La ética, desde la familia y las relaciones al ejercicio periodístico

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La ética es una flor muy delicada, tanto así, que aún siendo cautos al momento de cortarla siempre nos hará sangrar con sus espinas. Tenemos presente que la comunicación no siempre implica querencias aunque si consideramos que siempre genera un deber ético que se encuentra implícito en nuestra humanidad.

Refriéndonos a esto y abriendo la represa de la ética, haciéndola desbordarse sobre masas, ¿Cuál sería la responsabilidad ética del comunicador social frente a decenas, cientos, y a veces miles y millones de personas en el mundo?

Pensaríamos fácilmente que ninguna, porque no las conocemos o porque no tenemos ningún contacto cercano con estas o no les debemos ningún favor o deber. Mas, rápidamente surge el deber implícito y la cuestión de la influencia. Nuestras actuaciones vistas desde una pantalla o pensamientos escuchados desde un estéreo engendran cientos y miles de patrones en milésimas de segundos. ¿Piensas que es insignificante esta responsabilidad?

La ética dilucidada desde este punto de vista, es una trampa donde salir de ella es más riesgoso que la permanencia. Intentar mínimamente aproximar un dedo a la intemperie, conllevaría el riesgo de la duda, que es más destructible aún que las piedras o hierros en los que te encuentres.

Aunque no debemos forjarnos jamás la ética como obligatoria, aún cuando lo sea, es preferible asimilarla en nuestro ser, porque de otra forma en cualquier momento podría desbocarse todo lo retenido originalmente como parte de nuestra especie: lo salvaje y lo bestial.

Algunos comunicadores señalan que la ética en estos tiempos es una mera utopía, un imposible en un mundo bombardeado por la necesidad de lograr grandes hazañas a corto plazo.

El Doctor Rafael Molina Morillo en su conferencia magistral sobre Ética y Periodismo en el año 2009, afirma por el contrario, que “la utopía ética grita en la conciencia que lo que se está haciendo es bueno, pero que puede ser mejor; no deja olvidar que hay otras formas más exigentes de hacer lo que siempre se ha hecho”.

Por otro lado, Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio en su ensayo sobre la ética en la Comunicación social, determina que “cuando por ejemplo alguien dice que mientras haya corrupción, no se resolverá el problema de la pobreza, se está afirmando que la solución de la pobreza imperante en el mundo, no sólo es solución social, económica o política, sino en último término, una solución ética; no sólo ha de dar la solución por razones éticas y humanitarias, sino que si no hay un cambio ético, en los administradores de las riquezas comunes, no se resuelven los problemas económicos de la mayoría. Más aún: si los mismos que padecen la pobreza, no tienen profundas transformaciones morales en sus vidas, aunque mejore su economía, no mejorará su calidad de vida, seguirán sumidos en la pobreza.” Con esta cita queremos sellar la conciencia ética de cada lector, permitiéndoles reflexionar sobre sus actuaciones.