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Mi familia es una manada.

Enviado por   •  27 de Octubre de 2017  •  2.853 Palabras (12 Páginas)  •  407 Visitas

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Los hombres cumplieron con bajarla, Jockla pataleaba y hacía gruñidos hasta que uno de ellos intento taparle la boca y ella lo mordió tan fuerte que el hombre grito ¡pequeña salvaje mira lo que has hecho! Ella solo quería escapar e ir de vuelta con su amada manada con su padre el “jefe”.

Después de introducirla a la jaula, Jockla observo que dentro de aquel camión se encontraban otras jaulas, con venados y osos y un sin fin de animales salvajes. Se sintió furiosa y en una de esas jaulas vio que decía “LOBOS”, sabía que tarde o temprano los hombres regresarían a su cueva y atraparían a toda su familia, su manada.

Al llegar al pueblo observo a muchas personas caminando por la calle, observando el camión y gritando ¡mira esos animales salvajes! vio a muchos niños acercarse y le dio mucho miedo se sentía tan asustada no sabía qué pasaría con ella, se dirigían hacia un circo que había en aquel pueblo, empezaron a bajar a todos los animales uno tras otro solo quedaba Jockla dentro de aquel camión en una esquina llorando, hasta que un hombre la jalo del cuello y la arrastro por el piso y la encerró en otra jaula pero más grande.

Se acercó aquel hombre a la jaula y la observaba con atención, era el su padre aquel hombre que la había abandonado en la montaña era el Señor ¡Harry Brommund! Aquel que se había quedado viudo gracias a ella. Él observo sus ojos eran verdes como los pinos frescos y su cabello largo y obscuro un negro penetrante como la noche, ¿acaso era ella? -se preguntó. Esa niña salvaje que se encontraba en la jaula era su hija, se quedó pensativo y dijo ¡esto no puede ser, ella debe estar muerta, los lobos de seguro la devoraron! Pero si era ella tan claro no lo pudo ver. Hasta que llego el señor del circo y le dio una bolsa de dinero, Tome señor Harry un placer hacer negocios con usted. -De nada señor Wilkis ¡usted es mi mejor cliente y traté de darle bien de comer a esta salvaje! Se retiró dudoso y satisfecho ya que sólo él sabía su secreto.

A la mañana siguiente muy temprano, se escuchó la cerradura de su jaula, Jockla estaba al fin despierta y lista para escapar pero al salir de la jaula una soga estaba en su cuello, y no pudo desatarse entonces el señor Wilkis llego con un plato de comida parecía agua de la que se estanca en los ríos putrefacta y con hojas secas. Ella no quería comer eso, solo le tiraba la comida en la cara hasta que el señor Wilkis le dio dos azotes y la hizo que comiera, ella furiosa y llena de odio sabía que su manada regresaría a rescatarla de aquel infierno al que llamaban pueblo.

Esa tarde el señor Wilkis preparaba a los animales y los colocaba en un corral fuera del circo para que los niños del pueblo los vieran y les aventaran comida ya que no le alcanzaba para darles a todos. Esa noche había espectáculo y sabía que habría muchas ganancias porque en el letrero decía ¡Conoce a la niña Salvaje! Esa noche presentarían a Jockla ante el pueblo como una salvaje sin cultura.

Ya para salir al escenario con unas cadenas al cuello Jockla vio a los espectadores con indiferencia y odio, el domador la azotaba cada vez que quería morder a alguien era simplemente como un animal salvaje, los niños le aventaban palomitas o lo que tuvieran en mano, todas las personas se reían. Ella ferozmente jalaba al domador hasta que le quito el látigo y lo mordió en la cara, el domador cayó de espaldas abriendo la jaula haciendo que Jockla pudiera escapar.

Jockla corría y corría sin mirar atrás ya sintiéndose más tranquila hasta que escucho el motor de los camiones de los hombres de Piel de Sangre. Corrió y corrió hasta llegar a su cueva pero, no había nada toda su manada había desaparecido, empezó a llorar desconsolada sin saber qué hacer ni dónde buscar, pero claro había luna llena y toda su manada siempre se encontraba en lo alto de las montañas para aullar.

Corrió hacia lo más alto donde se reunían cada luna llena, y ahí estaban todos observando tristes la luna y pidiendo que Jockla regresara al gritar de emoción, todos observaron que Jockla había regresado, se acercaron a ella rodeándola y lambiéndole la cara, el jefe se puso enfrente de ella se paró en dos patas y con las patas de adelante rodeo su cuello y se le quedo viendo con alegría, el lamio su cara y Jockla lo abrazo como nunca diciendo unas palabras: “te quiero papa”, el jefe la observo y muy dentro de él sintió que ella era la hija que nunca había tenido, era fuerte como él, inteligente y sabía que nunca lo dejaría, ella no lo soltaba para nada hasta que todos olfatearon el viento y se dieron cuenta que los Pieles de Sangre estaban cerca de ahí, se quedaron quietos y de pronto una bala y otra rebotaban en las rocas Jockla grito y todos los lobos se asustaron, entonces una red grande sobre el jefe lo atrapo y salieron de los arbustos los hombres malos, los Pieles de Sangre estaban rodeando a la manada, todos los lobos atacaron con sus colmillos y los hombres con sus armas de fuego empezaron a disparar a los lobos, Jockla iba detrás de él que había atrapado a el jefe. Hasta que la luz de la luna lo ilumino y vio que era el Señor Harry Brommund. Tenía un odio en su mirada por aquel hombre que no tenía nada de buena persona y ella lo sabía, de pronto él se detuvo y aventó a el “jefe” por el barranco haciendo que callera a dos metros de distancia, él era muy malo odiaba a los lobos más que a su vida, igual que como odiaba a Jockla porque sabía que ella era su hija, una hija que nunca deseo y que por su culpa su madre se había suicidado.

Jockla llego a lo alto de esa montaña donde se encontraba el Señor Harry Beommund, él mientras se encontraba encendiendo un cigarro y observando la masacre entre hombres y lobos todo aquello era muy divertido para él, era como estar en el circo del pueblo, un espectáculo que no se perdería por nada.

Al ver Jockla al “jefe” tirado y ensangrentado con una pata rota y llorando de dolor, se aventó detrás del señor Harry, pero él ya sabía que Jockla estaba tras de él así que le dio un golpe en la cara con la escopeta y tirándola en el piso le dijo: ¡tú maldita bastarda nunca debiste haber nacido! Y entre golpes y golpes en el estómago y en la cara de pronto el jefe con todas sus fuerzas se puso de pie, porque era más el amor que le tenía a esa niña, que el dolor que sentía en ese instante, llego donde se encontraba el señor Harry golpeando a su hija la pequeña Jockla, entonces salto hacia la cabeza del hombre y le mordió la cara dejándole una cicatriz enorme, lo empezó a rasguñar y a morder de todas partes, ya viendo que no se movía se dirigió a ver a Jockla, se acercó y derramo una lagrima que le cayó en la frente a la pequeña

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