Resumen del libro El alquimista.
Enviado por Ledesma • 8 de Marzo de 2018 • 2.919 Palabras (12 Páginas) • 761 Visitas
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Una mañana en el oasis mientras Santiago relataba sus historias a sus compañeros de tienda, el Ingles lo interrumpió, le dijo que necesitaba que le ayude a buscar al alquimista. Ese día caminaron mucho buscando al alquimista, de repente una muchacha se acercó al pozo a llenar agua, el muchacho decidió preguntarle y en el momento que vio sus ojos negros se quedó impactado, el mundo quedó en silencio, él sabía que lo que sentía era el lenguaje del mundo; era Amor; Santiago sabía que estaba frente a la mujer de su vida; le preguntó su nombre y ella le dijo que se llamaba Fátima; también preguntó por el alquimista, ella señalo la dirección, lleno su cántaro y se fue.
El muchacho iba todos los días al pozo a esperar a Fátima y le contaba todas sus historias. Cierto día ella le dijo que quería que siga el camino por el que estaba ahí, que debía cumplir con su Leyenda personal, que así debía ser su amor, y que si ella era parte de su leyenda, él algún día regresaría.
Santiago quedó triste luego de conversar con Fátima, entonces decidió ir a pensar el desierto sobre lo que paso, mientras caminaba sintió dos sombras sobre su cabeza, eran dos gavilanes que trazaban dibujos en el cielo; el muchacho decidió seguirlos con la mirada, luego comenzó a sentir sueño pero su corazón le pidió que no se durmiera pues estaba penetrándose en el Lenguaje del Mundo; de repente el muchacho tuvo una visión: un ejército entraba en el oasis; decidió olvidar lo que paso, en fin solo era un espejismo pero su corazón estaba intranquilo. Salió del trance y camino al oasis, le contó a un camellero lo que había visto, el camellero le dijo que vaya donde los jefes tribales y les cuente lo sucedido, pues ellos eran hombres del desierto que escuchaban las señales.
El muchacho fue donde los jefes a llevarles la noticia, lo hicieron pasar, Santiago se acercó y les contó lo que había visto; ellos dudaban de lo que el muchacho les había contado, pero quien parecía que era el que mandaba sabía que debía escuchar los mensajes del desierto, entonces se levantó y dijo: Mañana durante todo el día guardaremos a los enemigos pero si al acabar el día ninguna de las armas ha sido utilizada, por lo menos una será utilizada contra ti. El muchacho salió muy asustado, pues tenía que pagar con su vida por haber entrado en el alma del mundo, caminaba en silencio pero no estaba arrepentido pues si moría al día siguiente, él había visto muchas cosas de las cuales se sentía orgulloso. De repente escuchó un estruendo que lo tiró al suelo, de la nada salió un caballo con un hombre vestido de negro y un halcón en el hombro izquierdo. El extraño caballero sacó su espada y preguntó: ¿Quién ha osado en leer el vuelo de los gavilanes?; el muchacho tímidamente respondió que él había sido, le pregunto también que es lo que hacía en tierras lejanas; a lo que el muchacho respondió: -Busco mi leyenda personal; el caballero guardo su espada, le dijo: -estaba probando tu valor, el coraje es el don más importante para quien busca el Lenguaje del mundo. Santiago se sorprendió, el hombre hablaba de cosas que muy poca gente conocía. El hombre le dijo que si al siguiente seguía vivo lo buscará, el muchacho había encontrado al Alquimista.
Al día siguiente después de la batalla, Santiago fue en busca del alquimista, le pregunto la razón por la cual quería verlo, a lo que el alquimista respondió: -el viento me contó que vendrías y que necesitabas ayuda. El alquimista era un hombre muy sabio le contó muchas cosas, era el quién lo iba a llevar a cumplir su leyenda personal.
La noche siguiente, nuevamente se encontró con el alquimista, pero esta vez se adentraron al desierto, Santiago tenía dudas de seguir su leyenda personal pues para él lo más importante ahora era Fátima, entonces el alquimista sorprendentemente le contó lo que pasaría en el futuro si no sigue su leyenda personal, quería hacerle ver cuán importante es cumplir lo que la vida le había destinado. El muchacho meditó mucho y mientras regresaban al oasis finalmente le dijo que iría con él.
Al día siguiente antes de marcharse fue a buscar a Fátima, le dijo que la amaba y que pronto regresaría; ahora para ella el desierto era la esperanza de su retorno.
Continuaron su viaje, el alquimista había felicitado a Santiago por haber seguido su Leyenda personal, cada vez estaban más cerca. El muchacho aprendía muchas cosas de aquel hombre y el desierto; el alquimista le había explicado que para sumergirse en el desierto tenía que aprender a escuchar su corazón, además este era quien sabía dónde estaba el tesoro. Anduvieron varios días por el desierto en silencio, Santiago trataba de escuchar su corazón, pero este era muy difícil y traicionero, el muchacho se preguntaba por qué, a lo que el alquimista le supo explicar, que era una buena señal, que debía seguir intentándolo, pues del corazón nadie logra huir. El muchacho continuó escuchando su corazón, aprendió sus artimañas y trucos, aprendió a aceptarlo y dejó de tener miedo y ganas de volver. El muchacho y el corazón se hicieron grandes amigos y cada uno empezó a ser incapaz de traicionar al otro.
Cierta tarde el corazón del muchacho dio señal de peligro y cinco minutos después frente a ellos aparecieron las siluetas de dos jinetes, luego las siluetas se convirtieron en diez, luego en cien hasta que gigantes montículos de arena se cubrieron de ellos. Llevaron al alquimista y al muchacho a un campamento militar pensando que eran espías; el alquimista les dijo que solo eran dos viajeros, que su amigo era alquimista, y si quisiera destruiría el campamento tan solo con la fuerza del viento. El muchacho atemorizado escuchaba en silencio. Los hombres rieron y el general dijo que quería verlo; el alquimista les dijo que necesitaban tres días para que su amigo se convirtiera en viento, que si no lo lograba, humildemente darían sus vidas. El muchacho salió de allí muy asustado y exaltado, le reclamó al alquimista por haber dicho eso, pues él no sabía convertirse en viento y ahora iban a morir. El alquimista logró tranquilizarlo, le dijo que debía aprender, pues de eso dependía su vida.
Al segundo día de estar en ese lugar el muchacho fue a la montaña a contemplar el desierto, escuchó a su corazón y el desierto escuchó su angustia, pues hablaban el mismo lenguaje.
Al tercer día todos se prepararon para ver como el muchacho se convertía en viento. El muchacho se sentó mirando al horizonte, y comenzó hablando con el desierto, pero este solo le podía ayudar prestándole sus arenas para que corra el viento, el desierto le dijo que hablará con el viento, así fue, el viento comenzó con una brisa, siguieron hablando
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