Que es el Vigilar y castigar
Enviado por Sara • 12 de Junio de 2018 • 2.447 Palabras (10 Páginas) • 456 Visitas
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Dividir la duración en segmentos, sucesivos o paralelos, cada uno de los cuales debe llegar a un término especificado. Descomponer el tiempo en trámites separados y ajustados.
Organizar estos trámites de acuerdo con un esquema analítico: sucesiones de elementos tan simples como sea posible, combinándose según una complejidad creciente. Lo cual supone que la instrucción abandone el principio de repetición analógica.
Finalizar estos segmentos temporales, fijarles un término marcado por una prueba que tiene por triple función indicar si el sujeto ha alcanzado el nivel estatutario, garantizar la conformidad de su aprendizaje con el de los demás y diferenciar las dotes de cada individuo.
Disponer series de series; prescribir cada una, según su nivel, su antigüedad y su grado, los ejercicios que le convienen; los ejercicios comunes tienen un papel diferenciador y cada diferencia lleva consigo ejercicios específicos. Al término de cada serie, comienzan otras, forman una ramificación, y se subdividen a su vez. Cada individuo está incluido en una serie temporal, que define específicamente su nivel o su rango.
Los procesos disciplinarios deben de ser hechos en tiempo, se tiene que contar con una disciplina interna para poder exteriorizarla, tiene que ser en un tiempo lineal para convertirse en un tiempo evolutivo, tiene una seriación del tiempo para cumplir con los ‘ejercicios’ o tareas asignadas; Garantiza un crecimiento, una observación, una calificación.
El ejercicio de la disciplina debe estar vigilada para ellos ha habido varios métodos u ejemplo de esto fue la peste en la que las personas se encontraban en cuarentena y los vigilantes. La vigilancia jerarquizada es una herramienta que permite tener un control de la disciplina. La sanción normalizadora tiene como fin 5 puntos a entender
En el centro de todo sistema disciplinario funciona un pequeño mecanismo penal. Las disciplinas establecen una “infra-penalidad”; reticular un espacio que las leyes dejan vacío al reprimir conductas que su relativa indiferencia hacía sustraerse a los grandes sistemas de castigo.
Pero la disciplina lleva consigo una manera específica de castigar, y que no es únicamente un modelo reducido del tribunal. Lo que compete a la penalidad disciplinaria es la inobservancia, todo lo que no se ajusta a la regla: el soldado comete una “falta” siempre que no alcanza el nivel requerido; la “falta” del alumno es una ineptitud para cumplir sus tareas.
El castigo disciplinario tiene por función ser correctivo, reduciendo las desviaciones. Al lado de los castigos tomados directamente del modelo judicial (multas, látigo, calabozo), los sistemas disciplinarios dan privilegio a los castigos del orden del ejercicio –del aprendizaje intensificado, varias veces repetido. El castigo disciplinario es en buena parte isomorfo a la obligación misma; es menos la venganza de la ley ultrajada que su repetición. El efecto correctivo esperado pasa accesoriamente por la expiación y el arrepentimiento; se obtienen directamente por el mecanismo de un encauzamiento de la conducta. Castigar es ejercitar.
El castigo disciplinario es un elemento de un sistema doble: gratificación-sanción. “El maestro debe evitar usar de castigos; por el contrario, debe tratar de hacer que las recompensas sean más frecuentes que las penas” (de un reglamento escolar de 1716). Este mecanismo de dos elementos permite cierto número de operaciones características de la penalidad disciplinaria. La calificación de las conductas y de las cualidades a partir de dos valores opuestos del bien y del mal; se tiene una distribución entre polo positivo y polo negativo; toda la conducta cae en el campo de las buenas y de las malas notas, de los buenos y de los malos puntos. Una contabilidad penal permite obtener el balance punitivo de cada cual. La “justicia” escolar ha llevado muy lejos este sistema. Y así los aparatos disciplinarios jerarquizan a las “buenas” y a las “malas” personas. La disciplina, al sancionar los actos con exactitud, calibra los individuos “en verdad”.
La distribución según los rangos o los grados tiene un doble papel: señalar las desviaciones, jerarquizarlas cualidades, competencias y aptitudes; pero también castigar y recompensar. La disciplina recompensa por los ascensos; castiga haciendo retroceder y degradando. El rango por sí mismo equivale a recompensa o castigo. Un ejemplo en una escuela militar muestra el doble efecto de esta penalidad jerarquizarte: distribuir los alumnos de acuerdo con sus aptitudes y su conducta; someterlos todos al mismo modelo, para que estén obligados todos juntos a la docilidad.
El examen combina las técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza. Es una mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. En todos los dispositivos de disciplina el examen se halla altamente ritual izado. Manifiesta el sometimiento de aquellos que están sometidos. La superposición de las relaciones de poder y de las relaciones de saber adquiere en el examen toda su notoriedad visible.
De la misma manera, la escuela pasa a ser una especie de aparato de examen ininterrumpido que acompaña en toda su longitud la operación de enseñanza. Se tratará de una comparación perpetua que permite medir y sancionar. El examen en la escuela crea un constante intercambio de saberes entre el maestro y el discípulo. La escuela pasa a ser el lugar de elaboración de la pedagogía. Y así como el procedimiento del examen hospitalario ha permitido el desbloqueo epistemológico de la medicina, la época de la escuela “examinadora” ha marcado el comienzo de una pedagogía que funciona como ciencia.
El panóptico de Bentham es una máquina de disociar la pareja ver-ser visto: en el anillo periférico, se es totalmente visto, sin ver jamás; en la torre central se ve todo, sin ser jamás visto.
Automatiza y des-individualiza el poder. Tiene su principio en cierta distribución concertada de los cuerpos, de las superficies, y no en una persona. Produce una relación en la cual están inserto los individuos; garantiza la asimetría, el desequilibrio, la diferencia; poco importa quien ejerce el poder. A partir de los deseos más diferentes, fabrica efectos homogéneos de poder.
Una sujeción real nace mecánicamente de una relación ficticia. La eficacia del poder está del lado de su aplicación. El que está sometido a un campo de visibilidad, y que lo sabe, reproduce por su cuenta las coacciones del poder, las hace jugar espontáneamente sobre sí mismo, inscribe en sí mismo la relación de poder en la cual se juega simultáneamente los dos papeles; se
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