70 años de Cortázar
Enviado por brunelacc • 1 de Diciembre de 2018 • Reseña • 1.451 Palabras (6 Páginas) • 466 Visitas
70 años de Cortázar
Unos ojos grandes e inquisitivos más separados de lo normal, un pitillo en los labios y una barba abundante y cuidada, éstos son los rasgos distintivos del escritor Julio Cortázar.
Cuando uno admira a alguien, le interesa todo sobre él ¿De dónde salió Julio Cortázar? Un gran escritor siempre ha sido un gran lector, si nos remontamos a su más tierna infancia él era un niño que nació en Bélgica cuando la primera guerra mundial ya había incoado y se crio en un ambiente de mujeres ya que su padre (haciendo uso de un eufemismo) se había convertido en una figura borrosa para él. En ese escenario de incomprensión, el “TESORO DE LA JUVENTUD” de WM Jackson significó un escape a sus más profundos pensamientos y el punto clave para encontrar su esencia en el campo de la literatura. Este quiebre en su vida impulsó el destino de su vocación, así arrancó desde muy temprana edad y a los nueve años escribió su primera novela, una producción muy lacrimosa, muy romántica. Cortázar siempre fue muy sentimental, era de los que lloran en el cine y luego salen disimulando la cara y a quien hasta la más suave llovizna podía crear en él los más cálidos versos. Solía escribir sonetos a sus compañeras de primaria, de quienes se enamoraba fatalmente y solo sus letras de amor podían calmar sus intensos arrebatos de ilusión. Este camino lo llevó a encontrarse con los poemas de Edgar Allan Poe que lo habían conmovido hasta el punto que cuando niño escribió una serie de estrofas que se convirtieron en un plagio involuntario, pero esto no tergiversó la intensión de fondo de su talento. De esta forma, la poesía pasó a ser fundamental en su vida, lo fue extrayendo, perfeccionando y llevándola a ser parte de él.
¿Cómo era Cortázar? Puedo describirlo con dos palabras: tierno y fraterno. No sé si lo definen, pero su suavidad en el diálogo y el tono de confidencia de una voz grave que arrastraba las erres, lo hacía parecer ciertamente tierno.
Fraterno. Yo creo que entendía la fraternidad como una forma de la solidaridad humana. Más que la ideología, lo que lo llevó a defender las causas de Cuba y Nicaragua, fue el sentido de la fraternidad que le dio a la justicia social y que lo llevó a ser parte, desde 1974, del Tribunal Russell que investigaba los crímenes de las dictaduras. Ese año, Cortázar publicó la que es tal vez la más política de sus novelas “EL LIBRO DE MANUEL” (1973). Convirtiéndose así de algún modo en un escritor mágico y de gran compromiso político y social.
Cortázar fue muchos escritores, pero sobre todo dos. El primero, fascinado por la maquinaria de la narración, concibió cuentos que abundan en vueltas de tuerca y efectos clásicos. Una de sus más grandes producciones fue «La noche boca arriba» (1956), donde crea la historia de un personaje que tiene un accidente de motocicleta y, durante su convalecencia en el hospital, alucina con un guerrero que será sacrificado por una tribu mesoamericana, para luego descubrir que en realidad él es la víctima del sacrificio, soñando con un futuro incomprensible y «un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas». Los giros no sólo comportan una recompensa narrativa, sino esencialmente un shock existencial, aquello que Cortázar llamaba «la cachetada metafísica», a través de la cual adoptaba un estilo único, donde la realidad era confundida con la fantasía, y en un trasfondo es simplemente la verdad de nuestras vidas, a veces un sueño, a veces real o simplemente irreconocible a nuestros ojos humanos. Y eso nos lleva al segundo escritor, que, cada vez más receloso de artificios, empezó a resistirse a la pulcritud del relato y a experimentar con estructuras abiertas, perspectivas múltiples y lenguajes mixtos, haciendo de sus textos, obras de arte, magníficas y llenas de su alma.
De la misma manera, LOS VENENOS (1956) fue el cuento que me concedió mi primer contacto con Julio Cortázar y al culminar la lectura tuve que releerla, no por falta de concentración para una buena comprensión lectora, sino porque que me di cuenta que estaba tratando con un autor que podía relatar una sencilla experiencia de la vida, que a lo largo del texto, me envolvía en las metáforas y hacía que espere con ansias el desencadenamiento de aquella acción, pero a cambio de ello me regala un final que me desconcierta y lo que parecía una simple anécdota, pasa a ser en realidad un relato construido por recursos literarios que embellecen y ocultan el verdadero mensaje.
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