¿Por qué hablar de cultura?
Enviado por Eric • 21 de Abril de 2018 • 3.295 Palabras (14 Páginas) • 433 Visitas
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“El ascenso de los grupos bajos a diversos grados de las escala social subsiste como un fenómeno limitado o incluso excepcional, mientras el autorreclutamiento de los grupos sociales, especialmente de los ínfimos y de los marginados, es bastante más significativo de los que aflora a la luz del mito de la movilidad social” (Ibid; 180)
El sistema educacional formal funciona a partir de una estructura rígida y vertical que exige un perfil de individuo con ciertas características, por tanto, quien no cumpla con aquello queda marginado, constituyéndose como un instrumento educacional útil para el sistema capitalista. El perfil de individuo que el sistema busca se basa en la inteligencia y el ejercicio de la meritocracia, estos como técnicas de selección y condición de aceptación, respectivamente, por ende, de ascenso o movilidad en el sistema social.
“La crítica de este concepto [meritocracia] ha puesto sobre todo de relieve, como en el caso de los test de inteligencia, que las diferencias de desarrollo mental y de lenguaje que los niños llevan consigo desde su ingreso al sistema escolar, son el resultado de las diversas condiciones sociales de origen. Con el sistema de los test de inteligencia y del mérito escolar, estas diferencias se aceptan acríticamente y se perpetúan”. (ibid; 181)
Es por esto que las técnicas de selección son discriminadoras ya que ejecuta una lógica de un modelo pensado bajo “el universo moral propio de una cultura burguesa-individualista” (Ibid; 185), que no se adapta a las condiciones sociales de individuos de origen de los estratos sociales bajos, sino que pretende que éste se adapte a un modelo que desconoce y, contraculturalmente, rechaza. Por lo tanto, en un contexto de marginalidad, ¿cómo pretende el colegio ser una entidad que tenga como propósito llegar a un niño, donde sus marcos referenciales y normativos se encuentran ajenos a lo que la institución intenta implantar como forma de ser (moral) y vivir (condiciones)? El modelo educacional no entiende diferencias, por ende, menos se adapta a ellas, su mecanismo concibe la homogeneización como premisa en la educación de mercado, siendo ésta una de las principales causas de la deserción escolar por los estratos bajos. “La institucional escolar reacciona generalmente ante estas dificultades, no con una particular comprensión y un particular cuidado, sino con sanciones negativas y con la expulsión (…)” (Ibid; 182). La desadaptación a un sistema inadaptado a la realidad social se considera un comportamiento desviado (en sus distintos grados), que amerita la sanción como mecanismo reformador.
La acción reformadora nos traslada a recordar que aquello también es uno de los principales propósitos del sistema penal. Desde esta relación es que radica el punto de encuentro del análisis de Baratta con este estudio, ya que ambos sistemas ejecutan los mismos mecanismos de discriminación y determinación del individuo como actor social, a partir de su reproducción en la estratificación social. El sistema penal al igual que el escolar ejecuta una función seleccionadora frente a la determinación de la condición que percibirá el acusado, en función de su clase de pertenencia.
En este contexto, el capitalismo es una construcción a la cual debemos hacerle frente en términos críticos, es decir, comprender este proceso no sólo como una forma de vida, sino también teniendo claro que es lo que produce en nosotros. Esto significa que, para poder entender esta sociedad en la que epistémicamente está todo bien, el ángulo del estudio deberá tomar en consideración que el enemigo (el capitalismo) es mucho más complejo de lo que pensamos o creemos.
Es por esto, que se discute la manera en que hemos sido construidos los seres humanos, no solo desde el punto de vista físico, ya que, como se menciona anteriormente, el hombre es visto como cuerpo político, por lo tanto, también el cuerpo es moldeado desde lo estético hasta sus contradicciones, sino más bien, poniendo en crisis lo que se está poniendo en duda, es decir, la construcción epistémica del capitalismo.
La Teoría de la Etiqueta de Howart Saul Becker, sociólogo Estadounidense, asevera que cualquier grupo social se constituye en base a normas o reglas que determinan el comportamiento de sus participantes en interacción con el grupo, en relación a su contexto vigente. La acción de crear reglas ya origina la posibilidad de no acatarlas por el simple hecho de que no debe generar sentido en todas las personas, y la violación a la regla ya determina la existencia de una conducta desviada en el grupo de pertenencia; se desvía de lo establecido.
“Las reglas sociales son la obra de grupos sociales específicos, que están altamente diferenciados en lo que refiere a sus características sociales de clase como a sus fundamentos éticos, profesionales y culturales” (Becker; 2009; 13)
Por tanto, existen distintos tipos de reglas a acatar, lo que difiere según el grupo de pertenencia. La norma actúa en tres fases: fijación, aplicación y selección. Becker llama a la fijación de normas, esquema de calificación, aquí se establece la regla con respecto al grupo de pertenencia. En la aplicación o Proceso de calificación, refiere al proceso donde ya se ejecuta la regla, por ende, los componentes del grupo interactúan con ella, lo que propicia la detección de la conducta desviada. Es desde aquí solamente cuando aparece la conducta desviada, sin embargo, la existencia de este tipo de conducta puede ser considerada como tal sólo para un grupo específico, quizás no siéndolo para otros. Por lo tanto, el proceso de selección será el que generalice la percepción de una conducta desviada, ya que, a partir de este mecanismo las normas pueden establecerse como hegemónicas; socialmente aceptadas. Lo que determinará este proceso será el grado de poder que tenga el grupo desde donde provenga la norma, es decir, el poder de verdad o de legitimidad (bajo la perspectiva de Weber) ante la sociedad.
A raíz de que se determina una conducta desviada como tal, Becker señala que de esto se derivan medidas sancionadoras, como supuesto mecanismo de corrección. Este proceso de marginación o estigmatización del desviado, y frente a su sanción correspondiente, en vez de corregir la conducta, permite que el individuo se aleje aún más de la acción de conformidad ante la norma.
“Tratar a una persona como si fuera desviada en general, y no sólo específicamente, genera una profecía que se cumple ella misma. Un tratamiento semejante pone en marcha diferentes mecanismos, que cooperan para formar a la persona según la imagen que la gente tiene de ella.” (Ibid; 30)
Desde la perspectiva
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