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Comte y Marx

Enviado por   •  14 de Enero de 2019  •  8.819 Palabras (36 Páginas)  •  352 Visitas

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La vida de Marx estuvo signada por dos constantes: su militancia política, que lo llevó a formar parte del movimiento obrero y a participar activamente en la construcción de la Internacional Socialista, y su miseria económica -aliviada en su madurez por la ayuda financiera de su colaborador intelectual y amigo, Frederich Engels.

Luego de formar matrimonio con una aristócrata, Jenny Von Westfalen, Marx se vio forzado a emigrar de Prusia debido a la persecución política existente contra los judíos y contra los liberales de izquierda. Vivió en Francia y en Suiza, donde finalmente fue expulsado. El último tramo de su vida lo pasó en Londres, Inglaterra, donde conoció el capitalismo desarrollado de su tiempo y se dedicó, en la Biblioteca del Museo Británico, al estudio sistemático de la Economía Política. Fruto de dicha labor es su mayor obra, El Capital, donde analiza el funcionamiento de la economía burguesa, criticando sus contradicciones, y pronosticando su futuro colapso.

Finalmente, en medio de la miseria y abatido por el fallecimiento de su mujer, muere en Londres en 1883. A su entierro asistieron tan solo doce personas, aunque Engels predijo –acertadamente- que su nombre sería recordado por el mundo. En efecto, Marx y su pensamiento social, económico, político y filosófico, caracterizado por sus inclinaciones revolucionarias y su crítica al sistema social capitalista, se convirtió durante el transcurso del siglo XX en el más polémico y famoso de los pensadores, y estandarte de las luchas sociales y obreras de todo el mundo.

LA FILOSOFÍA MARXISTA

El pensamiento sociológico de Kart Marx se vincula a su etapa madura como pensador, más ligada a sus formulaciones en materia de economía política fruto del estudio de los clásicos ingleses (William Petty, Adam Smith, David Ricardo), que a sus inicios como filósofo hegeliano “de izquierda”. Sin embargo, aún el Marx “maduro” -quien, en términos de Altusser, es el responsable del pensamiento social científico- se observan fuertes vestigios de sus orígenes filosóficos humanistas.

En cuanto sociólogo, Marx se encuentra emparentado con sus contemporáneos Augusto Comte y Herbert Sepencer, en particular por dos grandes rasgos que comparte con ellos: por un lado el “gigantismo” de su sistema explicativo de la sociedad humana, en el que todas las producciones culturales tienen una topología y función definidas y causalmente relacionadas (sea en la estructura económica, sea dentro de la superestructura ideológica); por otro lado, descolla su “fatalismo”, en tanto y en cuanto su concepción de la sociedad es histórica y esa historia de la comunidad humana tiene etapas necesarias, inexorables, que permiten efectuar un pronóstico exacto de lo que ocurrirá en el futuro de la civilización. En este sentido, puede ubicarse a Marx en una primera época de la sociología, como antecesor de los verdaderos fundadores de esta disciplina, Weber y Durkheim, quienes le asignaran a ésta un objeto y método bien definidos.

Sin embargo, es de destacar que Marx posee atributos que lo diferencian notoriamente como pensador respecto de Comte y Spencer, y que lo hacen –a mi juicio- infinitamente superior a ellos. Ni Comte ni Spencer lograron separar la ciencia social de las disciplinas linderas a la misma: de un lado, Comte siguió manteniendo que el mundo humano está regido por las “ideas”, esto es, por lo espiritual, quedando así atrapado en el idealismo filosófico del que, a pesar de su pregón positivista, no logró escapar; y Spencer buscó la cientificidad aplicando a lo social nociones biologicistas, reduciendo la dinámica, funcionamiento y cambio social a leyes propias de la naturaleza orgánica. En fin, ambos hicieron propia una visión de la sociedad algo ingenua, construyendo sus conceptos de manera deductiva y poco realista.

Marx fue el primer pensador en mirar críticamente la sociedad humana, disociando netamente lo que el hombre piensa de la misma, de lo que ésta es. Su gran giro epistémico consistió, pues, en eliminar el factor espiritual en su análisis de la organización social para observar empíricamente la “anatomía” de la misma, la composición de clases y la radicación de sus respectivos intereses materiales dentro de cierta estructura económica.

Para él, el pasaje del antiguo régimen feudal a los modernos estados constitucionales no es un resultado de las nuevas ideas ilustradas; por el contrario, tiene como base una transformación más profunda de las fuerzas productivas y el reemplazo de un modo de producción feudal en decadencia por el moderno capitalismo industrial; reemplazo cuyas causas radican en leyes objetivas que rigen la organización y cambio de la sociedad humana, no en la voluntad de ciertos individuos.

EL PUNTO DE PARTIDA DE KARL MARX: SU PROCEDENCIA FILOSÓFICA

La filosofía marxista es denominada “materialismo dialéctico” porque realiza una síntesis entre dos filosofías de las que se reconoce heredera: por un lado, el hegelianismo, del cual extrae el método dialéctico; y por otro lado el materialismo de Feuerbach.

LA INFLUENCIA HEGELIANA

Hegel había edificado un complejo sistema filosófico por medio del cual pretendía resolver las múltiples contradicciones teóricas de su tiempo (racionalismo vs. empirismo).

Para Hegel la razón no es algo que se agazapa fuera del objeto de conocimiento ni sirve únicamente para conocerlo, sino que la razón es el objeto, y viceversa.

El pensamiento busca conocer las cosas y las atraviesa con la razón; pero ésta puede conocerlos porque son racionales, y son racionales porque son carnaduras, “momentos” de su desarrollo. Así, para Hegel la razón deja de ser un mero instrumento mental al servicio del conocimiento, convirtiéndose en el sujeto de la historia, en la gran hacedora de la realidad.

Semejante concepción de Hegel choca de plano con nuestro sentido común y con nuestra concepción espontánea acerca del pensar. Desde los antiguos griegos, los occidentales tendemos a ver lo real como algo externo a nuestro yo, algo definitivamente distinto del pensamiento. Y consideramos que conocer es tener una idea que se corresponda fielmente con esa realidad en sí.

El idealismo moderno –que debuta de la mano del racionalismo francés y del empirismo inglés- no alcanzó a eliminar esa creencia en lo real. Incluso en Kant, quien veda a la razón la posibilidad de conocer lo absoluto, está presente la realidad en sí bajo la forma del nóumeno, lo inaccesible para la actividad cognoscente.

Pero Hegel

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