Informe: Memorias de subsuelo Fiódor Dostoyevski

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eran él y un oficial, y su fuerte deseo de venganza, la inútil obsesión por mostrar igualdad, cuando no superioridad, con respecto a sus ex-compañeros de la escuela. Y su fortuito encuentro con Lisa, la prostituta con la que tiene una breve y contradictoria relación y pretende erigirse como una voz moral que no se sostiene y se derrumba.

Para Octavio Paz en Una profecía de nuestro tiempo “(…) el verdadero nihilista, como lo vio con mayor realismo Dostoievski, no danza ni ríe: va de aquí para allá -alrededor de su cuarto o, es igual para él, alrededor del mundo- sin poder jamás descansar pero también sin poder hacer nada. Está condenado a dar vueltas, hablando con sus fantasmas. Su mal (…) es una continua insatisfacción, un no poder amar a nadie ni a nada, una agitación sin objeto, un disgusto ante sí mismo -y un amor por sí mismo-.” (Octavio Paz, 1980-2)

En Memorias de subsuelo, particularmente en la segunda parte, está claramente definido este concepto en el antihéroe ya que el sufre constantemente su propia maldad, es cruel consigo mismo, se obliga a estar en situaciones en las que no quiere estar. Se arrepiente, se niega a hacerlo pero lo hace igual; el mismo personaje acepta que reflexionar sobre lo equivocado que está al hacer algo lo incita más todavía a hacerlo, es un personaje con la conciencia dividida. Podría decir que es lo que Todorov denomina “el masoquismo del hombre de subsuelo”, un sufrimiento en que la toma de conciencia lo transforma en felicidad. El personaje no puede amar a nadie, dice que para él el amor es dominar y tiranizar moralmente. El siempre tomo al amor como una lucha, que comienza con el odio y continuaba con la dominación moral.

Me llamo mucho la atención el concepto desarrollado por Todorov “amo y esclavo”, al leer el libro te vas dando cuenta la necesidad del personaje de ser un <<igual>> un semejante con el oficial, luego sentirse humillado por sus ex compañeros de escuela pero a la vez superior por el hecho de ser inteligente y querer demostrárselo, piensa en todo lo que les va decir y que ellos lo van a admirar; y que dirían “¡Sera ridículo, pero es tan inteligente!...”.

Todorov dice que el hombre subterráneo vive en un mundo de tres valores: inferior, igual y superior. En primer lugar el término igual no puede existir sino negado: aquel que aspira a la igualdad prueba por eso mismo que no la posee. Como ejemplo me tomo el atrevimiento de comparar con el estado actual de las mujeres, por lo que estamos luchando: la igualdad.

La superioridad existe solo bajo la condición de ser ejercida entre iguales. Desde que uno se vuelve consiente del problema de la igualdad, desde que uno declara desear ser igual, uno afirma que uno no es igual y que es, en consecuencia, inferior.

Por todos lados el fracaso persigue al hombre subterráneo: la igualdad es imposible, la superioridad esta desprovista de sentido y la inferioridad es dolorosa. El personaje solo llega a sentirse superior cuando suelta el reprimido deseo de venganza, hacia sus ex compañeros, sobre Lizi, a la cual hiere y humilla hasta el punto de hacerla llorar. Y al final de la obra vuelve a humillarla de una manera, si se podría decir, bastante bruta.

Para concluir podemos ver cómo está claro que la segunda parte gira en torno a este juego del amo y del esclavo, el antihéroe se siente frustrado por el esfuerzo vano de venganza y el inútil intento de acceder a la igualdad el cual se paga con la humillación. Es una descripción impecable de la psicología de un personaje aislado y resentido con el mundo y consigo mismo, una crítica al racionalismo y una impetuosa defensa de la voluntad humana.

Bibliografía:

• Dostoyevski, F.: “Memorias de subsuelo” Ed. Libertador 2009

• Paz, Octavio: “Una profecía de nuestro tiempo.” En El Correo de la Unesco, julio 1980

• Todorov, T.: “Memorias del subsuelo” en Los géneros del discurso. Monte Avila ed. Caracas,