LITERATURA CUBANA I Escrito sobre el cuerpo de un Colibrí
Enviado por mondoro • 13 de Junio de 2018 • 1.660 Palabras (7 Páginas) • 566 Visitas
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Un aspecto relevante en Colibrí es la voz del narrador, una distancia y un acercamiento se da por el uso ambiguo de la tercera persona, que lo que pretende es jugar y denunciar, con estas herramientas enunciativas, el proceso mismo de la escritura. El narrador juega y construye con el lector, con una segunda persona que es invisible como la sal de la vida… “Era, por supuesto, rubio. Pero cuando digo rubio tienes que visualizar un pelo inmenso y engrifado...” (Sarduy, 1985; Pág. 11) o como en esta donde existe una clara referencia al juego lector- escritor y a una pregunta por sí mismo como escritor –tatuador – pintor, que se ha dado por llamar: “De sobra he pintado, para llamar la atención del distraído lector – recuerden su manejo del crucifico perforante, en su avatar de monja malévola- […] Esas expertas pinceladas me servirán ahora para cerrar, con golpe maestro este disparatado capítulo. Miren si no […]” (Sarduy, 1985; Pág. 119).
Los recursos estilísticos en esta novela van desde la apropiación de otros lenguajes, como el musical y el cinematográfico… “Dije que era voluminoso y liso, es verdad, pero ahora que lo vemos a nivel de la cintura y en primer plano – un paso más y con el suspensorio abultado y húmedo nos da un topetón –, un baño de María adjetival se impone…” (Sarduy, 1985; Pág. 16).
Si pensamos en la relación que se establece entre el hombre y el espacio, y que en esta novela, directamente, se da entre el Colibrí y la selva, podamos quizás encontrarnos y adentrarnos en ese universo selvático, que le brindó a Sarduy la oportunidad de regresar textualmente a su principio creador, a su Madre (Cuba), regreso al país natal; en este capitulo la tercera persona desparece, y el relato ahora es del yo… “(voy emergiendo del lupular letargo, me sacudo la cabeza, me zumbo en una bañadera de agua caliente, me tomo un café carretero; con un grito llamo a mi padre […]” (Sarduy, 1985; Pág. 98).
La figura del padre va a ser fundamental para la identidad de Colibrí y sin duda alguna para la de Sarduy, así como para su ejercicio escriptural…
[…] — ¡Habrase visto! —continúa— ¡Otra vez quemando papeles! ¡Que manía la tuya, chico! No pierdes ya bastante tiempo escribiéndolos […] voy a hablarte sonante y cantante. Ya tú eres un hombre y de los Sarduy, hasta ahora, no ha habido ningún pájaro. Y yo no quiero que nadie me señale en la calle. Así es que ahora mismo vas a quemar también esas cuatro mierdas. ¿Quién ha visto a un hombre jugando con fruticas de brilladera? (Sarduy, 1985; Pág. 115)
No quedan dudas de que Colibrí tiene una dimensión autobiográfica, pues como dice Barthes: “toda obra de ficción es una metáfora del cuerpo y, más exactamente, del cuerpo erótico” (Barthes, 1991; Pág. 317) y este texto – cuerpo – erótico con su función de goce y de placer pone en jaque a la historia y en conflicto al sujeto, por eso la literatura debe ser…
[el] arte del tatuaje: inscribe, cifra en la masa amorfa del lenguaje informativo los verdaderos signos de la significación. Pero esta inscripción no es posible sin herida, sin pérdida. Para que la masa informativa se convierta en texto, para que la palabra comunique, el escritor tiene que tatuarla, que insertar en ella sus pictogramas. La escritura sería el arte de esos grafos, de lo pictural asumido por el discurso, pero también el arte de la proliferación. La plasticidad del signo escrito y su carácter barroco están presentes en toda literatura que no olvide su naturaleza de inscripción, eso que podía llamarse escripturalidad. (Sarduy, 1969; Pág. 52)
Habrá que hacerla cicatriz.
BIBLIOGRAFÍA
Barthes, Roland. El placer del texto y Lección inaugural. México: Siglo XXI, 1991.
Sarduy, Severo. Colibrí. Bogotá: Oveja Negra, 1985
Sarduy, Severo. Escrito sobre un cuerpo. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1969.
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