“LA ÉTICA Y LA MORAL EN LA GESTIÓN DE LA CONSTRUCCIÓN”
Enviado por Ledesma • 19 de Septiembre de 2017 • 2.750 Palabras (11 Páginas) • 894 Visitas
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gestión de la construcción, se agrupan todas las actividades que deben realizar una empresa o un individuo, inmersos en el rubro, para garantizar el cumplimiento de sus metas de manera eficiente y eficaz, con la finalidad de ofrecer un producto o servicio de calidad, en beneficio tanto de los ofertantes (utilidades) como de los demandantes (construcciones perdurables en el tiempo, económicas, etc.). Pero aplicar la ética y la moral a una empresa va más allá de estos beneficios implícitos; una empresa con ética y moral debe cerciorarse, por ejemplo, de que sus trabajadores se identifiquen con sus objetivos y, a la vez, estén felices de pertenecer a la empresa; de que los usuarios sientan que, cuando utilizan los servicios ofrecidos, contribuyen al medio ambiente o conocen que la empresa desarrolla proyectos para poblaciones desfavorecidas.
Reforzando esta postura Gómez , (2012) dice que la empresa de la construcción, como principal agente del entorno laboral y de la infraestructura del sistema económico y productivo se convierte en plataforma para el desarrollo humano y social para el individuo, por tal causa deben emitir su código de ética empresarial y darlo a conocer a sus accionistas, personal, clientes, proveedores y todos aquellos que se encuentran directamente relacionados con la actividad con el fin de direccionar unas reglas claras y concisas en el desarrollo de las funciones.
De esta manera cada individuo conocerá qué debe hacer, cómo lo debe hacer y cuáles serán las consecuencias de sus decisiones. De eso se trata la ética y la moral aplicada a este sector.
En el sector de la construcción se están presentando cambios sociales y económicos que empujan a las empresas a tomar conciencia de las oportunidades y riesgos, con implicancias éticas. Montenegro, A . (2004), dice que esto obliga a las constructoras a adoptar nuevas ideas, fijar nuevos rumbos y marcar nuevas estrategias de gestión, que les permitan estar preparadas para afrontar con éxito las nuevas exigencias, mejorando al mismo tiempo la imagen generalmente no demasiado favorable que la sociedad tiene de ellas.
Asimismo, menciona que el reto empresarial de las empresas del sector es integrar en todos los niveles, procesos y actividades, nuevos valores y modelos de gestión, con políticas claras de mejora continua impulsadas desde la implantación de los Sistemas de Gestión de Calidad y Medio Ambiente, de Prevención de Riesgos Laborales y de su compromiso Ético y de Responsabilidad Social, los cuales se deben constituir en un valor esencial y activo importante para la compañía, convirtiéndose así en un indicador de buena gestión que se deberá internalizar y reflejar en nuestros resultados económicos, todo ello orientado hacia la satisfacción de nuestros clientes, lo que marcaría una ventaja competitiva en el logro de nuestra misión.
Una empresa con objetivos claros podrá demostrar que conoce su trabajo. Pero una empresa que se preocupa por mejorar e integrar todos sus procesos hacia el bienestar de sus trabajadores, clientes y entorno, entonces demuestra que está realizando un trabajo a conciencia y con responsabilidad social. Todas las empresas que estas incorporando los conceptos de ética y moral a su gestión, están avocadas a mejorar en el tema de calidad, cuidado del medio ambiente, seguridad en la construcción y apoyo social.
Pero, ¿realmente eso es todo lo que se necesita? Desde mi concepción, hay más que eso. Es importante tener en cuenta el tema de individuos; podremos preocuparnos por el medio ambiente o por apoyar a los más desfavorecidos, pero es importante también conocer cómo se obtuvieron los contratos. En este tema, todavía circula bajo las mesas y entre páginas la premisa de que “la ética es una cosa y los negocios otra”.
Por ello, no podemos evitar el preguntarnos ¿cómo la corrupción afecta el desempeño de una empresa constructora? En la Gestión de la Construcción, los temas de corrupción se han institucionalizado. Por ejemplo, ofrecer dinero para lograr la adjudicación de una obra o servicio; proponer el uso de materiales de mala calidad o menos materiales del que requiere la obra con el fin de reducir el costo de esta, ofreciendo dinero si es necesario; reducir el uso de materiales esenciales con fines económicos. ¿Acaso incurrir en estos tratos, no es estar falto de ética y moral?
Bautista (2007) afirma que pretender someter a los hombres sólo por la fuerza del poder, por medio de la ley o por distintos controles externos, no es el mejor camino para evitar la corrupción y las actitudes antiéticas (…) el acto corrupto se da porque un individuo toma la decisión de realizarlo y emplea en ello toda la sagacidad, astucia e inteligencia que posee.
Por lo tanto, que una empresa tenga un código de ética y valores, no asegura que los individuos que la conforman también los tengan. Se percibe a menudo que las empresas constructoras, sobre todo las grandes corporaciones, cuenten con innumerables proyectos de responsabilidad socioambiental y tengan códigos de ética bien definidos, pero al mismo tiempo que no haya transparencia en sus negociaciones, generando la desconfianza del espectador común, del usuario. Es más, el ambiente en los que el sector de la construcción se desarrolla ya está plagado de deshonestidad en esta materia, basta con recorrer los pasillos de las instituciones públicas para empaparse del tema.
De allí que parte la certeza de la comunidad que son los empleados públicos los gestores de los actos de corrupción y no las empresas.
Aun así, no se puede hablar de una empresa ética si solo transforma lo que se ve, su imagen o su clima laboral, sino aquella que en cada acto, en cada decisión, instituye una cultura de valores.
¿Por qué debe preocuparnos que una empresa tenga ética y moral?
La razón por la cual la ética de la empresa es digna de atención para el capital y la opinión pública es que los valores morales son la clave del éxito de la empresa (Cuevas, 2005). Todos estamos de acuerdo con esta afirmación, cuyo fundamento esta mejor explicado por Guillen (2008), citado por Fernández y Martin (2011) que dice que las organizaciones forman parte del tejido social en donde hacen vida y se desarrollan, no constituyen elementos aislados del resto de la sociedad, por lo que el impacto que tiene su actuación en los grupos de interés vendría dado por la naturaleza ética de su gestión empresarial.
Una empresa constructora que, además de definir sus estrategias de proyección hacia la sociedad, también mantenga una conducta moral en la toma de sus decisiones, asegura la efectividad de su trabajo, porque no está condicionado
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