El erotismo en veinte poemas para ser leídos en el tranvía
Enviado por Antonio • 12 de Agosto de 2018 • 2.855 Palabras (12 Páginas) • 439 Visitas
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Ahora, traeremos a colación argumentos de ejemplificación y serán puestos en verificación con prismas de algunos académicos. A partir de la diversidad espacial en el poemario, el erotismo se presenta en múltiples exteriorizaciones, se vale de su contexto particular y arriba inadvertidamente, como lo podemos ver en el poema de apertura “Paisaje Bretón” del poemario Veinte poemas para ser leídos en el tranvía: “con un olor a sexo que desmaya” (Girondo, p, 31), mientras el poema transcurre en un proceso descriptivo del entorno aparece la palabra sexo y trastoca el ambiente, se muestra cómo hace parte de la cotidianidad, pero esta mención en un sentido meramente representativo, no se refiere al sexo en su práctica, sino que se menciona a través de lo sensitivo, en este apartado se refiere al sexo por medio del olfato a través de esto lo erótico se evidencia y tiene una carga más significativa en el sentido que sugiere una parte de un todo, el todo del acto sexual. En “Café-concierto” el erotismo se enfoca en la mujer como elemento servil que ofrece: “La camarera me trae, en una bandeja lunar, sus senos semidesnudos... unos senos que me llevaría para calentarme los pies cuando me acueste.” (Girondo, p, 32), este elemento servil tiene mucho que ver con el ambiente, puesto que en la descripción del poema se describe un bar para caballeros, al referirnos que la mujer ofrece, y relacionado con el espacio descrito, lo vinculamos a la prostitución; algunas aseveraciones de Georges Bataille tienen relación con lo dicho, el cual hace referencia de esta forma: “en sí, la prostitución no es otra cosa que el hecho de ofrecer al deseo” (Bataille, p, 107), ese ofrecimiento al que nos referimos busca que se sacie un deseo, mediante figuras que se refieren al alimento, como elemento fundamental para el hombre, Oliverio Girondo toma esa casualidad y hace que labore a favor del erotismo; en una bandeja ofrece partes de la mujer que denotan apetito, en este suceso deseo para el hombre, es ella quien se acerca con una invitación instigadora. Este erotismo no necesariamente va ligado al amor mutuo, esto lo afirmamos con Octavio Paz cuando hace referencia al amor: “El sentimiento amoroso es una excepción dentro de esa gran excepción que es el erotismo frente a la sexualidad” (Paz, p, 33), liga al amor con el erotismo, pero no al erotismo con el amor, y en el apartado del poema se evidencia ello, lo erótico meramente contemplativo, como son solo los senos, no hay mujer en la bandeja sino una parte de ella, se desea a la mujer por medio de una fracción de esta, aquí la contemplación protagoniza un papel relevante, ya que no tenemos conocimiento si el Yo lírico logra que el objeto de deseo haga parte de su posesión, solo está al alcance de su mirada y sus conjeturas.
En el poema “Croquis en la arena” Oliverio Girondo se vale de la figura corporal femenina que reproduce el elemento erótico, se sitúa en un espacio que culturalmente requiere la escasez de vestiduras, y que permite que se presencie la semidesnudez, la playa: “Al tornearles los cuerpos a las bañistas, las olas alargan sus virutas sobre el aserrín de la playa” (Girondo, p, 33), vemos como Oliverio Girondo al referirse que las bañistas se mojan hace uso de los componentes del entorno para referirse de manera inspiradora, el agua se vierte sobre las bañistas y se escabulle por el molde del cuerpo y lo delinea. Cuando se habla de las virutas, es aquello que se desprende del cuerpo y es disgregado en la oscilación de las olas sobre la arena. En este mismo poema tropezamos con otro apartado que refleja el erotismo en un estilo exclusivamente contemplativo: “Por ochenta centavos, los fotógrafos venden los cuerpos de las mujeres que se bañan” (Girondo, p, 13), localizamos en este fragmento un desarrollo netamente comercial, los fotógrafos que han aprisionado en sus cámaras a las mujeres semidesnudas venden su contenido estimulante y provocador. Retratos de mujeres desconocidas para el comprador, notamos que ese erotismo es puntualmente contemplativo, el tratante solo quiere observar, no quiere poseer al sujeto contenido en el papel.
Con vínculo a las dos citas preliminares, pretendemos con la siguiente aseveración de Georges Bataille referente a la desnudez que se complementen los planteamientos explanados previamente: “De que la prohibición de la desnudez y la transgresión de la prohibición de la desnudez constituyen el tema general del erotismo, quiero decir de la sexualidad transformada en erotismo” (Bataille, p, 189), la desnudez no tiene ese carácter negado en su totalidad, es prohibido en lo habitual, puesto que la desnudez concurre continuamente en la existencia de cada individuo, la negativa de la desnudez es cuando esta se exterioriza de cara a la sociedad de manera poco usual, aquella transgresión es el erotismo, se pasa sobre los preceptos instaurados por medio de la sexualidad, por ello el erotismo en el poema “Croquis sobre la arena” es preciso, puesto que se presenta es una semidesnudez relacionada inmediatamente con la contemplación por medio de la insinuación, no se dona al auditorio la representación total, sino que se sugieren levemente los puntos cardinales que marcan la geografía erótica en el planisferio de la mujer, puesto que los senos y los genitales están aún encubiertos por la censura, allí se centra la percepción en el trazo abolido a la mirada, el erotismo es eso, ser y no ser.
En este orden de ideas, observemos cómo se presenta el sexo de manera específica, esta vez en el poema “Exvotos”, la noción erótica que tratamos anteriormente se inscribe en un vínculo directo con los genitales: “Y si alguien las mira en las pupilas, aprietan las piernas, de miedo de que el sexo se les caiga en la vereda” (Girondo, p, 29), de modo insistente emerge de nuevo la mirada como figura esencial en el erotismo, es la contemplación, el vistazo que provoca la maniobra que las chicas compriman sus piernas, de manera humorística esta vez el erotismo hace aparición como un absurdo, puesto que la mirada en las chicas aparenta la vulneración de sus partes sexuales, no obstante, esta representación plena de la sexualidad de forma protagónica se representa otra vez en el poema “Sevillano”, en esta ocasión, el entorno posee un significado destacable: “Y mientras, frente al altar mayor, a las mujeres se les licua el sexo contemplando un crucifijo que sangra por sus sesenta y seis costillas” (Girondo, p, 49), en este fragmento se expone un entorno religioso, notamos cómo toma trascendencia el sexo de las mujeres, una pieza no armonizable con el ambiente, no obstante, es este el protagonista del acontecimiento, se les licua el sexo hace alusión a un exterminio representativo de los genitales para no ser vistos, coaccionadas por la
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