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Visibilización de los sujetos invisibles: Análisis del manifiesto “Hablo por mi diferencia” (2000) de Pedro Lemebel

Enviado por   •  22 de Marzo de 2018  •  4.827 Palabras (20 Páginas)  •  482 Visitas

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De esta manera, es evidente que hay una elección por aspectos relacionados al contexto histórico y a la biografía del autor. Sin embargo, hay dos autores que se acercan a un análisis más afondo Urtasun (2006) y Moure (2014).

Urtasun (2006) en su estudio titulado Locas que importan: crónicas de sidario de Pedro Lemebel, realiza un análisis donde relaciona la escritura política de Lemebel con su subjetividad gay presente en el manifiesto. Esto evidencia el interés por lograr entablar un dialogo entre lo expresado por Lemebel desde su subjetividad homosexual y su descontento ante la situación política de Chile. En el cual involucra factores como la poética gay, el SIDA y el cuerpo. Además, Urtasun (2006:202) afirma que “el Manifiesto, (…) expresa por un lado, su hombría en oposición al machismo militarizado” (Urtasun, 2006:202). En donde de algún modo, trata de acercarse a ese dialogo existente entre la deconstrucción de la hombría y el machismo o las actitudes despectivas. Aunque, solo lo mencione esto da pie a que en el investigador hay consciencia de que si hay otro punto de análisis en el texto.

Luego, Moure (2014) hace énfasis en repetidas ocasiones de que en este manifiesto hay un afán por revindicar la homosexualidad. Además, se refiere al hecho de que Lemebel da espacio de visibilidad a esa homosexualidad mediante su discurso, dándole voz a las minorías a través de su escritura. Para Moure hay una resistencia en el discurso político ante la homosexualidad, esto demostrado con distintos fragmentos del manifiesto. Lo cual da espacio a que se cree un dialogo entre el discurso literario y el discurso político planteado por Lemebel en su manifiesto.

Posteriormente, Moure hace mención a que “las crónicas de Lemebel hacen oír voces y recogen materiales y significaciones que remiten a registros discursivos diversos, configurando en sus textos una composición discursiva heterogénea.” (Moure, 2014:11), con lo cual crea vínculo entre el manifiesto y las demás obras de Lemebel. Donde nuestro autor se enfoca en ese hecho de no dejar un discurso homogéneo, sino más bien ir incluyendo distintos factores para darle paso a esa heterogeneidad, la cual caracteriza nuestro manifiesto en análisis. Y es justamente esta idea la que nos acerca al discurso meramente literario de Lemebel, alejándonos así de aspectos relacionados al contexto histórico y a la biografía del autor.

- Deconstrucción de la hombría

- Actitudes despectivas

El movimiento queer surgió como respuesta a una doble exclusión, a la practicada por una “identidad gay” que estaba imponiéndose, la cual, tras la búsqueda de respetabilidad, desprestigiaba a aquellos movimientos que desestabilizaban su legitimación social. En palabras de Lemebel (1991) “doble marginación para un deseo en común”.

El punto de partida de Pedro Lemebel es el lenguaje autodenigratorio, que representa la confrontación hacia un sector de hombres homosexuales, blancos, de clase media alta, educados, y con altos niveles de renta y capacidad de gasto. Los cuales han excluido, del discurso de su causa y del diseño de sus políticas, a aquellos que transgreden la imagen de honra en la que estos se han logrado posicionar, es decir, los homosexuales travestidos, indoamericanos, mestizos y pobres.

También, manifiesta la censura con la que han sido confrontados, los estigmatizados, tanto durante la dictadura como en la democracia, “quiero decir que mientras los maricas poeticemos la maricada está todo bien, en su lugar, en el rincón que le asigna la democracia oficial. Pero cuando se opina sobre etnias, aborto, derechos reproductivos, libertad de culto o políticas económicas, la licencia freak queda cancelada” (Lemebel, 2004)

Me apesta la injusticia

Y sospecho de esta cueca democrática

Pero no me hable del proletariado

Porque ser pobre y maricón es peor (Lemebel, 2000:82)

La palabra queer fue utilizada como etiqueta para denotar una sexualidad entendida como patológica, inmoral o criminal. Era un término de estigmatización. Lo queer se caracteriza por una serie de prácticas (por eventuales que sean) que en cualquier momento se consideran inaceptables. El declararse como homosexual o ser travestido, en una época, como antes se ha mencionado, marcada por una crisis sanitaria provocada por el SIDA, era razón suficiente para ser etiquetado como “anormal”, “pervertido” o “enfermo”. Se tenía la idea equivocada de que todo aquel que siguiera prácticas distintas a las que establecía la heterosexualidad normativa, “por sus malas costumbres”, era portador de alguna infección de transmisión sexual.

En uno de los tantos discursos pronunciados por Pedro Lemebel, se manifiesta un cierto amargor hacia una emancipación homosexual que ha sido atropellada por la paranoia sidática.

Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro

Envejecidas de limpieza

Acunándote de enfermo

Por malas costumbres

Por mala suerte (Lemebel, 2000:82)

A la comprensión de las formas en la que la heterosexualidad indica que se es homosexual, es decir, que desde que los “sujetos homosexuales” llegan a la cultural heterosexual, aprenden mediante el insulto, el oprobio y la grosería a ser homosexual, un ser marginado. Las identidades gay son estrategias de defensa desafiadas por las personas homosexuales para protegerse de la sociedad que les agrede. Las identidades gay definen espacios sociales y simbólicos para relacionarse y son una guía para el desarrollo personal. Estas afinidades son una respuesta imprescindible, hacia la represión.

Pedro Lemebel, en el manifiesto “Hablo por mi diferencia” (2000), evidentemente aborda la cuestión de la homosexualidad, pero, más específico, lo que significa ser homosexual, en primer lugar, responde a los comportamientos legales y legítimos de las minorías latinoamericanas emergentes que al ejercer sus derechos (civiles, humanos, sexuales) se les reprime por ser distintos, y en segundo lugar se les acosa, maltrata, humilla e incluso asesina.

“Es el/la queer, quien, por su presencia y su desafío, inquieta y altera la heteronormatividad hegemónica” (Kaminsky, 2008:889). Precisamente, es lo que ha pretendido la obra de Lemebel, “abandonar el closet”, ese miedo

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