La Enseñanza del Español II. Coordinadora de la materia

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Por otra parte está el personaje secundario que es Ignacio, quien es hijo del viejo, el personaje es un joven quien se ha visto envuelto en problemas y es por ello que es herido y auxiliado por su viejo padre, su actuar no solo lo denigra a él, sino a su propio padre, al ver todo lo bueno que hace su papá por él, cree que no es justo el esfuerzo y sacrificio que hace, así que repetidamente, Ignacio le pide que lo baje: “-Bájame padre” “-¿Te sientes mal?” “-Si”, pidió que lo dejaran ahí en la orilla del arroyo, sabiendo todo el mal que había causado, muestra tal vez un poco de arrepentimiento cuando su padre se da cuenta que llora: “¿Lloras, Ignacio? Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre, ¿verdad? Pero nunca hizo nada por ella. Nos pagó siempre mal. Parece que en lugar de cariño, le hubiéramos retacado el cuerpo de maldad”. Al leer estos fragmentos tan emotivos, uno se da cuenta que el autor espera despertar en nosotros sentimientos de tristeza, alegría, e incluso frustración de ver que el viejo hace todo por llegar, pero su camino parece nunca terminar.

El género literario de este cuento es el Realismo Mágico caracterizándose por el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. No es una expresión literaria mágica, su finalidad es suscitar emociones, es decir, expresarlas, y es, sobre todas las cosas, una actitud frente a la realidad.

El título de este cuento, después de haber llevado a cabo un análisis detallado, nos da a entender que el aullar de los perros es la esperanza para los personajes, porque eso significaba que habían llegado a su destino y que para llegar a él tuvieron que pasar tensiones, cansancio, emociones e incluso momentos de sinceridad donde el padre pudo desahogar su sentir, después de que su hijo se convirtiera en una mala persona y ahora estuviera herido sin nadie más para apoyarlo. Al llegar al pueblo se narra: “Destrabo difícilmente los dedos con que su hijo se había venido sosteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partes ladraban los perros”.

El final quedo abierto por que no se supo si Ignacio fue atendido verdaderamente por un médico o si falleció después de haber llegado, por su parte el Viejo solo dijo: ¿Y tú no los oías, Ignacio? No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza”, así es como concluye Juan Rulfo este cuento que no solo habla de cualquier historia, es una historia que te hace reflexionar que un padre siempre hará todo por ti, así seas la peor persona del mundo, pero esto no justificara que defraudes su confianza y su cariño que ciegamente un padre te da.