Para no interpretar esto de manera errónea, este trabajo lleva por propósito la aplicación de las conclusiones arrojadas a través de la descomposición analítica del libro, o bien, utilizar los fundamentos de este libro de manera activa (con los que
Enviado por tolero • 8 de Septiembre de 2018 • 2.024 Palabras (9 Páginas) • 452 Visitas
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Continuando la lectura, se nos presenta el tema central de la primera conferencia: el deseo.
¿Por qué desear? Pregunta Lyotard, tratando de convencerse con una respuesta bien fundamentada. Sobre el deseo, nos expone lo siguiente:
“Hemos adquirido la costumbre -y la filosofía misma, en la medida en que acepta una cierta manera de plantear los problemas, ha adquirido la costumbre- de examinar un problema como el del deseo bajo el ángulo del sujeto y del objeto, de la dualidad entre quien desea y lo deseado; hasta el punto de que la cuestión del deseo se convierte fácilmente en la de saber si es lo deseable lo que suscita el deseo o, por el contrario, el deseo el que crea lo deseable, si uno se enamora de una mujer porque ella es amable, o si es amable porque uno se ha enamorado de ella. (…)” (Lyotard, 1964)
Creo que esta es la postura más acertada que toma el autor en todo el libro, veamos por qué; Lyotard escribe el anterior fragmento a modo de aclaración para seguir con la lectura, aun así, enuncia una verdad incluso más relevante que la de nuestra ignorancia ante el concepto y aplicación del proceso reflexivo, y esta es que demasiadas personas (me incluyo) vemos el concepto de “deseo” como una acción ejercida por alguien o algo sobre otra cosa o sujeto. La aclaración que hace es para entender los conceptos que maneja más adelante en el texto, e indica que no se trata de ejercer una simple acción, sino que es un proceso de causalidad.
El escritor agrega que la filosofía se ve incluida entre quienes hemos errado al momento de definir situaciones tales como el deseo, aclara que esto se debe a la forma en que plantea los problemas; después de analizarlo un momento, caemos en cuenta de que su acusación no es totalmente falsa, ya que la filosofía (además de abordar bastantes cuestiones, si no es que todas), en muchos de los casos en que se hace mal uso de ella, toma el conocimiento como un objeto (problema que se tratará posteriormente), y promueve la búsqueda del mismo, sin aclarar que éste no se encuentra palpable.
En particular, este argumento me hizo reflexionar algunos momentos, ya que obviamente he llegado a desear algo, como todas las personas, pero en ningún momento había considerado que el deseo dejara de ser una acción para convertirse en una causa o consecuencia. Personalmente, me gustó el ejemplo que utiliza el autor, porque es cierto, y en la mayoría de los casos no se sabe distinguir si una mujer es cortés porque se está enamorado de ella, o si se está enamorado de ella porque es cortés. La explicación que da a continuación, es también interesante, ya que dice que no se trata solamente de una dualidad de causa y efecto, sino de movimiento de correspondencia, donde el objeto está presente en el sujeto, pero está presente en forma de ausencia, así, el deseo es la falta de algo, es sentirnos incompletos y anhelar aquello que falta para completarnos. Esta forma de interpretar el deseo es aplicable a demasiadas situaciones: de niños cuando queremos algún juguete, adolescentes cuando sentimos atracción por otra persona, de adultos cuando, aun habiendo transcurrido ya la mayoría de su vida, anhelamos alguna otra cosa, algún otro elemento faltante para sentirnos completos. A todo esto, personalmente, llega la pregunta: ¿podremos algún día completarnos? A la que la respuesta suele ser subjetiva, como la naturaleza de la pregunta: Probablemente no. Nunca llegamos a estar satisfechos con lo que tenemos, siempre se quiere más, se desea más, y una vez alcanzada la meta, simplemente se plantea otra. Esta afirmación personal conlleva una verdad: el deseo nunca termina. Pero no debemos confundir, el deseo por alguien o algo puede acabar, pero siempre se seguirá buscando un complemento faltante. El deseo en el caso de los humanos es interesante, porque al hacer uso de consciencia (la mayoría), entra en juego el papel del capricho, el cual no es una necesidad, sino la necedad de creer necesitar algo. Esto, inevitablemente trae consigo el tema de los sentimientos y otros inconvenientes, que hacen que el concepto del deseo se tuerza, como con todas las demás definiciones. Es interesante la dualidad que explica el autor: la presencia y ausencia del deseo al mismo tiempo. Explica que el deseo es existente, ya que tenemos la necesidad palpitante de un elemento faltante, pero también es inexistente, ya que deseamos algo que no tenemos, pero no se debe confundir, tenemos la necesidad, pero carecemos del elemento.
A la explicación de esta última idea pudo haberle faltado un poco más de expresión, ya que queda a la deriva, no se aterriza cuál es la naturaleza del deseo, o con qué frecuencia adopta cada forma. Considero bastante oportunos los ejemplos ofrecidos por el escritor, ya que facilitan el entendimiento de su argumento, lo hace terrenal. Tal vez pudo haber hablado un poco más de la relación del deseo con la filosofía, ya que se limitó a la conexión etimológica entre estas dos palabras. Un ejemplo como los antes ofrecidos podría haber concretado una idea más entendible de la relación. Definitivamente deja clara la dualidad del deseo, así como ofrece una interpretación diferente (y para mí, acertada) del concepto común de “deseo”.
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