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MARTÍN DE BRAGA De correctione rusticorum

Enviado por   •  26 de Octubre de 2017  •  5.385 Palabras (22 Páginas)  •  566 Visitas

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El Reino suevo fue fundado por el pueblo germánico de los suevos, que le presta el nombre, en la primera mitad del siglo V tras haber penetrado en la península ibérica junto a vándalos y alanos en el 409 d.C. Este hecho se enmarca dentro del proceso a gran escala conocido como “invasiones bárbaras”, caracterizado por las migraciones masivas de los pueblos denominados básbaros por griegos y romanos que ocuparon violentamente o mediante acuerdos políticos grandes extensiones del Imperio Romano de Occidente. El Reino suevo se estableció en la antigua provincia romana de la Gallaecia, probablemente en el momento de asentarse aún continuaran procesando el paganismo, pero siendo rey Requiario (o Rechiario) se convirtió al cristianismo y con él la mayor parte del reino. Esta muestra de inteligencia política, pues debía gobernar una región mayoritariamente cristiana, fue posteriormente imitada por los demás pueblos recién llegados a la península. La presencia de la cruz en las monedas suevas parece indicar que esta conversión se produjo alrededor del año 449 d.C. De este modo podemos observar la modernidad del pueblo suevo al adaptarse a los modelos organizativos y culturales de los galaicos-romanos acogiendo su propia religión. Orosio da cuenta del progreso suevo al afirmar: "fueron los primeros entre los bárbaros que cambiaron la espada por el arado" confraternizando así con los galaicos-romanos que les podían preferir a ellos antes que a la fuerte presión tributaria del Imperio de Occidente

A este nuevo reino la documentación se refiere como Regnum Suevorum, o también con el calificativo de gallego, Regnum Galliciensis, tal y como nos muestran las monedas conservadas. Posteriormente el rey Requiario fue derrotado en el 456 d.C. por las tropas del rey visigodo de Teodorico, con lo que comienza un período de oscuridad para Gallaecia que durará casi cien años.

Así mismo los visigodos, conscientes de la importancia de los mecanismos ideológicos, se apresuraron a evangelizar las nuevas tierras conquistadas, y dada la superioridad visigoda y el decaimiento de los reyes suevos, estas tierras pasaron a profesar el arrianismo, una corriente cristiana considerada herética. Pese a estar doblegado por el poder visigodo, el reino Suevo logro conservar gran parte de su independencia política, capaz por ello de actuar por cuenta propia en el contexto internacional.

El arrianismo es un conjunto de doctrinas cristianas expuestas por Arrio (Libia, entre 250 y 256 d.C. – Constantinopla, 336 d.C.), un asceta, presbítero y sacerdote de Alejandría, probablemente de origen bereber, que sostenía que Jesús era hijo de Dios, pero no Dios mismo. El arrianismo fue condenado como herejía en el Primer Concilio de Nicea (325 d.C.) y ratificado en el Primer Concilio de Constantinopla (381 d.C.).

Monasterio de Dumio

Tras trabajar durante varios años como presbítero y como monje funda el monasterio de Dumio en el 555 d.C. cerca de la capital Bracara Augusta, junto a la iglesia que tras la conversión al catolicismo del rey suevo Carriarico dedico a san Martín de Tours.

El monasterio de Dumio rápidamente adquiere un papel preponderante al convertirse en el principal centro de difusión de la cultura y espiritualidad cristiana de origen oriental en el norte de la Península Ibérica, ya que sus monjes tenían encomendada la copia y custodia de códices orientales, muchos traídos probablemente por el propio San Martín, y practicaban la vida de los monjes palestinenses.

Poco tiempo más tarde Lucrecio, arzobispo de Braga, crea ad hoc la diócesis de Dumio en torno al recién creado monasterio y restringida a sus límites, y consagra a Martín como su primer obispo el 5 de abril del 556 d.C.

"Este pequeño obispado, constituido por el monasterio y sus dominios, corresponde exactamente a la actual feligresía y es el único caso de su género en la Iglesia Occidental. La erección de esta diócesis parece debida a la influencia celta, porque el Obispo-abad de Dumio, además de gobernar el monasterio-diócesis, mandaba en los otros monasterios de Galicia y hasta de otras provincias, constituyendo con ellos una especie de federación monástica".

Conversión del reino suevo

Las fuentes discrepan sobre cuando se produjo la conversión al catolicismo del Reino suevo: Según Gregorio de Tours, obispo de Tours e historiador de la iglesia, la conversión fue obra del rey Chariarico (o Carriarico) y tuvo lugar alrededor del año 550 d.C., pero según Isidoro de Sevilla fue el rey Teodomiro y lo data en 570 d.C. Ambas versiones coinciden en el fundamental protagonismo que para este hecho tuvo Martín de Braga, gracias a la influencia que poseía en la corte y ante el rey, atrayendo con él a la mayor parte del reino suevo.

Este paso resulto definitivo para la integración de la élite sueva y la aristocracia galaicorromana preexistente, otorgando más coherencia entre la clase dominante galaica y consolidando plenamente a la monarquía sueva. Gallaecia, antes que ninguna otra parte de Europa Occidental, constituye ya en el siglo V un estado medieval; una síntesis entre el obsoleto Imperio Romano y las primitivas formas tribales germánicas, con lo no es de extrañar que las elites del país convergieran en un proyecto común de monarquía.

La historiografía actual relaciona la conversión al catolicismo con la creciente influencia en el reino suevo de los francos merovingios y de los bizantinos, enemigos de sus vecinos visigodos. Por ello se destaca que Martín de Braga antes de ir a Gallaecia había estado en el Oriente bizantino y que su llegada al Reino suevo coincide con el desembarco de los bizantinos en el sur de la península, donde fundaron la provincia de Spania. Ante estas hipótesis el investigador Anselmo López afirma que:

"de la manera más o menos explícita que se quiera Martín actuó de hecho como un embajador de Justiniano y los monarcas suevos que trataron con él percibieron perfectamente su rango, que no debía de provenir exclusivamente de la santidad de su proceder".1

No parece haber duda de los propósitos de Justiniano en Galicia, dada que su política religiosa era teóricamente la misma que la de Constantino, a saber: ser obispo en lo exterior, es decir apoyar con todo su poder a la religión católica y a su legitima jerarquía, más Justiniano no desconoció en ningún momento la superioridad de la autoridad del Papa. Así era menester, una vez recuperadas las costas de África para el Imperio, tener a favor al pequeño reino a la espalda del Reino visigodo, y más teniendo en cuenta la favorable disposición

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