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Lenguaje: Hobbes y el Nominalismo

Enviado por   •  20 de Febrero de 2018  •  2.641 Palabras (11 Páginas)  •  286 Visitas

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Ahora bien, precisamente por el papel instrumental que otorga a la palabra y a los nombres el nominalismo, se puede llegar observar que este presenta de fondo un inconveniente que se podría definir como el hecho de que este, por moverse de manera superficial alrededor de las cosas, es decir el hecho de no se adentrarse en la esencia de las cosas, ocasiona que solo gane claridad a cambio de la perdida influencia que algo o alguien sobre la manera de pensar o de actuar de una persona, se tiene que dicha claridad solo se gana con respecto a ellas dadas solo con los sentidos.

De esta manera, dentro del desarrollo de esta problemática, también se intentara dar lugar a la solución de preguntas como: ¿Qué poder efectivo tiene el lenguaje?, para esto podemos dar lugar en primer momento a que al observar en la mayoría de la filosofía del siglo XVII, se trabaja principalmente sobre la critica al lenguaje ordinario, sustentando que este no permite llegar a la claridad de los problemas de la realidad, generando confusiones, y es una constante en el trabajo que se realizaba dentro de la filosofía de la naturaleza, dando lugar al trabajo con conceptos aristotélico- medieval e incluso a el trabajo de la biblia considerado como un libro de la naturaleza pero reforzado dentro de un código matemático, debido a que los filósofos de la época ya no estaban de acuerdo con que esta pudiese darles las bases para sus conocimientos de manera que se intento imponer expresión matemática en el lenguaje literario, teniendo como ejemplo el leviatán. De esta manera se puede concluir que, en el texto a trabajar con respecto al nominalismo también se le dará cabida a otra problemática, ubicada alrededor de la obra de Hobbes especialmente el leviatán.

Así pues, al abordar el nominalismo se denota que este se remonta a filósofos como Gorgias y Antístenes. Los estoicos lo habrían defendido en su doctrina de la expresión (lekton). En la filosofía medieval, Ockham fue su más reconocido defensor y, en la moderna, Hobbes, Berkeley y Hume, tendencia que se ve de nuevo en la filosofía contemporánea con el positivismo lógico y la filosofía del lenguaje, con posiciones como las defendidas por Quine y Goodman

De esta manera se tiene que la idea con respecto al contexto dado al lenguaje en Hobbes anteriormente, es examinar la relación de las palabras con los objetos y finalizar con una crítica al nominalismo por su uso de carácter instrumental del lenguaje y su confusión de la lógica con la verdad.

Es cierto que Hobbes hereda la distinción Ockhamiana entre el orden de los signos y el orden de las cosas pero lo que hace el pensador inglés es caducar el paralelismo entre las categorías lógicas y las categorías ontológicas de la tradición aristotélico-tomista. En cambio, su semántica parece funcional a la de Ockham, “especialmente porque introduce el carácter referencial de la significación, al menos confía en que su manera de pensar “coincide”, así lo expresa, con la realidad; sin embargo no debemos olvidar que en Ockham la relación entre las palabras y las cosas no es una relación directa sino que su postura descansa en la captación antepredicativa de la existencia de la cosa individual como conocimiento intuitivo (cognitio intuitiva) a la vez sensible e intelectual.” (Vargas, 2004) Por otra parte se puede ver que, en la doctrina hobbesiana la relación entre las palabras y las cosas va a ser modificada en tal forma que hace pensar que en ésta se hace imposible la aprehensión directa de la realidad y que ésta sólo se infiere a partir de las impresiones sensoriales. “Dicho de otro modo, nada puede saberse de la esencia de las cosas o de lo que éstas sean en sí mismas. Y por último, el conocimiento antepredicativo es meramente probable en tanto que no hay nada que asegure la esencial corrección de nuestras conjeturas de pasado o de nuestras expectaciones de futuro” (Castaño, 2011), así pues se denota que, no parece haber el concepto de intuición preverbal en el esquema hobbesiano y se sigue manteniendo que su posición respecto es la existencia de las cosas es siempre eso, una hipótesis, una suposición, nunca un claro reconocimiento de su existencia más allá del conocimiento físico, racional, a pesar de que en este punto Hobbes no es del todo claro y mantiene una posición ambigua respecto a la existencia de un mundo exterior, origen de las sensaciones: ¿Lo supone o lo da por hecho; acaso no es la existencia de los cuerpos en movimiento y su presión sobre los órganos de los sentidos la que va labrando en nosotros una imagen?, esta pregunta cabe en la medida en la q (Castaño, 2011) (Castaño, 2011) (Castaño, 2011)ue, “si Hobbes al dar la espalda a los hechos y atender a la estructura lógica del lenguaje no consigue así una ganancia lógica a expensas de una pérdida ontológica. Ciertamente concordamos con Zarka en que es la metafísica de la separación la que echa las bases para la justificación del proyecto de una fundación del Estado ahistórica y por ende propiamente fundacional, es decir puramente racional” (Vargas, 2004).

Para esto se puede indicar, que en Ockham hay un lenguaje mental previo al verbal; Ockham distingue el término y la proposición mental compuesta de intelecciones, de la proposición verbal compuesta de palabras. De acuerdo a la tradición, el lenguaje mental es el objeto de la lógica. Pero en Hobbes el lenguaje verbal es el objeto de su particular lógica, aquella que es sólo un cálculo; es decir, una suma o resta de denominaciones. El lenguaje, mero instrumento del pensamiento en Hobbes expurgado de errores y absurdos se transforma así en su idea de un raciocinio bien hecho y por lo mismo en fuente de conocimiento.

Pero visto de esta manera, surge de manera inmediata otro inconveniente, y se ubica, ¿Qué garantía tenemos entonces de conocer las cosas por medio del lenguaje si el único medio para conocer las cosas es el lenguaje, podremos pasar alguna vez del lenguaje a las cosas, podremos pasar del pensamiento a las cosas?

De esta manera, no es entonces exacto afirmar que por convención las palabras lleguen a significar algo sino que justamente porque las marcas llegan a ser signos es que toda convención es posible. Sin embargo, la relación de los nombres con la cosas es arbitraria pero convencional, es decir, tiene un sentido consentido, común, compartido y tenido por verdadero por la comunidad parlante Incidentalmente el pensador inglés parece no haberse preocupado nunca de responder a la cuestión del porqué un nombre se torna el nombre verdadero de una cosa.

“El temor a hablar de intuición, no le permite a Hobbes plantearse con toda radicalidad problemas metafísicos que digan relación con el nombrar en sí y se contente con empezar

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