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Porqué somos agentes morales en Kant

Enviado por   •  24 de Octubre de 2018  •  3.545 Palabras (15 Páginas)  •  226 Visitas

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Por lo anterior, Kant nos enuncia, que la moral es la relación de toda acción con la legislación por la cual es posible el reino de los fines(1923, p. 47), la cual debe hallarse en todo ser racional y poder originarse de su voluntad. Por tanto, la moralidad es la condición bajo la cual un ser racional puede ser fin en sí mismo, porque sólo por ella es posible ser miembro legislador en el reino de los fines(Kant, 2007, p. 48). Así, la moralidad y la humanidad es lo único que posee dignidad. La legislación misma, que determina todo valor, debe por tanto tener una dignidad, donde sólo la palabra respeto debe atribuirsele. “La Autonomía es el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana y de toda naturaleza racional”(Kant, 2007, p. 49)

Así, regresando el inicio del tema, resolvemos que la voluntad es absolutamente buena cuando su máxima, al ser transformada el ley universal, no puede nunca contradecirse (Kant, 2007, p.50), es la única condición en la cual la voluntad no puede estar en contradicción con ella misma. Sin embargo, un ser racional no puede contar con que todos los demás sean fieles a la misma máxima que él, esto es, no puede contar con que el reino de la naturaleza(universal) coincida con un posible reino de los fines(Kant, 2007, p. 51). Sólo la dignidad del hombre, como naturaleza racional, esto es, sólo el respeto por una mera idea debe servir como precepto de la voluntad.

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La voluntad es una especie de causalidad de los seres vivos en cuanto que son racionales, y la libertad es una propiedad de dicha causalidad(Kant, 2007, p. 59) La causalidad lleva consigo en concepto de leyes según las cuales y al observar a la libertad de la voluntad como autonomía, es por tanto la propiedad de la voluntad de ser una ley para si misma. Y es en este punto donde Kant nos plantea la proposición sintética de la voluntad: “ voluntad absolutamente buena es aquella cuya máxima puede contenerse en sí misma siempre, considerada como ley universal”(2007, p. 60)

Como la moralidad sirve de ley para todos los seres racionales, entonces debe valer para todos. Dicha moral se deriva por tanto, de la idea de libertad, por ello todo ser que obra bajo esta idea es libre en sentido práctico. Y al dar sustento a la moralidad, dicha idea de libertad debe presuponerse de igual manera en todos los seres racionales. En la idea de la libertad suponemos la ley moral, principio mismo de la Autonomía de la libertad(Kant, 2007, p.62)

Sin embargo, aun no nos es posible conocer por qué razón la ley moral obliga, porque nos enfrentamos a un circulo vicioso en el que “nos consideramos libres en el orden de las causas eficientes, para pensarnos sometidos a las leyes morales en el orden de los fines y luego nos pensamos como sometidos a estas leyes porque nos hemos atribuido la libertad de la voluntad”(Kant, 2007, p. 63) Pero para aclarar en el tema comencemos por una observación que no necesita ninguna reflexión sutil: sólo conocemos a los objetos en la medida en que nos afectan, pero no a los objetos mismos, es decir, podemos llegar a conocer los fenómenos pero nunca las cosas en si mismas, y esa es la distinción entre el mundo sensible y el mundo inteligible. La razón es la que se encarga de realizar dicha distinción. Por lo tanto, “un ser racional debe considerarse a si mismo como inteligencia”(Kant, 2007, p. 65)

Como ser racional, perteneciente al mundo inteligible, puede el hombre pensar la causalidad de su propia voluntad sólo bajo la idea de la libertad, pues la independencia de las causas del mundo sensible es libertad, con la idea de libertad se halla unido el concepto de autonomía y con este el principio de la moralidad. Al pensarnos como libres nos incluimos en el mundo inteligible como miembros de él y conocemos la autonomía de la voluntad con su consecuencia: la moralidad; pero al mismo tiempo podemos pensarnos como obligados, pertenecientes al mundo sensible.

Por lo tanto, un ser racional se considera como inteligencia, perteneciente al mundo inteligible, y llama voluntad a su causalidad porque la considera causa eficiente a ese mundo inteligible, pero también tiene conciencia de si como parte del mundo sensible en el sentido en que sus acciones se encuentran como fenómenos de aquella causalidad, pero dichas acciones no pueden ser comprendidas por esa causalidad, sino que sólo pueden ser conocidas como fenómenos del mundo sensible: apetitos e inclinaciones.

El mundo inteligible contiene el fundamento del mundo sensible, y mediante el hecho de que la idea de libertad hace de mi un miembro de un mundo inteligible y al mismo tiempo miembro del mundo sensible, el imperativo categórico adquiere su posibilidad, ya que sobre mi voluntad afectada por apetitos sensibles sobreviene además la idea de la misma voluntad que pertenece al mundo inteligible, pura y por si misma práctica, que contiene la condición suprema de la primera.

Como parte final, Kant nos comenta que no existe nadie que al oír ejemplos de rectitud y firmeza, no sienta el deseo de tener esos buenos sentimientos. Mediante el pensamiento, el ser se incluye en un mundo de cosas muy diferentes del de sus apetitos sensibles, de esto no puede esperar ningún placer sino el de un mayor valor intimo de su persona (Kant, 2007, p.67)

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Del análisis anterior, podemos plantear la respuesta a la pregunta inicial. ¿Por qué somos agentes morales según Kant? Porque al ser seres racionales, contamos con una buena voluntad que guía nuestro actuar, ésta(la voluntad) a pesar de estar sometida a inclinaciones y necesidades, también contiene en ella misma el fundamento de una voluntad pura, sometida sólo a ella misma, y a partir de la libertad como propiedad de dicha voluntad se genera dicha facultad moral. Dicha moral se nos otorga como consecuencia de la autonomía de la idea de libertad como propiedad de la voluntad, esta autonomía nos brinda dignidad, ya que al generar ésta la moral, es decir, el tenernos como valiosos en nosotros mismos y a todos los demás, nos pensamos como miembros y legisladores de un mundo de fines. De esta manera se plantea un mundo en el que valemos por lo que somos y que al mismo tiempo consideramos valiosos a todos los demás por lo que son, llevando todas nuestras acciones en dicho mundo guiadas por imperativos categóricos sin presuponer ningún placer sensible, sino sólo el mayor valor íntimo de nuestra propia persona.

Aspectos

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