La temporalidad narrativa en Fernando Vallejo

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que define la existencia y permanencia del hombre en el mundo.”

Ahora bien, en el pensamiento de Heidegger nos encontramos con una concepción del tiempo en la que este no constituye un categoría de diferenciación entre los entes, no se trata de dualidades o dicotomías: lo temporal como opuesto a lo intemporal o eterno; se trata más bien de una concepción en la que es el propio tiempo quien permite su comprensión a partir de un determinado modo de si mismo: el presente. En este sentido, podríamos decir que es el “instante” quien mejor define la experiencia de temporalidad en la obra de Vallejo; el instante, indefiniblemente efímero dado que no puede medirse en términos de magnitud, es el punto en que confluyen, se confunden y entremezclan el pasado, el presente y el futuro, en una especie de unidad que nos recuerda el triple presente de San Agustín:

“ Más, en cuanto es ahora claro y manifiesto, ni las cosas pasadas existen, ni las futuras, ni se dice con propiedad que los tiempos son tres: pretérito, presente y futuro; sino tal vez sería propio decir que los tiempos son tres: presente de lo pretérito, presente de lo presente y presente de lo futuro. Porque estas tres cosas existen en el alma, y fuera de ella no las veo: memoria presente de las cosas pretéritas; visión presente de las cosas presentes, y expectación presente de las cosas futuras. Si esto se puede llamar tres tiempos, veo y confieso que los tiempos son tres.” (Sn. Agustín,(s/f), Libro XI, cap. 20)

Así pues, al ubicar el tiempo al interior del ser humano se resuelve la paradoja que supone la anacrónica temporalidad de Vallejo, ya que memoria, visión y expectación se presentan simultáneamente en la mente del escritor y le conceden la absoluta libertad que trae consigo una temporalidad tan flexible como la que se encuentra en sus narraciones.