UNA FLECHA EN LA DIANA: LA EVALUACIÓN COMO APRENDIZAJE

UNA FLECHA EN LA DIANA: LA EVALUACIÓN COMO APRENDIZAJE.

Autor: Juan Manuel Santos Guerra

Mucho se habla de evaluación en nuestros tiempos, y es entendida como la recopilación de datos que sólo tienen la función de establecer estadísticas sobre la calidad institucional. Suele referirse a evaluación, pero también a assessment, donde se cree y supone se resaltan los puntos positivos y negativos.

     En mi corta experiencia laboral dentro del sistema educativo gubernamental e incluso en el sistema privado educacional, la evaluación tiene una función opresora y desmoralizadora para los sujetos evaluados. Siempre había aborrecido la evaluación de nuestro sistema educativo, pues no hay una respuesta constructiva. Sin embargo, Juan Manuel Santos Guerra con su libro “Una Flecha en la Diana: la Evaluación como Aprendizaje”. Me proporciono un punto de vista diferente y genero una visión diferente acerca de la verdadera función de la evaluación institucional. Mi opinión negativa de la evaluación surgió por el escaso uso que se hace de los resultados de las evaluaciones para realizar aprendizajes encaminados a la mejora. Se pone un gran énfasis en la forma de conseguir rigor en la comprobación de la adquisición de los aprendizajes, pero no tanto en el valor que encierra esa información para comprender lo que se hizo durante el trayecto y mejorar el trabajo posterior.

     En nuestros días la evaluación continúa entendiéndose como aquella culminación de un proceso de enseñanza, como un punto final que sólo arroja datos cuantitativos que son utilizados para estadísticas y se deja a un lado aspectos que inviten al diálogo y al debate entre el evaluador y el evaluado. Si centramos la atención de la evaluación en la mera estadística los resultados obtenidos se cierran sobre sí mismos, sin probar reflexión alguna sobre el proceso de aprendizaje esperado como y sobre las posibles repercusiones en las nuevas prácticas que podemos llevar a cabo.

Aunado a ello, dentro de nuestro sistema he visto muchas evaluaciones que han finalizado en el momento de conocer o comunicar el resultado (Sisat, PISA, examen de conocimientos), no se ha explicado el porqué del mismo, incluso en los casos en que se haya producido sorpresa, discrepancia y sensación de injusticia en los evaluados. No se ha producido un diálogo sobre la lógica y la ética del resultado y sobre los sentimientos que han provocado. Pues todas las valoraciones, los comentarios, las reacciones se quedan ahí en el ocaso del silencio, y aunque tal vez no soy un escritor experto puedo decir que se quedan en la intimidad del evaluado despertando incertidumbre, sospecha, duda, y en el caso de los evaluadores, en dimes y diretes con los compañeros de trabajo, amigos.

     Ahora bien, la evaluación no sólo queda entre el evaluado y el evaluador, sino que pasa a los padres de familia, ya que a ellos se les entrega el informe de los resultados obtenidos (boletas de calificaciones) en la evaluación aplicada, y si por no fuera menos, se les pide que estampen una firma de que están enterados de sus calificaciones. Este es un punto esencial, pues Santos Guerra, también hace mención que los padres se preocupan más por los resultados cuantitativos que por el aprovechamiento de su hijo, pero con certeza puedo adjudicar la culpa a nuestro sistema, pues a emancipado a las familias con una falsa verdad, con el objetivo de generar en nuestras futuras generaciones mayor plusvalía y así mantener el capital. Aunado a ello, se cree que los profesionales de la educación generan encuentros con los padres para tratar asuntos relacionados a los resultados obtenidos, sin embargo, no se lleva a cabo^[1].