Cuento para adolecentes

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El nuevamente comento: -Al parecer los ratones te comieron la lengua, bueno te doy esta manzana, porque observe como intentabas tomarla, así que me diste pena y te la obsequio. Tomo mi mano izquierda y me la dio, y dijo: -Adiós, y espero que para la otra te pueda escuchar, dio media vuelta y se fue.

Regrese a terminar la clase, la maestra noto mi ausencia mental, pero no menciono nada, de camino a casa, observando el paisaje, comencé a pensar:

-¿Quién era ese muchacho?, ¿Qué hacía ahí? y si volvería a verlo, ver sus tirantes café que combinaban con sus mocasines, ver su sonrisa pícara y sus brillantes ojos negros en ¿qué estaba pensando?, si casi nunca salgo, ¿cómo volvería a coincidir con él?, ¿tendría que ir más seguido al campo?...

-Luz Marina, ¡baja!, ya llegamos muchacha, ¿en qué piensas?...

Esas palabras de mi nana, hicieron que volviera a la realidad.

En la noche, cuando llego mi padre, y decidí armarme de valor, para decirle que deseaba ir a la escuela, no más clases particulares, quería convivir con personas, sin necesidad de mi nana, el chofer o un guardaespaldas y así fue, se lo comente:

-Luz Marina, pequeña, prometí que viviría por ti, que te cuidaría, que nada te pasaría, no puedo permitir que salgas de la casa, si no es acompañada, ir a la escuela del pueblo, implica que pases momentos sola…

Pero veo tu mirada triste, así que traeré a tu tía y tu prima, para que te hagan compañía en esta casa, si vas a la escuela que sea con tu prima Marcela, estaría más tranquilo.

Me salieron algunas lágrimas, lo abrace, y dije: -Gracias padre, me has hecho muy feliz. Corrí hacia mi recamara, emocionada porque ya no estaría en la casa, saldría, viviría, tendría nuevas experiencias, y que mejor que con mi prima.

Pasaron aproximadamente 5 días, junto con mi padre fui a la central de autobuses del pueblo, estaba en las fronteras del mismo, no había llegado tan lejos, cerca de la central estaba el rio, y a lo lejos se podía observar otro poblado, y le pregunte que si de ahí venia la tía Catherine y Marcela, me miro molesto y menciono; -Ese poblado es: ___________, y nunca mi familia podría venir de ahí o poner un pie, Luz Marina, ya estas grande y te prohíbo tratar de ir a _______ o siquiera volver a mencionarlo. Me saque de onda, en los libros de historia que había leído, nunca se mencionaba ese poblado, ¿porque siendo vecinos, nunca lo había escuchado?, pero al ver el gesto de mi padre, solo le respondí: -Esta bien, padre.