Es así, que el título de esta monografía es: “Partidos Políticos y Grupos de Poder”.
Enviado por Ninoka • 11 de Abril de 2018 • 7.588 Palabras (31 Páginas) • 363 Visitas
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Durante la convención, o sea en la etapa culminante de la Revolución Francesa, aparecieron el partido de los Girondinos y el de Los Montañeses. Entre los de la Montaña – así llamada porque sus diputados ocupaban los asientos de la parte alta del recinto, el más importante fue el de Los Jacobinos, cuya hegemonía se alcanzó mediante el terror. Dichos partidos carecían de una organización verdaderamente nacional y fueron, salvo el de los jacobinos, simples grupos parlamentarios. Es durante la monarquía de julio, o sea en el reinado de Luis Felipe de Orleans, entre 1830 y 1848, cuando se definen los partidos parlamentarios, titulados de derecha, de centro y de izquierda, en razón de la ubicación de las bancas que ocupaban, así como los partidos populares, con organización nacional, llamados Bonapartistas, socialistas, católicos y republicanos. Durante el siglo XIX, y propiamente desde la ampliación del sufragio, se organizan partidos con el sentido y la relevancia que hoy tienen; la división del parlamento y de la opinión en partidos políticos se extiende por el mundo a fines del siglo y se torna mecanismo esencial de la democracia con la vigencia del sufragio universal.
- Las funciones de los partidos políticos. Las funciones que éstos desempeñan se desarrollan de modo bidireccional.
- Interacción entre el partido y el electorado:
Estructuración de las demandas sociales: Los partidos agregan demandas, lo cual implica su necesaria simplificación y armonización. Las ordenan y les otorgan prioridades.
Estructuración del voto: Los partidos sirven a los ciudadanos ordenando a la multiplicidad de opciones al momento de la contienda electoral.
Fomentar la socialización política: Ellos trasmiten determinados principios, proyectos e ideas que propician el aprendizaje cívico del electorado, a través de difundir la noción de que los individuos sin ciudadanos insertos en una comunidad con la cual están estrechamente vinculados.
Como consecuencia, los partidos son también los encargados de organizar las diversas formas de participación política.
- Interacción entre el partido y el gobierno:
- Reclutar, formar y seleccionar a los dirigentes políticos
- Diseño de políticas públicas
- Seguimiento y evaluación de las políticas
Los partidos son funcionales a la reproducción del sistema político en general, ya que son los canales que permiten ejercer la función de control de los representantes por parte de los representados y le dan así estabilidad y legitimidad al sistema político, como principales encargados de evitar los excesos en el ejercicio el poder y fomentar el diálogo democrático a través de la construcción de consensos.
- Misión de los partidos
Los partidos participan en el gobierno mediante sus representantes parlamentarios, y además influyen poderosamente por medio de sus órganos de prensa y de los movimientos de opinión que organizan. El partido influye sobre sus representantes en el parlamento y suspende sobre ellos la amenaza de no reelegirlos. El propio Jefe del Poder Ejecutivo, si bien es con frecuencia caudillo de su partido, no puede dejar de escuchar a los afiliados más importantes. Los partidos, aunque estén en minoría, participan en el gobierno por su función de control y por los cargos administrativos que el poder les acuerda en atención a la capacidad personal de los designados.
Ahora bien, es evidente que la acción política del pueblo es imposible sin la existencia de partidos que orienten la opinión, que den concreción a los anhelos colectivos y que ofrezcan a los individuos la posibilidad de ver realizados sus propósitos mediante la asociación con otros que piensan de igual manera.
CAPÍTULO III
PARTIDOS POLÍTICOS EN EL PERÚ
- ANTECEDENTES
- HISTORIA PERUANA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
La República en 1821, se proclama sin tener el territorio asegurado. El escenario del primer debate ideológico, la Asamblea Constituyente de 1822, se reúne cuando las tropas realistas ocupan buena todavía parte de las intendencias. Los representantes de la nación, definidos por el culto a la razón antes que por el voto popular, son la expresión de una élite empapada del debate revolucionario y religiosas, vinculadas al acontecer de la época.
Las expediciones libertadoras de José de San Martín y Simón Bolívar coinciden en que el más sólido bastión de la Corona es el Perú colonial. La derrota de la revolución de Tupac Amaru en 1781 y el fracaso de la rebelión de Mateo Pumacahua en 1814 evitaron que la gesta independentista tuviera aliento social y nacional. Herederos de la Ilustración y seguidores de la Constitución de Cádiz de 1812, pugnan por que los principios de las grandes revoluciones del siglo XVIII consten en la primera carta de la República. Las discusiones se entremezclan con quienes quieren que la representatividad no signifique mayores concesiones a la soberanía popular. Esto es, con aquellos convencidos de que no hay condiciones para superar la vieja división virreinal entre la república de indios y la de españoles. Son los liberales inspirados en el Contrato Social los que vencen, pero sus sueños distan mucho de la realidad. La Carta original no llega a regir un solo día, pues sucumbe ante la exigencia del uso militar de concentrar el poder para derrotar al ejército realista. En las primeras décadas del naciente Estado, más que hablar de partidos, como quiere Távara, cabe más bien hablar de tendencias ideológicas. Se organizan al igual que en Inglaterra desde el siglo XVII en el Parlamento, pero esta entidad tiene una cronología accidentada y su poder es contrariado por el caudillismo militar. Los liberales trazan esfuerzos para consagrar su credo y quieren organizar el estado de acuerdo a los principios de la modernidad, primero en el 23, luego en 1828 y 1834. Las guerras civiles y los conflictos internacionales socavan tal propósito. La falta de continuidad institucional del Congreso y el peso del caudillismo evitan que el liberalismo ideológico prosiga su desarrollo hasta principios de la segunda mitad del siglo XIX. Las ideas de los liberales de la independencia quedaron vigentes pese al rechazo del militarismo y las clases dominantes. Domingo Elías organiza el «Club Progresista»
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