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Cultura del Agua.

Enviado por   •  5 de Enero de 2018  •  3.049 Palabras (13 Páginas)  •  318 Visitas

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CULTURA DEL AGUA

La denominación Nueva Cultura del Agua surgió a mediados de los años noventa del siglo XX como un movimiento social de oposición y poco a poco fue refiriéndose a toda una forma diferente de tratar los temas relacionados con la gestión del agua.

Entre las ideas más importantes que se defienden desde esta concepción podemos citar el concebir el agua como activo "eco-social", la necesidad de gestionar la demanda en lugar de la oferta, la aplicación de técnicas como el estudio coste-beneficio o el estudio de impacto ambiental y la concepción de la unidad de la cuenca hidrográfica intentando eliminar los trasvases (trasvase de cuenca) y las presas.

Es importante destacar los tipos de agua que se diferencian, por su uso, en la nueva cultura del agua:

- El agua de vida: el agua necesaria para vivir, que es un derecho y debe ser gratis para todos los seres humanos, unos 3 litros de agua al día. En el mundo cada año mueren por causa de falta de agua limpia unas 30.000-50.000 personas.

- El agua de uso ciudadano: Un agua que también es un derecho, y por la cual se pagaría el precio de coste. El agua de ducharse, de lavarse, de limpiar la casa. Unos 20 litros diarios.

- El agua de lujo: es el agua de que se usaría para extras privados, como piscinas, campos de golf. Unos 200 litros o más diarios, su precio se incrementaría notablemente al precio del agua de uso ciudadano.

- El agua de negocio: es el agua que se utiliza para obtener un beneficio y que también vería incrementado su precio sobre el uso ciudadano, y no subvencionada públicamente como es en algunos casos.

El gasto por el agua de lujo podría/debería servir para facilitar el agua de vida a las personas que no tienen para vivir.

LA NUEVA CULTURA DEL AGUA, UNA VISIÓN PARA MÉXICO

México se encuentra inmerso en una realidad hidrológica compleja derivada de la degradación sostenida y hasta el momento incontenible, de sus ríos, acuíferos, cuencas, humedales y en sí de todos sus ecosistemas lacustres, realidad que comparte con la mayoría de los países del orbe, al grado que este tema ya es considerado como un fenómeno de magnitud planetaria.

Las ciudades y las zonas rurales del país tienen como una prioridad el suministrar de agua potable a sus poblaciones, mientras que las regiones áridas y semiáridas del norte y centro ven con dramatismo que se acercan al límite de su disponibilidad.

El reto de nuestro país es proveer de agua de calidad y en cantidad suficiente a su población, de la que se calcula que 12 millones de personas sufren de alguna manera escasez y que 24 millones de la falta de servicios de drenaje.

Los graves signos de agotamiento que los cuerpos lacustres muestran a causa de la sobre explotación y la contaminación, o por las políticas hidráulicas que no han incorporado una visión sustentable para garantizar el abastecimiento al 100 por ciento de la población.

Según cifras de la Comisión Nacional del Agua (CNA)2, un 89 por ciento de la población cuenta con servicios de agua potable y un 77 por ciento tiene servicio de alcantarillado. Lo cierto es que en las poblaciones más pobres de México se carecen de fuentes confiables de agua potable para sus requerimientos domésticos básicos y aún persiste la necesidad de acarrear agua de zonas lejanas para los hogares.

A pesar que el Presidente Vicente Fox, declaró que el tema del agua es estratégico y de seguridad nacional, la realidad es que la demanda futura del recurso hídrico está en riesgo y no se han encontrado los mecanismos para asegurar progresivamente el acceso al agua de forma equitativa y sin discriminación a toda la población.

Hasta ahora tampoco se han adoptado las medidas necesarias para garantizar el acceso al agua como un derecho humano, que lentamente comienza a pernear en leyes y principios del derecho internacional, como en políticas públicas, como lo establece el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de las Naciones Unidas, del que nuestro país es signatario. Tampoco se observa la promoción de una nueva cultura del agua, que genere alternativas éticas en el manejo del recurso hídrico.

Hablar de una Nueva Cultura del Agua para México nos obliga a hacer referencia a la Declaratoria Europea por una Nueva Cultura del Agua (DENCA) en la cual se aboga por una auténtica regeneración hidrológica de la sociedad, planteada desde un mundo de nuevos valores y responsabilidades4 .

El Doctor Francisco Javier Martínez Gil, catedrático de Hidrogeología de la Universidad de Zaragoza, España, y responsable de acuñar el concepto de la Nueva Cultura del Agua, dijo en su discurso:

“Es una nueva cultura en el sentido de que al encontrarnos ante nuevas realidades sociales, ante nuevas necesidades humanas, nuevos poderes tecnológicos capaces de trastocar el mundo natural con redes hidrográficas artificiales que la naturaleza no ha diseñado, nuevas capacidades de destrucción, en definitiva, ante un nuevo paradigma social,… era necesario un nuevo, discurso cultural del agua, porque nada de lo anterior era suficiente para hacer frente a la nueva realidad.

El agua que durante milenios fue un bien libre, hoy ha dejado de serlo; formas de uso y explotación del agua que hasta un momento determinado fueron sostenibles, han dejado de serlo. Todo esto exigía un discurso “nuevo” del agua”.

En México, uno de los factores que peor influyen en los problemas relacionados con el agua es su distribución. Actualmente, más de 12 millones de personas carecen de agua potable, especialmente en las zonas rurales y marginales.

La contaminación del agua se debe a las descargas de residuos domésticos, industriales, agrícolas y mineros. 90 Millones de mexicanos, a pesar de tener la supuesta infraestructura para recibir agua potable, necesitan potabilizar su agua a través de sistemas de purificación doméstica o comprarla a muy altos costos a empresas privadas, ya que las plantas purificadoras y las redes de conducción dispuestas por el gobierno o las cisternas y tinacos de almacenamiento individuales no funcionan adecuadamente y contaminan el vital líquido antes de llegar al consumidor final. Esta injusticia ha resultado ser un muy lucrativo negocio, convirtiendo el agua potable en un bien privado.

A pesar de la crítica situación de disponibilidad del agua y millones de pesos invertidos por el gobierno para la promoción de una cultura de conservación, las redes de distribución

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