Trabajo de investigación: -Trastorno bipolar: “La enfermedad de la emociones”
Enviado por Christopher • 14 de Agosto de 2018 • 3.436 Palabras (14 Páginas) • 577 Visitas
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“En la manía, existen efectos negativos significativos (como imprudencias sexuales, impulso excesivo de comprar, viajes repentinos) sobre la vida social, el trabajo o ambos. La manía pura no tratada puede durar entre tres y seis meses”.
Los rasgos de la personalidad del individuo se acentúan de manera exagerada. La alteración de las emociones puede llevar a enamoramientos apasionados u odios intensos. La confianza excesiva de las propias capacidades puede llevar a tomar decisiones excesivamente arriesgadas, emprender negocios ruinosos o efectuar compras innecesarias y regalos sin motivo. Además puede llevar a la promiscuidad sexual y a las infidelidades. El individuo se cree capaz de todo sin pensar en las consecuencias que conllevan.
Otra de los estragos de la manía es la aceleración psicomotora, la cual hace que el paciente mantenga una actividad constante, por ejemplo se interese por ejercicios físicos que quizás antes no le habían llamado la atención y planifique
tareas y reuniones que le llenen su agenda. Si la hiperactividad es excesiva, el paciente puede mostrarse demasiado inquieto o incluso agitado.
“Con la hipomanía, los mismos síntomas aparecen en formas más leves, y son de duración más corta, por lo que no afectan a la vida social o laboral de forma tan dramática, y no se suele requerir la hospitalización”.
La hipomanía puede ser un estado extremadamente agradable. Si es moderada, puede hacer que el individuo aumente su actividad sin perder su sentido y puede implicar mayor creatividad y capacidad de liderazgo. El problema es que constituye un estado extremo inestable.
Muchos pacientes querrían estar permanentemente un poco hipomaníacos, ya que presentan un estado de alegría, pero ésta se acompaña de muchos otros síntomas: insomnio o disminución del sueño, discurso acelerado, irritabilidad, etc.
Lamentablemente, la hipomanía tiende a empeorar y a convertirse más tarde en manía (en los bipolares de tipo I), o a transformarse de improviso en una fase depresiva (sobre todo en los bipolares de tipo II).
Un episodio maníaco suele aparecer de modo repentino, y con frecuencia (no siempre) sigue a un periodo de depresión profunda. La irritabilidad es con mayor frecuencia el primer cambio apreciable al inicio. Entonces, típicamente, la persona experimenta un cambio de estado de ánimo “acelerado” y extraño. Los síntomas de un episodio de manía pueden incluir un discurso rápido, pensamientos desconectados, ideas de grandiosidad, alucinaciones (voces o visiones), y una extrema irritabilidad. Cerca del 60% de los pacientes con manía experimentan sentimientos de omnipotencia, creyéndose en ocasiones dioses o personas celebres. Algunos experimentan una intensa energía sexual, o un marcado aumento de fuerza. El paciente suele necesitar dormir poco; algunas evidencias, de hecho, sugieren que un episodio maníaco puede estar relacionado con una respuesta anormal a la disrupción en el ciclo de sueño-vigilia, que puede tener lugar a causa del estrés. (Un estudio a corto plazo sugirió que las situaciones estresantes, incluso las más tristes, representan incluso una mayor probabilidad de desencadenar una manía que una depresión).
Fase de depresión
La depresión consiste en la pérdida de interés por las actividades habituales, la falta de ilusiones y la gran dificultad para hacer cosas que, en otro momento, habrían sido fáciles o rutinarias. En la depresión bipolar hay una gran pérdida de fuerza de voluntad y una gran apatía. A menudo los pensamientos y los actos son más lentos. Es como la cara inversa de la manía: inactividad, tristeza, lentitud, y un gran sufrimiento. El afectado se siente como si hubiera perdido toda su energía, como un motor sin gasolina.
En la fase depresiva la persona duerme mucho y se abandona físicamente, pero no es tan difícil de controlar como en la fase maníaca. El problema es que detrás de este comportamiento hay un gran sufrimiento personal.
El paciente se siente indolente, inútil, frustrado. Antes de empezar algo ya se le han ocurrido cien razones para no hacerlo. Sólo se le ocurren ideas negativas. A veces parece que la muerte es la única solución, cuando realmente hay soluciones mucho mejores, pero la persona deprimida es incapaz de verlas.
“Los síntomas de depresión experimentados en el trastorno bipolar incluyen los siguientes: tristeza, fatiga o pérdida de energía, insomnio, exceso de sueño, o sueño superficial con despertares frecuentes, ganancia o pérdida de peso, disminución de la capacidad para concentrarse o tomar decisiones, agitación o comportamiento marcadamente sedentario, sentimientos de culpa, pesimismo, baja autoayuda y autoestima, pérdida de interés o placer por la vida, y pensamientos de/o intentos de suicidio”.
La depresión se acompaña de uno de los síntomas más peligrosos que es la distorsión del tiempo muy peculiar, donde el pasado y el futuro se contaminan de la vivencia depresiva.
“Un paciente que se hallaba en fase depresiva desde hacía una semana afirmaba convencido: «Esta depresión no sanará nunca, hace años que la arrastro». Curiosamente, cuando se recuperó, decía: «Ahora ya estoy bien. No volverá a ocurrirme nunca más, es imposible». Al cabo de dos años, en una recaída, volvía a defender que siempre había estado deprimido, cuando sabíamos perfectamente que había estado bien durante dos años”.
Esta sensación de desesperación y desfases del contexto y tiempo lleva a la desesperación y puede facilitar una de las complicaciones más graves de la depresión: el suicidio. Otros síntomas de la fase depresiva pueden ser la pérdida del apetito, aunque en algunas personas es más frecuente su aumento y la ganancia de peso, la fatiga, dolor en las piernas, cosquilleo en los dedos, mala digestión, dolor de cabeza, las crisis de ansiedad, la pérdida de impulso sexual, el aislamiento social, el malhumor y muchos otros.
En la fase depresiva también pueden observarse síntomas psicóticos. En este caso suelen ser de contenido depresivo: ideas delirantes de culpa, ruina, inutilidad; sensación de ser señalado y rechazado por parte de la gente en la calle, etc. Las alucinaciones son menos frecuentes, pero pueden adoptar la forma de voces que insultan o de visiones del demonio.
“Algunos pacientes presentan depresiones catatónicas en las que lo más llamativo es su permanencia en la inmovilidad y desconexión de la realidad. Sin embargo, estos síntomas sólo aparecen en las depresiones más graves. Son más habituales las fases depresivas leves y
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