En la Argentina la formación de profesores actualmente tiene una perspectiva aún más desafiante de la que ya teníamos hace años en nuestro país,

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Podemos teorizar que actualmente el mandato social actual busca renovar la confianza en la escuela como lugar privilegiado para la inclusión a través del conocimiento y para la concreción de una experiencia educativa donde el encuentro con los adultos permita la transmisión del patrimonio cultural y la enseñanza de los saberes socialmente relevantes para la construcción de una sociedad en la que todos tengan lugar y posibilidades de desarrollo. La formación inicial y continua de los docentes constituye una de las estrategias fundantes para hacer frente al nuevo mandato social.

También podemos decir, que la formación docente no comienza con los cursos o las materias llamadas pedagógicas, sino que empieza con las propias experiencias como alumno/a, que están fuertemente internalizadas y son difícilmente analizables, por lo que se corre el riesgo de reproducirlas mecánicamente. En consecuencia, existen investigaciones de los programas de formación docente que se están implementando, proponen que la formación docente debe crear condiciones tales que permitan al futuro enseñante revisar sus modelos y matrices de aprendizaje.

Litwin hace alusión a un tercer enfoque basado en el estudio de las clases en su transcurrir, acciones rápidas y espontaneas, toma decisiones de los docentes, una intervención o cualquier acontecimiento imprevisto; constituyen un nuevo marco de pensamiento para las prácticas de la enseñanza. La acción rápida y espontanea no es ajena a la reflexión. Para Schön la práctica son procesos creativos e intuitivos a las que se recurre en situaciones de incertidumbre o conflicto. (Davini,)

La práctica docente es entonces una actividad humana compleja, actividad en la que necesariamente teoría y práctica se articulan dialécticamente, donde el trayecto formativo que usualmente se denomina espacio o trayecto de la práctica, no es el espacio de aplicación de la teoría aprendida con anterioridad, sino que comprende las propuestas y dispositivos que a lo largo de toda la formación docente colocan al estudiante frente a situaciones problemáticas, posibilitan el acceso a la teoría, dan lugar a la reflexión, a la deconstrucción de los hábitus y a la construcción de nuevos significados vinculados con la tarea de enseñar.

Uno de los aspectos más complejos de discriminar es, en este proceso formativo, qué es lo que hace realmente la diferencia. ¿Qué es lo que permite formar un docente diferente?, donde la biografía escolar, esta fase previa a la formación inicial donde los estudiantes tienden a repetir modos de actuación que aprendieron de manera implícita en los niveles educativos previos, no absorba las buenas intenciones de la formación, donde el pensar, el sentir y el actuar se integren de manera superadora, y donde la práctica no se transforme en repetición y la reflexión en teorización vacía de contexto.

Jackson denomina tradición mimética a la primera de esas tradiciones porque atribuye un lugar central a la transmisión del conocimiento de los datos y los procedimientos de una persona a otra, a través de un proceso esencialmente imitativo. (Jackson,).

Pero consideramos que la tradición transformativa es la que se asemeja al docente que se busca hoy en día, esta tradición busca llevar a cabo una transformación de uno u otro tipo en la persona que recibe la enseñanza, un cambio cuantitativo, con frecuencia de grandes proposiciones, una metamorfosis, por así decirlo. (Jackson,)

Pero una cuestión referida a las diferentes “modas pedagógicas” o a la “curvatura de la vara” en los discursos y en las prácticas pedagógicas, estas concepciones difundidas en forma acrítica han llevado a desvalorizar la formación inicial, considerándola improductiva o superflua. (Davini, 23).

Reflexionando sobre estos aportes consideramos que la formación inicial es un periodo importante durante y al final del proceso, nos habilita para el ejercicio de la profesión, además genera los cimientos de la acción.

Debemos recuperar la formación inicial, como eje central de la formación, ya que no solo nos formamos en el ámbito laboral. Es importante que quienes se forman desarrollen capacidades y aprendan a enseñar. Esto nos lleva a pensar ¿qué es la enseñanza?

Según la autora Davini, lo ve como una acción voluntaria en donde lo que se pretende es que el estudiante aprenda algo con la guía del docente. Enseñar es despertar en el otro deseo de aprender, a lo cual Litwin se refiere, como despertar la pasión por los conocimientos.

La enseñanza no es algo que se de manera espontánea sino que requiere de todo un proceso a lo largo del tiempo donde se inculcan, valores, saberes, cultura, habilidades, etcétera. La enseñanza esta reglada por una mediación pedagógica, en donde el docente no es el único poseedor del conocimiento sino que debe mediar entre el contenido y el alumno.

Según Jakson la buena enseñanza no es una única manera de actuar, sino que se puede realizar de varias maneras, porque esto va a depender de las diferentes estrategias que se utilicen, modos de explicación, repuestas, de acuerdo a la situación.

Consideramos como estudiantes que una sólida formación inicial es sumamente importante, ya que en ella adquirimos conocimientos y herramientas que luego llevaremos a la práctica con un absoluto dominio.

Debido a que la educación es una práctica atravesada por diferentes realidades, y diferentes escenarios lo cual la hacen compleja, en ella se deben tener en cuenta y atender a las necesidades de los alumnos, fomentar y despertar el interés por aprender en los mismos.

Pudimos ver como el docente tiene o cuenta con diferentes herramientas para mejorar sus prácticas, una de ellas es narrar todas sus experiencias en cuanto a vivencias en el aula, situaciones, conflictos, poder analizarlas y reflexionar de manera que sirva de aporte para mejorarse a sí mismo y para con los demás.

Es necesario que desde la misma formación inicial se despierte en el futuro docente un interés por la investigación, logrando formar un docente comprometido con la mejora de sus prácticas.

Culminando con nuestro análisis estamos de acuerdo con la visión de Perkins el cual sostiene que el gran reto de la educación es el desarrollo del pensamiento, por eso es necesario que desde la formación inicial se desarrollen las capacidades necesarias para que el alumno frente a un problema o conflicto, pueda tener un abanico amplio de posibilidades para actuar y responder. (Perkins,1995, citado en Jakson, p.26).