone en marcha el régimen militar es implacable. Estudiantes, sindicalistas, intelectuales y profesionales son secuestrados y “desaparecen”. Mucha gente debe exiliarse para evitar ser detenido por grupos militares
Mi padre, desde los 16 años, trabajaba en la fábrica de agroquímicos Chemotécnica Sintyal[1] a los 18 años ingreso al sistema de los trabajadores en blanco del país, en total trabajó 15 años en la fábrica, en 1977 renuncia por la crisis en los sueldos de esos momentos, yo contaba con 8 años de edad y pase de ir a un colegio Parroquial, “Nuestra Señora del Pilar”, a un colegio estatal a dos cuadras de casa que en esos momentos era considerado Rural, era un colegio construido de madera (casillas) la única estructura de material era la dirección , que a su vez era secretaria y salita de emergencia.
A la distancia se podría decir que era una bella escuela en forma de U que en el centro se encontraban los baños y en un extremo la dirección y en el otro la cocina, donde se realizaba la copa de leche como se denomina a la taza de leche que se brindaba en el segundo recreo, producida por los alumnos de séptimo grado con la docente más antigua de la escuela, La señorita: Mercedes.
El cambio de estructura y contenidos eran muy marcado, lo sufrí en ese entonces, luego me fui adaptando a la escuelita como le decíamos todos, a su calor, a sus problemas a sus docentes, jamás los sentí quejarse, no recuerdo que hayan faltado. Nunca un comentario negativo hacia nuestra persona, como por ejemplo: que pensaran que nosotros no vayamos a ser personas de bien. Tampoco recuerdo que nos alienten a estudios medios y menos superiores, en matemáticas nos decían deben aprender para que nadie se aproveche de ustedes cuando vayan a comprar, tienen que leer, para que nadie tenga que leer por ustedes.
En el año 78 el gobierno de la provincia decide construir el edificio de la escuela, entonces, como no se podía cerrar la escuela por 18 meses, que era el plazo estipulado para la finalización del edificio, los dueños de unos viñedos prestaron su quinta para que funcione como establecimiento por un corto plazo, “La quinta Peñaflor” estaba ubicada a dos cuadras de la misma, las aulas eran en los espacios que tenían la misma.
Nosotros “5to grado” cursábamos en una entrada de la casa que no tenía paredes era un halls con las columnas y el techo, casi en la entrada principal, los demás grados se distribuyeron en el quincho, en los tanques de vinos, que ya no se usaban, en distintos cuartos que se encontraban en el espacio y podían servir de aulas. No tengo recuerdos de esos lugares, ya que, las maestras no nos dejaban deambular libremente por la quinta. Los recreos eran casi en el lugar, como mucho nos parábamos en el camino pavimentado de la entrada.
Paso todo el año, con la promesa de que ya estaríamos en la nueva escuela, al atrasarse su construcción, el municipio donó unos terrenos fiscales frente al arroyo que pertenecía al Río Reconquista, frente a la jabonera, como se la llamaba a la fábrica de jabón, los padres un fin de semana levantaron las aulas de maderas de la antigua escuelita donde comenzamos el ciclo lectivo de 1979. La señorita Mercedes el primer día de clases ponía en sus manos unos papelitos y cada uno escogía uno , decía el día de la semana y el número del mes que asignaba quienes traerían un litro de kerosene, para calentar el aula en los días de invierno, también llevar leche o chocolate en polvo para los días festivos.
Recordando este fragmento de la historia, y esto de que la trayectoria escolar marca y construye las prácticas, hace dos años que doy clases en FINES II El Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios (FINES) está específicamente diseñado para brindar a jóvenes y adultos que no han podido terminar su escolaridad el apoyo y las herramientas necesarias para culminar sus estudios.
(http://portal.educacion.gov.ar/secundaria/programas/plan-fines/) como ya se sabe, este plan de terminalidad no tienen un edificio propio donde se dicten las clases. Por lo tanto, me ha tocado dar clases en un local, en una estructura precaria, sin baño, sin los recursos necesario que sería los elementos básicos para dar clases. Estas se han desarrollado con papeles de madera colgada o pegada en las paredes y escritas con un fibrón, hemos chapoteado en charcos de agua dentro de lo que se considera aula.
En las reuniones de los profesores muchos renunciaban por las condiciones precarias, otros se quejaban exacerbados y tal vez con mucha razón. Pero en mi caso pensaba, los maestros que tuve en la primaria, en la escuelita, también pisaban barro dentro del aula, arreglaban el calentador que estaba en la esquina, tenían en la cartera un destornillador porque se trababa la puerta , y con el hacía de picaporte, para no quedar encerrados. Sin ellos, sin sus ganas, sin sus pies fríos, yo no hubiera terminado la primaria en tiempo y forma, no hubiera aprendido la tabla del cinco, con esa lluvia que no dejaba escuchar la melodía de la tabla en la voz de la señorita Cristina, o las risas de la señorita Dora cuando le preguntaban si el tenista “Canno” era algo de ella por tener el mismo apellido.
Recuerdo a las docentes del primario siempre impecable, sus guardapolvos blanco cristal,
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