“Antecedentes de los códigos de ética”, Capitulo 1 del libro Ética profesional docente.

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Por otra parte, aterrizando la discusión en la actualidad, es relevante mencionar y aclarar dentro el amplio sentido semiótico de las palabras ética y moral, que la primera se entiende como un saber con un fundamento teórico, racional e institucionalizado, que estudia a la moral, mientras que esta se puede limitar a ser el comportamiento individual de una persona en su trabajo, hogar, culto, o centro de estudio y ese comportamiento de discernimiento lo acompaña en todo momento, ya que somos en buena medida sociedades delimitadas por reglas morales, explicitas o implícitas.

Siendo así, la ética enfrenta grandes retos, que son parte constitutivas de la misma, y es por su carácter individual, o social, carece en gran medida de una universalidad, esto porque si uno piensa por ejemplo en disciplinas de la ciencia, uno encuentra reglas universales con las cuales la ciencia trabaja, dígase método, axiomas, reglas, formulas, máximas o principios, que en ética presenta la dificultad que pueden ser delimitadas las reglas morales a un cierto grupo de personas, ya que estos códigos de conducta no fungen como leyes universales. Y aunque las proposiciones contractualistas propuestas por Hobbes o Rousseau se mantengan vestigios en ciertas legislaciones de países del mundo, no aplican como leyes universales de comportamiento.

La ética, a diferencia de las demás ramas de la filosofía como la epistemología, la lógica, política, metafísica entre otras, tiene la característica de ser a mi gusto la disciplina más variable, esto porque tiene que ajustarse a diferentes culturas, a diferentes personas, para tratar de responder a sus problemas morales, siendo a veces que una respuesta no sea lo suficientemente válida para una persona o una cultura, y a su vez la ética enfrenta la responsabilidad de normar, guiar y pautar sistemáticamente las acciones y conductas de los profesionales.