¿ES ÉTICA LA UTILIZACIÓN DEL NEUROMARKETING?

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Es bien sabido que el capitalismo, plantea que el dominio de los mercados debe ser su objetivo principal. En los siglos XIX y XX, este sistema tuvo un desarrollo impresionante: creación de emporios comerciales del petróleo, el caucho, los textiles, los electrodomésticos, los metales preciosos. Todo esto conllevó al desarrollo de naciones que en algún tiempo “empobrecidas” (según el sistema), surgieron como imponentes titanes del lujo y la prosperidad. Si bien el sistema trajo cierto grado de riqueza, hoy siglos después se pueden apreciar sus consecuencias. El uno por ciento de la población mundial posee la mayor parte de la riqueza, y esto a costa del esfuerzo de millones de trabajadores, que hoy día le compran al mismo sistema que se empeña en crearles necesidades ficticias. Hoy, el capitalismo muestra orgulloso uno de sus últimos estandartes, el neuromarketing. Empresas como Coca Cola, Pepsi, Microsoft, Apple, Nike y muchas más se valen del neuromarketing, para incrementar sus ventas y potenciar sus estrategias dominantes. Millones y millones de dólares se invierten todos los días en la implementación de las nuevas tecnologías de la información que reforzadas con las nuevas ciencias de la mercadotecnia, constituyen los pilares para el desarrollo económico de las naciones. Aunque todo este avance científico y tecnológico produce bienestar y confort, millones de personas se envuelven en un modo de vida consumista e ignoran que muchos aspectos de su intimidad, llámense gustos, preferencias, ubicaciones, etc. están siendo almacenadas en inmensas bases de datos, a la espera de que el mejor postor las adquiera. La ética afirma que los seres humanos tienen derechos fundamentales. Algunos de ellos son el derecho a la intimidad y privacidad. Cualquier individuo se sentiría incómodo al saber que muchos de sus datos personales se convierten en gruesas sumas de dinero que las empresas compran para obtener sus gustos y preferencias. ¿Pudiera ser que en el futuro cercano, ninguna persona tuviera derecho a rechazar los mensajes publicitarios o a decidir por sí misma, sin tal influencia qué comprar? Está previsto para el futuro, que sólo con su número de identificación, una empresa conozca hasta su personalidad, de modo que pueda ofrecerle sus productos y servicios, sin siquiera preguntar por sus gustos o preferencias. Desde el punto de vista del marketing, esta es la panacea, que por tanto tiempo buscaron y se esforzaron por hallar; ¿pero no constituye esto el desprecio a la dignidad humana, sólo considerar al individuo como a un conejillo de indias o a un número más en la lista de sus clientes? ¿Estará la humanidad condenada a vivir en un mundo donde primen los intereses de las corporaciones sobre el interés particular? Por eso la pregunta queda planteada: ¿Es ético el empleo del neuromarketing?

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