El acoso laboral o acoso moral en el trabajo, conocido comúnmente a través del término inglés mobbing

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me correspondía), o por el contrario sustraían mi material de trabajo; me indicaban que fuera por las tortas y los refrescos; me cambiaron tres veces de área, (bajo la misma jefatura) haciéndome creer que en cada una de ellas yo era ineficaz.” (El Universal, 2008)

No fue sino hasta después de más de seis meses cuando Lorena decide ir a plantear su problemática al área sindical y de esta manera es asignada a un jefe distinto en un área de trabajo diferente a la que laboraba con anterioridad.

Sin embargo, el acoso que efectuaron sobre ella (su jefe y compañeros) dejó daños psicológicos en su persona, ocasionándole trastornos del sueño y síntomas de ansiedad para los cuales debió comenzar a asistir a psicoterapias como tratamiento cuyo fin era el superar dichas dificultades.

Los problemas sufridos por Lorena no son los únicos que se pueden experimentar, también se experimenta: irritabilidad, miedo al fracaso, reacciones paranoicas, dificultades de concentración y memoria, miedo creciente y continuo, disminución de la autoestima, entre muchas otras consecuencias que perturban al afectado en distintos aspectos de su vida; lo preocupante es que la gravedad de las secuelas aumenta por el tiempo que el acosado deja pasar sin denunciar el mobbing, y al no denunciar los hechos o no recibir la ayuda necesaria para superar la problemática los resultados se pueden volver trágicos para los afectados.

5. CONCLUSIONES

Es bien sabido que este tipo de problemática no es nueva en las organizaciones, sin embargo, una cuestión de cuidado es el hecho que no siempre se denuncia el abuso ante las autoridades y esta clase de comportamientos notablemente tengan un nivel elevado de incidencia.

La Organización Internacional del Trabajo señala que entre un 10% y 15% de la población de trabajadores son víctimas del acoso psicológico laboral.

El caso presentado con anterioridad es un ejemplo de como una víctima del mobbing es afectada por este fenómeno, dicha problemática causa secuelas a largo plazo obligando al individuo a modificar su vida (asistir a terapia debido a el daño causado, abandonar el trabajo). La víctima suele tener miedo de que si denuncia la situación incremente la intensidad del ataque; incluso llegan a temer agresiones físicas, debido a las amenazas que reciben. Suelen sentirse culpables o con mala consciencia, debido a la acción manipuladora que sobre ellos realizan los acosadores. Suelen presentar algún tipo de personalidad no confrontativa con tendencia a la mediación, respecto de los propios derechos, lo que los hace diferir la respuesta o sencillamente permanecer impasibles ante las agresiones de que son objeto.

Temen que la denuncia o defensa legales de sus derechos remueva recuerdos muy dolorosos o desagradables de las situaciones sufridas en el mobbing que habían quedado reprimidas.

Suelen permanecer en la indefensión temiendo que prevalga más las perversas capacidades del acosador por mentir y manipular que sus propios recursos personales por hacerlas. Esto es el efecto de una autoestima atacada y deteriorada. Confían poco en la respuesta institucional y organizativa ante la denuncia. Temen repetir el destino laboral de otros trabajadores anteriormente acosados, que acabaron a su vez abandonados a la suerte. Estas repercuten en los demás ámbitos de la vida del individuo, ocasionando que, si la situación se vuelve insoportable, la persona recurra a vías extremas para finalizar la problemática como el suicidio, cuyo acto es ejecutado entre un 12% y 15% de las personas que padecen mobbing, según la investigadora del Instituto Politécnico Nacional Mara Marisela Trujillo Flores.

Los alarmantes datos nos obligan a informar al lector sobre el acoso psicológico laboral, los medios de solucionar la problemática si llega a presentarse el fenómeno mobbing en la organización y, sobre todo, la necesidad de establecer compromisos éticos que fomenten un ambiente de trabajo más