ÉTICA Y SU RELACIÓN CON LA MORAL
Enviado por Ledesma • 1 de Marzo de 2018 • 2.483 Palabras (10 Páginas) • 409 Visitas
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El hecho moral no se cumple con la decisión tomada: es preciso llegar al resultado efectivo, si decido plasmar cierto fin y no doy los pasos necesarios para ello, el fin no se cumple y, por lo tanto, el hecho moral no se produce.
- Medios: El empleo de los medios adecuados no puede entenderse cuando se trata de un hecho moral, en el sentido de que todos los medios sean buenos para alcanzar un fin o que el fin justifique los medios. Un fin elevado no justifica el uso de los medios más bajos, como los que entrañan tratar a los hombres como cosas o meros instrumentos, o lo humillan como ser humano. Por ello, no se justifica el empleo de medios como la calumnia, la tortura, el soborno, etc.
Pero, por otro lado, la relación entre fines y medios, la relación de adecuación del medio a la naturaleza moral del fin, no puede ser considerada abstractamente, al margen de la situación concreta en que se da, pues de otro modo se caería en un moralismo abstracto, a espaldas de la vida real.
- Resultado: El hecho moral, por lo que toca al agente, se consuma en el resultado, o sea, en la realización o plasmación del fin perseguido, pero como hecho real, tiene que ser puesto en relación con la norma que aplica y que forma parte del código moral de la comunidad correspondiente, es decir, el hecho moral responde de un modo efectivo a la necesidad social de regular en cierta forma las relaciones entre los miembros de una comunidad, lo cual quiere decir que hay que tener en cuenta las consecuencias objetivas del resultado obtenido, o sea, el modo como este resultado afecta a los demás.
- Sujeto moral: El hecho moral supone de un sujeto real dotado de conciencia moral, es decir, de la capacidad de interiorizar las normas y reglas de acción establecidas por la comunidad, y de actuar conforme a ellas. La conciencia moral, es, por un lado, la conciencia del fin que se persigue, de los medios adecuados para realizarlo y del resultado posible, pero es, a la vez, decisión del cumplir el fin escogido, ya que su cumplimiento se presenta como una exigencia o un deber.
A veces, el centro de gravedad del hecho moral se desplaza, sobre todo, a la intensión con que se realiza o al fin que se persigue, con independencia de los resultados obtenidos y de las consecuencias que nuestro hecho tenga para los demás.
Finalmente, el hecho moral, como hecho de un sujeto real que pertenece a una comunidad humana, históricamente determinada, no puede ser calificado sino en relación con el código moral que rige en ella. Pero, cualquiera que sea el contexto normativo e histórico-social en que lo situemos, el hecho moral se presenta como una totalidad de elementos: motivos, intención o fin, decisión personal, empleo de medios adecuados, resultados y consecuencias en unidad indisoluble.
DIGNIDAD
En el largo camino de la historia, remontamos a la antigua Roma, donde nació la palabra dignidad que posteriormente fue asimilada por la cultura cristiano-occidental y pasó de ser una conquista individual a ser una atribución inherente a la condición humana, en la antigua Roma la dignidad respondía al estilo de vida, ligada por una parte a la política y por la otra a una recta moral, la dignidad en esa época tenía condiciones para adquirirla, pertenecer al senado y tener integridad moral o pertenecer a una nobleza con antepasados héroes, como un estatus del romano, la defendía como posesión que podía perderse o aumentarse y era un logro personal, el cual le daba derecho a un poder, por otro lado, el impulso interior de ser intachable le exigía un deber.
En la época actual la dignidad es atribuida de nacimiento a muerte, es algo que va como esencia del ser humano y no importa su edad, su credo, circunstancia social, color de piel, aficiones o vicios, todos tienen dignidad y ésta se reconoce desde un principio porque él se reconoce dentro de este tema,
Cuando se habla de dignidad, se está haciendo referencia a la cualidad que puede tener una persona, en la medida que se vale por sí mismo y actúa en un marco de libertad y respeto.
La dignidad puede ser entendida desde un punto de vista colectivo o individual, pero ambos casos están vinculados con el decoro de los seres humanos en cuanto de manera de comportarse con el prójimo, principalmente, con uno mismo.
En algunos casos, la dignidad se siente al concretar un acto de solidaridad, en otros, al cumplir con las obligaciones económicas o morales. Muchas de las personas más humildes gozan de una importantísima dignidad, al no resignarse ni buscar soluciones a sus carencias que impliquen un acto inmoral, como el delito. Por el contrario, suelen dar lo máximo de sí mismas para mejorar y salir adelante.
La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás, pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.
La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de respeto y rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos conducimos ante un objeto, como si se tratara de una "cosa", como un medio para lograr nuestros fines personales.
Según Kant (1989), la dignidad no debe ser confundida con ninguna cosa, con ninguna mercancía, dado que no se trata de nada útil ni intercambiable ni provechoso. Lo que puede ser reemplazado o sustituido no posee dignidad, sino precio. Cuando a una persona se le pone precio se le trata como a una mercancía.
El fundamento de la dignidad radica en la autonomía y la capacidad moral de los seres humanos, no en su especificidad genética: está es solo un criterio de demarcación entre seres moralmente imputables y seres no imputables desde el punto de vista moral.
CONCIENCIA
"Conscientia" significa literalmente "con conocimiento" (del Latín: cum scientiā). La conciencia se refiere al conocimiento que un ser tiene de sí mismo, de su entorno y del comportamiento moral social, ya sea desde dimensiones normativas, teóricas, metacognitivas y dialécticas.
En términos filosóficos, se entiende por conciencia como la facultad de decidir y hacerse sujeto, es decir, la persona es actor de sus actos y responsable de las consecuencias que de ellos se siguen, según la percepción del bien y del mal.
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