MIL PALABRITAS DE UN EXAGERADO AMOR.

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Igualmente aprovechaba los tiempos libres, descansos, para sacar los libros de la biblioteca e irme a leer en el salón de clases. Unos pocos de muchos libros leídos fueron todas las historias de Narnia, las obras de Gabriel García Márquez[3], El Caballero de la armadura oxidada, María de Jorge Isaacs, La Odisea, La Ilíada, Lazarillo de Tormes, Flor de Fango, algunos de Pablo Neruda, Las maravillas de Ratoniel y su familia, Miguel de Cervantes Saavedra, Álvaro Salón Becerra, Fernando Soto Aparicio… etc. Estas historias aparte de hacerme reír, se me salían las lágrimas y lloraba. Todo no era felicidad, también era tristeza.

Al finalizar el primer periodo de cuarto de bachillerato – grado noveno me interesé por algunos deportes a parte de los que practicaba y fui perdiendo el hábito de la lectura, llegando al extremo de tomar un libro para leer por decisión propia sino por obligación.

Hace un año retomé el hábito de la lectura, me gusta leer La Biblia, las enciclopedias, Participa Z, L.E.A, Biblioteca del Nuevo Milenio, El Hombre Original, El Núcleo de la Biblia, El problema de la vida es uno, Los Crímenes de la calle morgue, El Escarabajo de Oro, El hombre de la Multitud, Retornos del amor en una noche triste, El Caldero Mágico, Taran el Vagabundo, Fuera de este Mundo, Los impostores, Quiere Usted Esperar – 1959-, El Viejo Farol, Palabras torcidas y dardos sin tino, Con la Tierra nos Basta, El Mejor Amigo de un Muchacho, La Habana para Infante Difunto, El Gran Teatro del Mundo, El Conocimiento Silencioso…etc.

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