Epistemología del pensamiento complejo.
Enviado por Antonio • 29 de Diciembre de 2017 • 4.339 Palabras (18 Páginas) • 524 Visitas
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Por ahora podemos mencionar que el pensamiento aristotélico es la base del método de conocimiento que nos ha traído hasta nuestros días, y se desarrolló profusamente en el siglo XVII con los aportes desde las matemáticas de Francis Bacón que aportó la meticulosidad y análisis de resultados esperables, y Descartes que desde la filosofía, acuñó lo que hoy es el método científico buscando una evidencia indudable en los resultados de un estudio a partir de la duda. Hasta nuestros días el método científico ha seguido desarrollándose y determina la validez de un estudio.
Pese a esta fugaz aclaración, es necesario precisar que no es tema de nuestro documento ahondar en la validez del método que nos ha traído hasta nuestros días a disfrutar del avance científico tecnológico actual, ni menos criticar o dilapidar su ejercicio. Sino más bien abrir un espacio novedoso que sin duda nos dará un mayor terreno en la forma de accesar al conocimiento. Para esto será necesario abordar algunas cuestiones referentes al Darwinismo Social y la Ética.
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La supervivencia del más apto
Ya a fines del siglo XIX con el surgimiento de las teorías de la evolución de Charles Darwin, se acuña el concepto de selección natural, que no es otra cosa que la supervivencia de los más aptos, y si es así para el reino animal, como seres humanos no estaríamos exentos de éste ámbito. El concepto rápidamente se trasladó a lo social, en que la teoría de la selección natural implicaría ahora, la supervivencia del más adaptado al estado social.
Así Herbert Spencer en su obra Social Statics, nos propone una especie de biologización de la ética de acuerdo con el principio de supervivencia del más fuerte, justificando el comportamiento del más apto y la desaparición de los inadaptados. Entonces, el ser humano sufriría las condiciones de su existencia por lo que, el que no se adapta, deberá sucumbir; o dicho en nuestra lengua: “El estado actual de progreso pide que toda persona incapaz de bastarse a sí misma, perezca” (Spencer, 1850)
En este marco ideológico, no es de extrañar los eventos que marcaron el siglo XX, las guerras mundiales, el exterminio por doquier, el gulag ruso, la guerra de Vietnam y las incontables dictaduras en el sur de nuestro continente. Pero tal como afirmara el ideólogo, la supervivencia del más apto se impone, entonces la condena universal a tales eventos violentos llevó a nuevos sitios y momentos del conocimiento, y no tardaron en aparecer nuevos conceptos de ética con Russell, Sartre y Habermas.
Del primero debemos agradecer un cambio sustancial de rumbo, ya que consideraba que los seres humanos participan plenamente de la vida y la naturaleza y aunque algunos impulsos serían reprimidos a favor de lo social y otros a favor de lo individual, el crecimiento y la autorrealización de la persona humana serán los factores que convertirán una existencia en buena y una sociedad en armoniosa.
Por otra parte Jean Paul Sartre con los postulados del existencialismo y el alejamiento de la concepción de lo divino, nos revela que no hay determinismo posible, el ser humano es libre ya que si Dios no existe tampoco existen valores que legitimen la conducta; por lo que el ser humano se ha de responsabilizar de sí mismo en la conducta ya sea buena o mala, pero no podrá no tener responsabilidad en ella.
Por último Jürgen Habermas nos traslada a una ética dialógica, que si bien arranca con Sócrates en el siglo V a.c., reaparece posteriormente con una ética discursiva en que no existen normas válidas sino sólo en el modo intersubjetivo de ser. Es decir con reconocimiento universal gracias al poder de vinculación de voluntades por medio de la razón, reforzando la necesidad de la construcción de realidad gracias a la resignificación y el diálogo con el otro, por lo que será constructiva. O sea los seres humanos no llegamos a instaurar una norma como correcta de manera individual sino social, dialógicamente.
Estamos, por fin, ante una nueva ética dialógica, que no es una simple conversación, sino un diálogo reglado, en el que cualquiera puede adscribir y plantearse los cuestionamientos necesarios, proporcionar información, argumentar, entregar pruebas (Derisi, 1987)as y datos, expresar deseos y necesidades mediante el uso del discurso. Para que ello sea válido, no se debe impedir el libre ejercicio discursivo, lo que se corresponderá con el imperativo kantiano, de este modo la validez universal llevará a la aceptación de las consecuencias. Estamos entonces frente a un pacto estratégico en el que el diálogo permite un consenso o acuerdo entre iguales.
Al parecer hemos llegado a nuestro tiempo, a nuestra contemporaneidad no exenta de guerras, genocidios, catástrofes ecológicas y otras tantas desgracias que aún persisten en nuestra humanidad. Hasta aquí hemos visto en retrospectiva cómo el pensamiento y el conocer han ocupado el quehacer de la humanidad. Y cómo este ramillete de ideas han generado un cúmulo de acciones que ejercemos a diario, conscientes de ello o no.
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Nueva relación Sujeto-Objeto
Pero volvamos a los primeros planteamientos que nos ocupan, hablamos de la relación sujeto – objeto y cómo ha ido evolucionando hasta nuestros días. Ya no podemos separar al sujeto que investiga, que piensa su entorno, del objeto que estudia, investiga, analiza o simplemente describe. Éste se encuentra inmerso y es parte constitutiva del resultado de dicha investigación. La relación que se instala entre sujeto y objeto la interrelación y diálogo constante supone una complejidad que no había sido considerada hasta ahora.
Hoy en el siglo XXI nuestra sociedad globalizada, neoliberal y posmoderna, ha convertido a la información en el insumo más preciado. Los cambios científico-tecnológicos de nuestra sociedad han generado cambios fundamentales en la mentalidad, puntos de vista y valores humanos. Estamos así frente a la dualidad “dato-información”, nótese que decimos dualidad y no dicotomía, puesto que nos encontramos en esta dinámica dialógica y dialéctica; la información es comprendida e integrada a la verdad propiamente tal.
Nos encontramos ya en los terrenos del paradigma de la complejidad, lo que permite establecer interrelaciones e intercomunicaciones reales entre diversas disciplinas. Tal como Edgar Morin señala, estamos en medio de un sistema complejo, una unidad global que no puede
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